Diario de León

El génesis documental firma en León sus pasajes

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|||| El kinetógrafo , aparato tomavistas ideado en 1890 por Edison y Dickson, encuentra cobijo en la historia como la primera verdadera cámara de la historia del cine. En 1897 un leonés emprendería sin querer un camino que hoy en día se abre de par en par para aficionados y profesionales del objetivo cinematográfico. Las primeras grabaciones mostraban a tamaño natural las olas de mar estrellándose, la llegada de una locomotora a un andén e incluso una corrida de toros. A principios del siglo XX, León Artola se convertiría en el primer director documental leonés, poco después lanzaría al estrellato a Estrellita Castro con sus grabaciones. El génesis documental como tal ha de buscarse en Barcelona, la ciudad condal sería la primera en dar forma y sentido a los primeros concursos sobre el género. No obstante, en 1954, el Casino de León acoge el primer consurso de grabaciones de esta índole, convirtiéndose así en la segunda ciudad española pionera en organizar competiciones cinematográficas documentales. Algunos de los participantes leoneses que encontraron acomodo en los citados certámenes fueron José maría Álvarez Acebal, Juan Manuel Rico y José Reyero. Uno de los aspectos más destacables surge cuando trasciende que los documentales leoneses no sólo se encuentran entre los pioneros, sino que acudían a los certámenes de Barcelona y obtenían varios galardones. Las grabaciones que antaño tuvieran lugar no pueden compararse con las presentes producciones, sin embargo conservan los ecos intrépidos que otrora incitaran a estos hombres a filmar con su objetivo una boda maragata, la llegada de los viajeros en un tren, el tumulto en blanco y negro y el silencio opaco que vertían por aquel entonces las cintas en las salas. Los primeros, como tales, no constaban más que de imágenes y si trascendían en algún momento la retina del espectador no era sino obra de una interpretación personal, puesto que en su inmensa mayoría no eran concebidos con un fin moralizante ni social. Hoy por hoy los documentales se alejan del «género visual» para inmiscuirse en las entrañas del espectador, causar impresión y avivar la sugerencia moral. La temática social deja a un lado los paisajes y paisanajes que vistieran la cintas. La ética a escena.

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