Diario de León

¿Pueden ser amigas las mujeres?

La escritora Nora Rodríguez trata en su último libro las causas que provocan la rivalidad que se desata entre mujeres unidas por lazos laborales, familiares o de amistad

Publicado por
GEMMA LENDOIRO | texto E. CAROSÍA | ilustraciones
León

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Nora Rodríguez (Buenos Aires, 1960), autora de libros como «Mobbing. Vencer el acoso moral» (Planeta) se adentra ahora en un libro sobre por qué competimos las mujeres «¿Qué tiene ella que no tenga yo?» (Belacqua). Con un fino sentido del humor, intenta dar una serie de pistas para las mujeres que buscan liberarse sin competir con otra mujer. Mamá, no me cuentes cuentos Cuando la niña tiene cuatro años, una edad estupenda para que mamá le lea cuentos antes de dormirse, empieza, lo que para la autora es ya un indicio de transmitir falsas realidades: «narrados en un espacio íntimo, madre e hija dedican unos instantes, sin saberlo, a ajustar códigos, ¿cómo debe ser una niña buena? ¿cómo se consiguen buenos pretendientes, príncipes generalmente que las salven de sus problemas?». A través de los cuentos, la niña recibe mensajes subliminales de su condición de mujer, que, andando el tiempo, no se ajustará a la realidad, porque tendrá que ponerse a trabajar para poder subsistir. Para evitar estos tragos innecesarios la autora propone cambiar un poco el final de los cuentos. Así: Blancanieves llegó a la casa de los enanos y cuando vio todo el desorden echó a correr para no volver nunca más. O que se negó a ser su sirvienta. O que cobró por su trabajo. Cenicienta le leyó a su madrastra los derechos de los niños. Como no le hizo caso, la demandó por malos tratos. Caperucita aceptó la orden absurda de su madre de ir a casa de su abuelita y pasar al lado de un bosque peligroso y, a cambio, le propuso: Dame un móvil conectado con la policía. La Bella Durmiente se acostó aburrida y se hizo la dormida. No se despertó ante el primer beso. Probó varios antes de decidir si abrir los ojos o no. Mi amiga del alma ¿Quién no tiene una gran amiga? Esa que deja su barra de labios más bonita, la escucha ante un mal de amores, la mujer sin la cual otra mujer no puede vivir. Dependiendo, claro está, de la edad, las situaciones personales de cada una (si tiene novio o no), de la vida que cada una lleva... Obviamente hay grandes y buenas amigas que nunca compiten, o si lo hacen es algo imperceptible. Pero y ¿las malas amigas? También existen y hay más de las que uno pueda imaginarse. Para empezar suelen ser personas muy centradas en sí mismas, a las que nada les gusta más que hablar de sí y de sus problemas. Lógicamente están felices con los fracasos de su íntima, está tan encantada de la vida que le ofrece todo su apoyo y su tiempo (realmente lo disfruta). Una mujer muy difícil de encajar es aquella experta en robar todo lo que mira su amiga. Suelen ser mujeres atractivas que bajo la excusa de querer ayudar a conquistar al chico, al final, lo que consiguen es ligar con él. Mi querida jefa Tener una mala amiga es un problema con fácil solución. Se deja de ser su amiga y fin del problema. Tener una mala jefa es un problema muy serio. Las rivalidades entre empleada y jefa tienen dos componentes que las agravan: las rivalidades entre féminas que ya existen de por si, y las rivalidades que entre empleado y empleador que se dan también con frecuencia. Salvo raras excepciones, una mujer que compite, rivaliza o se compara obsesivamente con otra mujer en la vida laboral puede tener una gran dosis de inseguridad personal, a no ser que tenga un deseo desmedido de fama, éxito o poder y no vea más allá de sus necesidades. Lo que lleva a una trabajadora en un puesto superior a frenar la superación de otra en uno inferior es el miedo. Porque ésta última tiene un carisma o una habilidad evidente, por miedo a perder el control, porque es más aceptada por el grupo, porque es más inteligente... Se trata de algo común en mandos intermedios.

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