Diario de León
Publicado por
Manuel Vilas
León

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He estado pasando unos cuantos días en Zúrich, en Suiza. La ciudad es muy hermosa, y muy delicada, y muy centroeuropea, tal como pregona su fama. Quisiera traer hoy aquí algunas cuestiones en que mi mente, de naturaleza comparativa, se ha detenido al contemplar la vida ciudadana de Zúrich. La primera sorpresa surge cuando uno se fija en el parque automovilístico de los ciudadanos suizos. Los coches de los suizos suelen estar completamente nuevos. Es imposible encontrar un coche viejo. Imagino que en Zúrich no saben qué demonios es la ITV. Cualquier ciudadano tiene aquí un coche que en España se consideraría de lujo, o un coche digno de un ministro. Exacto: allí quería ir a parar. En Zúrich los trabajadores conducen automóviles que en España solo poseen los ministros o los banqueros o los futbolistas. ¿Qué le pasa a España?, eso es lo que uno piensa si está en Zúrich. Tengo 56 años y poseo un coche comprado en el año 2006. Es decir, tiene 13 años de antigüedad, y sé que no me podré cambiar de coche ya nunca más, dado mi oficio y condición económica, la misma que la de unos 30 millones de españoles.

El orden material de la vida puede ser muy prosaico, pero revela dónde estamos. España es un país económicamente retrasado, empeñado en hacer de la discusión ideológica el único norte posible. España tiene las universidades más mediocres de Europa, gasta poco en investigación y no genera empleo de calidad. El debate político en España nunca enfrenta lo que verdaderamente importa, a saber: ¿Por qué somos siempre los más pobres de Europa? En España los debates suelen ser siempre otros y serían más oportunos y divertidos estos debates si antes tuviésemos todos los ciudadanos españoles coches nuevos, como tienen los suizos. Miro mi coche con 13 años de antigüedad, viejo, corroído, sin ninguno de los nuevos avances tecnológicos, y me tengo que resignar a ir allí adentro, escuchando la radio donde hablan de que si tal partido condena o no condena el régimen de Nicolás Maduro, de que si tal partido está a favor o en contra de la exhumación de Franco, de que si tal partido tiene más o menos corrupción que otro, y yo allí adentro, en mi coche viejo, escuchando a los sagaces periodistas españoles. Miro el mundo desde mi coche de 13 años de antigüedad e intuyo que aún me faltan 20 años más dentro de este coche, pero lo peor no es esto. Lo peor es que a mis hijos no les va a quedar más remedio que heredar mi coche viejo.

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