Nace el hombre vitalsexual

Los despistados varones de este arranque del siglo XXI ya tienen un nuevo espejo en el que mirarse: el hombre vitalsexual. La etiqueta se aplica a quienes, una vez superada la cuarentena, dudan acerca de la calidad de sus relaciones sexuales, tienen dificultades para mantener una erección o se muestran inseguros sobre su capacidad para satisfacer a su pareja. Hasta aquí, nada nuevo. Pero lo que realmente distingue al vitalsexual es su disposición a hablar de estos temas abiertamente y a buscar la ayuda de profesionales. Lejos queda, por lo tanto, la actitud del macho tradicional de negar todos los posibles problemas y de ocultarlos bajo una fachada de indestructible virilidad. El hallazgo de este nuevo especimen se debe a un estudio sobre la sexualidad masculina en los cinco países europeos más poblados (Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y España), realizado por la empresa alemana Bayer. Al analizar los resultados, los responsables de la encuesta comprobaron que, mientras que los hombres jóvenes ofrecían respuestas previsibles y homogéneas, los mayores de cuarenta años podían agruparse en dos categorías bien diferenciadas: los varones tradicionales, que no se cuestionaban su vida sexual, y los englobados bajo la etiqueta de vitalsexuales, que no sólo reconocían la existencia de problemas, sino que se mostraban interesados en buscar la manera de resolverlos. Un nuevo modelo al que responden el 44% de los europeos de mediana edad y que abunda especialmente en Francia (60%), Gran Bretaña (49%) y Alemania (40%), pero que todavía no ha arraigado en los países latinos (37% en España y 35% en Italia). Adiós al hombre infalible Pero ¿cuáles son los rasgos distintivos de los vitalsexuales? El primero y más importante es su disposición a admitir que sus relaciones podrían ser más satisfactorias; algo obvio, pero que choca con el estereotipo del hombre convencido de ser «infalible» en asuntos amatorios. De hecho, según el estudio de Bayer, el 65% de los hombres de más de 40 años calificados de vitalsexuales confiesan haber deseado una vida sexual mejor en los últimos cinco años, frente a un 29% de los varones tradicionales. El vitalsexual es, además, un ser inseguro por definición, y quizás tenga motivos para ello: el 35% ha tenido problemas para mantener una erección (frente al 12% de los varones clásicos); el 38% ha tenido episodios más o menos frecuentes de eyaculación precoz (sólo el 25% en el resto de los encuestados); el 34% duda de su capacidad para satisfacer a su pareja (algo que sólo ocurre con el 15% de los hombres comunes), e incluso la mitad de ellos son conscientes de que su deseo sexual se ha reducido con el paso de los años, algo que sólo está dispuesto a admitir el 30% de la población masculina. De lo anterior, podría deducirse que el vitalsexual no es más que un hombre normal con muchos problemas. Pero no se trata sólo de eso; lo interesante del asunto es la forma de afrontar las dificultades de este nuevo modelo social, que se caracteriza ante todo por la sinceridad. De ahí la sorpresa de los autores del estudio de Bayer al comprobar que los encuestados asumían en sus respuestas valores que aplaudirían sus compañeras. Así, el 58% confesaban echar de menos la vida sexual de su juventud, pero no por una cuestión de cantidad o de variedad, sino porque consideran que sus relaciones actuales carecen de espontaneidad (25% de los casos), de comunicación (23%), de ternura (28%), son excesivamente cortas (14%) o, simplemente, porque ya no son físicamente capaces de satisfacer las necesidades de su pareja.