Diario de León

Cultura esculpida

La pizarra leonesa del saber

Ponce de León, Juan de Arfe, Edison o Marconi son algunos de los personajes históricos de los que ‘habla’ la fachada de las antiguas escuelas de Julio del CAmpo recién Restaurada

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León

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Una pizarra de sabiduría. Un libro abierto. Así es la fachada del edificio de las antiguas Escuelas de Julio del Campo, ubicadas en el número 9 de la calle que lleva su mismo nombre. En ella, a través de más de 600 palabras escritas y otras tantas representaciones, se recorre el mundo de la cultura y del saber general.

Recientemente restaurada y con un lavado de cara que le ha hecho mucho más visible y llamativa tras décadas sumida en el olvido y el abandono institucional y oculta bajo capas de suciedad, esta verdadera obra de arte muestra a los viandantes un montón de curiosidades del saber universal, siempre bajo la mirada de su creador, el filántropo palentino Julio del Campo.

Aunque nacido en Palencia en 1864, buena parte de su vida la pasó Del Campo en León —a donde vino a vivir con veinte años— y fue aquí donde se casó con Antolina Luna Aparicio, con la que tuvo dos hijas. Fue un importante cantero de la época y su obra quedó plasmada en varios rincones de la capital leonesa como una placa en el edificio numero 1 de la calle que lleva su nombre y que está decorada con herramientas o la lápida de 1934 en honor a Juan del Enzina en la calle Ancha; además de un impresionante mausoleo en el cementerio de León que le recuerda pese al paso del tiempo.

Pero, sin duda, una de sus obras más importantes de su faceta como constructor (además de la más conocida) fue el edificio de las antiguas escuelas. Él mismo fue quien promovió esta obra que posteriormente donó a la ciudad en 1917. Una inscripción en el mismo edificio todavía lo recuerda: «Por la instrucción pública Julio del Campo Portas y su mujer Antolina Luna Aparicio donan este edificio a la ciudad de León en 1917», se puede leer en uno de sus rincones.

Cargado de símbolos e inscripciones que ahora se pueden leer con claridad, el tema principal sobre el que gira es la educación, una de las grandes inquietudes del Julio del Campo durante toda su vida y que trató con ahínco de impulsar en la ciudad. De hecho, ese fue el fin del edificio una vez cedido al ayuntamiento, pues albergó durante años dos aulas en la planta baja, mientras que en la superior vivía el director del grupo escolar Guzmán el Bueno. De aquel entonces, sólo se conserva la fachada original, pues el interior fue reformado por completo en 1971 para acoger las instalaciones de Asprona.

Olvidada

Durante años, esta peculiar construcción que bien merece una parada para ser observada con detenimiento, permaneció en el olvido institucional pese a las numerosas llamadas de atención para recuperarlo. Finalmente, en el 2014 el Ayuntamiento de León anunció las ansiadas reformas, que concluyeron este mismo año.

Una partida de 45.375 euros ha permitido que esta obra del filántropo leonés recupere el esplendor que había perdido y ofrezca de nuevo sus curiosas historias en piedra. Una muestra de patrimonio civil de lo más singular que la convierte en única en España.

Su fachada reconoce el valor científico, técnico y religioso de personajes históricos relevantes no solo para la ciudad de León, sino para el mundo.

Números y letras formaron la parte fundamental de la sociedad de aquel momento, mucha de la cual era analfabeta. Por eso Del Campo se marcó como objetivo fusionar el trabajo manual al que se dedicaba con su pasión por difundir el mundo cultural. Fruto de esa unión nació el trabajado muro repleto de tallas a inscripciones que, a día de hoy, todavía es una gran desconocida por muchos leoneses.

Juan de Arfe, Juan Madrazo, Gumersindo de Azcárate y Francisco Sierra-Pambley fueron las personalidades elegidas para esculpir sus bustos. Junto a ellos, figuran otros destacados «filántropos y sabios leoneses»

En la parte superior, una representación del globo terráqueo acompaña el recuerdo de otras celebridades como Guttemberg, Edison, Ramón y Cajal o Marconi.

Un abecedario en mayúsculas y minúsculas situado a baja altura para poder ser observado por los más pequeños y los números romanos y árabes completan las inscripciones.

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