vidas insatisfechas

Cuántas personas insatisfechas con su vida conoce usted? Ya le digo yo que muchas, aunque la mayoría se lo callen o ni lo sepan. Unas se darán cuenta un día de repente, cuando se desmoronen por cualquier tontería. Otras hace tiempo que no sienten ni ganas ni ilusión. Y también las hay que saben que su vida no les satisface porque no es suya, sino la que otros eligieron para ellas.

Lo cierto es que, entre enterarse y no enterarse de que su vida ya no le motiva, la primera opción es mucho mejor. Porque al menos tiene la oportunidad de cambiarlo. Sin importar que los demás le digan que no tiene de qué quejarse. Si a usted no le gusta su vida, es motivo más que suficiente para cambiar algo.

Así que empiece por preguntarse: ¿Es ésta la vida que quiero? ¿Quiero seguir así dentro de diez años? Si para entonces nada hubiera cambiado, ¿cómo me voy a sentir? Y si sí hubiera cambiado algo, ¿cómo me voy a sentir? ¿Me arrepentiré si no hago algo ahora? ¿Qué es lo primero que necesito cambiar para sentirme a gusto y feliz con mi vida? Muchas veces las respuestas a esas preguntas le llevarán a romper con personas importantes, con trabajos estables, con caminos sólidos y con maneras de vivir que creía suyas para siempre. Pero si quiere volver a ilusionarse, a tener objetivos que le motiven y a encontrarle sentido a su vida, tendrá que tomar decisiones.

Y la primera de ellas probablemente sea dejar de ser su peor enemigo. Es decir, dejar atrás todos esos miedos, esas creencias limitantes y esas ideas preconcebidas sobre cómo deberían ser las cosas. Ahora no es momento de eso, ahora lo que toca es conectar más que nunca con su fortaleza interior y esa confianza que, seguro, usted también tiene.

No se conforme con una vida que no le satisface y no la deje en manos de otros, que nadie va a ser feliz por usted. Recuerde que lo que pasó ya no se puede cambiar, pero lo que va a pasar lo decide usted hoy, aquí y ahora. Y si tiene miedo, estupendo, es buena señal. Significa que se está enterando, felicidades.