Diario de León

Homenaje a los vinos del Duero

El Museo Etnográfico de Castilla y León ofrece la exposición «Ofrenda y Palabra», en la que relata la historia de los caldos que se crían a las orillas del río

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MARCELINO CUEVAS | texto
León

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El vino es el gran protagonista de la exposición «Ofrenda y Palabra», que durante los meses de julio y agosto puede admirarse en el Museo Etnográfico de Castilla y León, ubicado en Zamora. Una muestra dedicada a glosar las excelencias de los caldos que se crían a las orillas del Duero, desde su nacimiento hasta su llegada al mar por Oporto. Una pena que por muy pocos kilómetros los vinos leoneses no hayan tenido cabida en esta muestra, sobre todo teniendo en cuenta que los caldos de Tierra de León se cultivan, recogen y elaboran en una comarca que vierte sus aguas al Duero a través del Esla, uno de sus afluentes más importantes. Los del Bierzo lo tendrían más difícil pues el Sil, el gran padre de los ríos bercianos, se lleva sus aguas y sus restos auríferos a la autonomía gallega a través del Miño. Disquisiciones geográficas aparte y sumergiéndonos en las dulces fragancias etílicas que nos propone la exposición, hay que señalar que se trata de una muestra singular en la que se ha jugado con los fondos del museo que la acoge, pero también con préstamos de otras entidades y particulares, hasta conseguir un conjunto lleno de interés. Reflexión y disfrute Desde el Museo Etnográfico de Castilla y León se ha querido hacer una propuesta con espacios para la reflexión y el disfrute, desde lo más próximo y cotidiano, como el agua y la tierra, la geografía y el paisaje, hasta la religión y el mito, lo sagrado y lo profano: El vino y los sentidos, las casas del vino, la celebración, la fiesta¿ y Dionisios. Y como telón de fondo el hombre que está detrás de todas las cosas. Los contenidos se recogen en un espléndido libro-catálogo en el que se explican en profundidad y con gran rigor literario los secretos de los vinos del Duero. «El relieve de este río vitícola -dice- se configura en dos partes bien diferenciadas, la española y la portuguesa, siendo la bisagra de conexión Los Arribes». La primera es en palabras de Unamuno, «la tierra nervuda, enjuta y despejada», son las tierras de «pan llevar», en las que se viene cultivando el vino desde hace dos mil años. En Los Arribes la naturaleza cambia y el río discurre por un profundo cañón en cuyas márgenes, mediante bancales escalonados, arrancados a la naturaleza a lo largo de los siglos, se cultiva la vid en unos lugares que J. Cortesao ha definido como «el más bello y doloroso monumento al trabajo del hombre portugués». Fenicios y romanos Se ha afirmado que los fenicios introdujeron el cultivo de la vid al remontar el río en sus periplos marítimos en busca del estaño gallego, pero no hay testimonio real de su cultivo hasta el siglo I antes de Cristo. Los romanos, que fueron sus introductores llamaron a los habitantes de estas tierras «bebedores de agua», aunque ya conocían el vino gracias a sus correrías y pillajes por pueblos más al sur de la península. En la exposición pueden verse toda clase de vasijas dedicadas a guardar y conservar los vinos de la Ribera del Duero, imágenes de las labores artesanas a él asociadas, pinturas de grandes artistas que han retratado a lo largo del tiempo la realidad y el entorno del vino y, también, rememoraciones de la vid y el vino en la tradición cristiana . Porque todos sabemos que la primera cita bíblica sobre él corresponde a un texto situado después del diluvio y en él que se dice: «Noé, labrador, fue el primero que plató una viña. Al beber vino se embriagó y quedó desnudo en medio de su tienda¿» Muchos siglos después las bodas de Caná, son quizá el más significativo de los relatos evangélicos dedicados al vino. Y la tradición religiosa convertida en arte está muy bien representada en la muestra, con piezas como el maravilloso Cáliz de la Iglesia de San Pedro y San Ildefonso, de Zamora, o el cuadro titulado, precisamente, Las Bodas de Caná , de Fernando Gallego, pintado a finales del siglo XV. Cuadros de Vela Zanetti, pinturas de Solana, grabados de Goya, ayudan a elevar la categoría artística de esta muestra que sin duda es una de las más interesantes de cuantas se ofrecen en la región durante la época estival.

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