Diario de León

in memoriam

Un lustro sin Vicente Pueyo

El 5 de junio es un día triste para Diario de León. Es una fecha que se llevó a dos grandes compañeros: el periodista Vicente Pueyo Serrano murió tal día como hoy de hace cinco años. Y el fotógrafo Norberto Cabezas Quintanilla nos dejó este mismo día dos años más tarde

Así posaba Vicente Pueyo para la foto que acompañaría a su columna ‘La Aspillera’.

Así posaba Vicente Pueyo para la foto que acompañaría a su columna ‘La Aspillera’.

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camino gallego
León

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Parece mentira pero han pasado ya cinco años. Un lustro es demasiado tiempo cuando la vida es joven. Son muchas las cosas por vivir y tú, Vicente, querías vivirlas. Sin estridencias, con tranquilidad, para no perderte ni un segundo y poder saborearlos todos apreciando sus matices, en lo que eras un maestro.

Vicente Pueyo Serrano nos dejó el 5 de junio de 2011. Era domingo, y salió a dar una vuelta en bicicleta, que era otra de sus pasiones, para no regresar porque la Parca le esperaba en la carretera de Lorenzana a La Robla, concretamente en el cruce de Valsemana.

Y allí acabó su existencia este maño de pro que se había hecho leonés hasta la médula tras casi treinta años de amor y trabajo por y para esta provincia.

Nada hacía presagiar que quien llegó a León como miembro de un coro que actuaba en el teatro Emperador se afincaría aquí tras pasar una tarde por la redacción del Diario de León en Pablo Flórez para visitar a un amigo con el que había trabajado en la madrileña agencia Multipress. Y desde ese momento unió su destino al de este periódico aunque tuvo que terminar la gira musical.

Vicente Pueyo entrevista en Villablino, diez años después, a los mineros de la I Marcha Negra. NORBERTO

A lo largo de sus años en el periódico estuvo al frente de numerosas secciones, implicándose en ellas. Su labor en Provincia y Castilla y León le fue reconocida en 1988 con el premio Francisco de Cossío por un magnífico reportaje sobre las lagunas de Villafáfila, con fotografías de Norberto. También dejó su impronta en las secciones de Cultura y Opinión, a cuyo frente se encontraba cuando falleció.

Su gran humanidad y educación le hacían rehuir los primeros planos, pero no por ello dejaba de expresar sus opiniones con mesura y buen juicio. Era difícil verle alterado, aunque llevaba mal las prisas.

En este lustro han pasado muchas cosas de las que hubiera tenido que ser testigo, pero desde arriba ha estado pendiente de todos, para ayudar a los suyos a superar el dolor de la partida. Se hubiera sentido orgulloso de que Mamen vuelva a sonreír, con la ayuda de Natalia, quien no sólo ha terminado con éxito su carrera, sino que ha conseguido trabajo tras demostrar su valía a la empresa en la que realizó las prácticas.

Cinco años son muchos, pero el recuerdo no envejece y al pensar en Vicente todavía me parece que va a asomar al otro lado de la pantalla para comentarme cualquier cosa. Por desgracia no será así, pero siempre mantendré su imagen sosegada, su hablar pausado, su sonrisa franca y cada vez que escucho una jota o leo algo de Alcañiz no puedo menos que evocar su imagen y reconocer que fue una suerte trabajar tanto tiempo a su lado.

Y tres años sin Norberto

Cámara en ristre, dentro del coche, Norberto estaba dispuesto a cualquier hora para hacer una foto. DL

Antes que las imágenes fue la letra impresa para Norberto, que llegó al Diario de León para aumentar la plantilla de correctores. Por eso antes de quemar sus pupilas en el cuarto oscuro lo hizo en la mesa de corrección, leyendo textos y cotejando originales para sacar el Diario lo mejor posible. Se esforzó por ser concienzudo, bajo la supervisión bondadosa de Juanito y su buen ojo para detectar erratas y errores lo mantuvo toda la vida, pues le gustaba comentar los gazapos, como dejando claro que esos a él no se le hubieran pasado.

Pero la fotografía se cruzó en su camino y la amó con la misma pasión que ponía en todo cuanto hacía. Y así, poco a poco, fue aprendiendo hasta convertirse en el gran fotógrafo que era cuando acabó sus días.

Norberto, con los mineros al término de una jornada de la II Marcha Negra. JESÚS F. SALVADORES

Aunque podía asustar con su fuerte voz y su llamar al pan, pan, sin embargo bajo su capa de rudeza era un hombre amable, alegre y sobre todo un gran compañero, siempre dispuesto a ayudar y a servir de guía a los que empezaban en este oficio.

Disfrutaba disparando la cámara en cualquier acontecimiento, pero lo cierto es que la naturaleza y el patrimonio le importaban mucho. Y eso se notaba en sus trabajos.

Cuando la enfermedad llegó, no se planteó la derrota y luchó como un coloso, pero fue más fuerte que él y poco a poco se iba notando vencido, aunque procuraba que los amigos que le visitaban no le vieran flaquear. Tuvo en Ana la compañera soñada, que entendía su pasión fotográfica y le dio a Héctor, el hijo que tanto amaba. A pesar de estar anunciada, su muerte nos sorprendió y más por coincidir dos años después en la misma fecha que había fallecido Vicente Pueyo, con quien realizó el reportaje de Villafáfila, premiado en los Cossío.

Su implicación le hizo participar en las tres ‘marchas negras’ realizando los recorridos de los mineros en 1992, 2010 y 2012. Algunas de las fotografías que hizo en ellas se recogen en el libro y la exposición fotográfica ‘Norberto en marcha’ que se ha podido ver en León capital y Villablino, que este mes de junio está en Ponferrada y en septiembre en el Museo de la Minería y la Siderurgia de Sabero.

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