Un enorme laboratorio para la ciencia

|||| La Antártida también atrae a personajes interesantes y a científicos punteros a nivel mundial. Y Jesús Calleja pudo conocer a alguno: «No todo son sólo montañeros o turistas esnob». En Punta Arenas ya coincidió con el reemplazo saliente de la base científica española Juan Carlos I. «Nos dijeron que sentían envidia sana de nosotros puesto que íbamos a hacer algo que no ha hecho ningún científico de la base española: adentrarse en el interior, a los lugares más remotos», relata Jesús, que explica que éste encuentro casual sirvió para que pudieran colaborar con los científicos de nuestro país allí destacados. «Nos pidieron material fotográfico y de vídeo a la vuelta para estudiar con ojos expertos los diferentes ecosistemas que cruzamos», Otra grata sopresa fue la de conocer a un astronauta ruso de regreso años atrás de la estación espacial MIR. Le llamó la atención el continente helado: «Decía que le pareció la visión más espectacular desde el espacio y quiso ir a conocerlo. Me comentó que es curioso ver la Antártida despejada todo el año, con cuatro tormentas muy violentas girando siempre en espiral en torno suyo: explica que es uno de los lugares con menos precipitaciones del planeta, pues casi nunca hay nubes medias o bajas, aunque sin embargo en sus cercanías se generan las tormentas más violentas que existen». También llamaron la atención del montañero leonés los cinetíficos de la base americana Scott-Admunsen, inmersos en un novedoso proyecto de perforar el hielo hasta tres kilómetros de profundidad para sacar muestras de la historia de la Antártida y del Planeta desde sus orígenes. «Además quieren encontrar micropartículas procedentes del espacio para aclarar los orígenes de la vida: tratan de localizar meteoritos puesto que aquí, por sus condiciones, es el lugar más propicio», explica un alpinista que reconoce que «desde mi ignorancia científica siempre es interesante y admirable poder conocer de primera mano a esta gente y sus descubrimientos». Un dato: se trata de la base más grande del continente, la única enclavada en el Polo Sur y durante seis meses al año permanece completamente aislada pero habitada por 60 científicos de forma permanente.