Diario de León

CANTO RODADO

Esperanza en madreñas

«Saber lo que se quiere y quererlo mucho para conseguirlo». Esta frase de Ángel Gabilondo a su alumnado de Metafísica en la Autónoma de Madrid nos la contaba una compañera de Brañuelas..

León

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En aquellos años, Brañuelas era aún una estación ferroviaria de referencia para cargar elcarbón que llegaba por las carreteras y por la línea de baldes de la que ahora cuelgan los cazos como sombras del pasado. La última vez que estuve en Brañuelas, cuando el carbón ya agonizaba, recuerdo que vimos a un hombre bajarse del tren y caminar con su maletín entre la nieve y la niebla.

Fue una imagen terrible aunque de una belleza indescriptible. La soledad del invierno en los pueblos se acentúa en el silencio de la nieve, sólo roto por el crujir de las pisadas sobre la manta blanca. Al poco tiempo hubo elecciones y volvió a ganar la candidatura socialista de Benjamín Geijo, a quien la muerte vino a buscarle antes de tiempo.

Y fue así como Carolina López se convirtió en la alcaldesa de Brañuelas. La primera edil más joven de la provincia ya abrió un museo del ferrocarril y acaba de conseguir reabrir la escuela, con la complicidad de toda la corporación municipal y las ayudas de la Junta y la Diputación. Que el curso escolar haya empezado de nuevo, después de 15 años, en Brañuelas es motivo de cierta esperanza.

Me ha recordado Carolina López a aquella vecina suya con la que compartí residencia en Madrid. Luisa Paz Rodríguez, que disfrutaba de las clases de Metafísica de Ángel Gabilondo, y que siempre nos contaba una máxima de su maestro: «Saber lo que se quiere y quererlo mucho para conseguirlo».

León parece despertar de una larga siesta en la que nos robaron hasta la esperanza y ha salido a las calles por Vestas y por el tren de Feve. El espíritu de Piru, ese trabajador que ha surcado Europa en bicicleta, cunde.

Es la voluntad de salir adelante en medio de la niebla. La convicción de que cada persona tiene algo que aportar a la comunidad y hacer para sí misma y por sí misma. Es también la alegría de calzarse unas madreñas para recuperar una romería en Paradilla de Gordón o unirse para recuperar la ermita arrumbada de Villaverde de Arriba.

Se necesitan alcaldes y alcaldesas dispuestas a bregar con la dura realidad y gente con muchos pájaros en la cabeza para azuzar a ese poder dormido o durmiente. Alcaldes y alcaldesas que no miren para otro lado ante los golpes que el poder ciego y sordo da a los pueblos.

Se acabó la era del cemento y el asfalto. Los planes provinciales deben de incluir otros beneficios para el mundo rural que faciliten la vida en los pueblos y no la huida por las carreteras y contar con toda la población, sobre todo la gente joven y las mujeres.

Hay que contar con la gente. Y con cada semilla de esperanza que siembran, junto a lo queda de la agricultura y la ganadería tras la brutal y silenciada reconversión del campo, esas pequeñas empresas agroalimentarias, artesanas, de servicios a la comunidad y cuidados a las personas más vulnerables.

Que ningún anciano o anciana tenga miedo a salir a la calle en invierno por si se cae y no le ve nadie hasta el día siguiente o tres días después. Menos cuentos con la despoblación y más apoyo a los pobladores y pobladoras.

Que prueben los alcaldes y alcaldesas a subirse a un autobús de línea y recorrer la provincia de este a oeste y de norte a sur. Que se atrevan a subirse al tren de Feve y a los que quedan de la Renfe y reclamen transporte de cercanías. Que se mojen con la lluvia que empapa a la gente de a pie.

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