Diario de León

MI PERSONAJE DE CUENTO

Cuando Marili le hizo ganar las elecciones a Bill Clinton

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MARCO ROMERO | texto
León

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|||| Yo iba a llamar a Bill Clinton para contarle que Pilar nos había dejado, pero no hubo forma. Ella hubiera sabido cómo conseguirlo utilizando sus contactos porque, entre otras muchas cosas en la vida, Pilar trabajó en la campaña presidencial que llevó al demócrata a la Casa Blanca. Su misión era entonces convencer a los votantes hispanos. Y lo tuvo que hacer a conciencia, porque los que la conocíamos sólo un poco sabemos que si algo tenía esta mujer era tozudez, que cabezona era un rato. La trayectoria vital de Pilar Casado Martín -con ella no se puede hablar de edad porque vivió tan intensamente que habría que ponerle el doble de años, y eso no le gustaba nada- fue caleidoscópica: trabajó en el despacho del juez Barbero, nos puso el corazón a cien en un programa televisivo presentado por la nieta preferida de Franco -creo que no se caían nada bien, por cierto-, escribió reportajes de viajes y de moda para las televisiones, fue la primera mujer en la directiva de la Casa de León en Madrid junto a ilustres intelectuales... Luego regresó a su León. Aquí, al Diario, llegó una primavera. Seguro que llevaba puesta una camisa de flores con colores intensos y unos vaqueros. Menuda hembra cuando se pintaba el ojo. Su misión era coordinar en León la edición del Bierzo. Pero como las páginas no llegaban hasta las tantas de la noche, por el día escribía reportajes. Se hizo un hueco en la sección de Provincia y recorrió todo el territorio en busca de la noticia, también de la mejor tasca; le encantaba comerse unas buenas parrochas con pimientos de Padrón mojadas con un vino de Rueda, incluso un buen bocata de jamón. En esta sección escribó sobre esos regadíos que nunca llegaban, sobre los niños de los pueblos que no tenían transporte para ir al cole, sobre las cacerías del Rey y de cualquier otro tema que requiriese su punto de vista, siempre crítico. Para oxigenarse sin salir de la redacción, se inventó la sección del colorín que firmaba bajo el seudónimo de Max Cotilla. Allí reivindicó infructuosamente la playa del Bernesga y un amor mediático para el reportero Romero, a quien no dejaba de dar consejos. «Romerales, que no das caña, que tenías que dar más. Cuanta más caña des, más caso te hacen, tonto». Eran palabras de Pilar, maestra de la vida. Mientras las decía, con una mano solía sujetar su copa de verdejo mientras con la otra se colocaba los rizos del pelo. Nunca le faltaba la sonrisa, aun cuando lloraba, que era nunca. Pilar, amiga, el viernes tuve que comer solo. Por fin pude pagar yo.

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