Diario de León

El país de las maravillas

¿Qué hace un astorgano como Juan Manuel Sandín en Finlandia? Pues, entre otras cosas, contarnos cada semana cómo se vive en los confines de Europa, y nuestras diferencias y semejanzas con un país de lagos y bosques que le recibe a -15 grados

SANDÍN

SANDÍN

Publicado por
JUAN MANUEL SANDÍN PÉREZ desde kuru (filandia)
León

Creado:

Actualizado:

Con algo mas de un mes de adelanto respecto a las grullas y cisnes que pasan el invierno en lugares más cálidos, regreso a Finlandia - Suomi para sus habitantes-, por cuarta vez en un año. En mi última visita me marché justo cuando los colores del otoño comenzaban a pintar el paisaje con tonos dorados y rojizos, antes de que la dama del invierno extienda su manto blanco sobre todo el país, como cada temporada. Fueron diez días de intensa pero infructuosa búsqueda de empleo y de reencuentro con los amigos dejados aquí la primavera pasada. Terminados mis estudios medioambientales, quería trabajar aquí por algún tiempo, ya que éste es el «paraíso» de los amantes de la naturaleza. Ahora, cuatro meses y algunas lecciones de finés mas tarde, vuelvo a Finlandia para continuar aprendiendo en ella su difícil pero interesante idioma, conviviendo con los finlandeses. Tras un cómodo vuelo de unas seis o siete horas, el avión aterriza en el aeropuerto de Vantaa. Atrás queda España, cubierta también esos días por una capa de nieve, como todo a mi alrededor ahora, como una inmensa tarta de nata adornada con cientos de velas verde oscuro, los abetos. Helsinki es la capital del país, y con su medio millón de habitantes es la más poblada y la que, por su cercanía al mar Báltico, mantiene un mayor contacto con el resto del continente. Me recibe con una «agradable» temperatura de diez grados bajo cero y zurraspas de nieve que caen sobre los modernos edificios que hacen pensar que, recién estrenado el mes de marzo, el país entero se mantiene aletargado bajo el peso del invierno, especialmente desde el cielo. Pero cuando te encuentras dentro de Helsinki, montado en el tranvía que conecta eficazmente todos los puntos de la ciudad, descubres que la vida bulle a tu alrededor, y que los finlandeses continúan con sus labores cotidianas ajenos a los rigores meteorológicos que les envuelven. Camino del hogar Tras un agradable paseo hasta la estación, encadenado a los 27 kilos de equipaje, subo al autocar que habrá de llevarme hasta Kuru, mi residencia en Finlandia. Kuru es una pequeña aldea a unos 250 kilómetros al norte de Helsinki, a la cual se llega por una sinuosa carretera que se interna en el oscuro bosque de pinos silvestres, abedules y abetos que rodean y protegen el pequeño grupo de casitas rojas en el que viven sus habitantes, a orillas del gran lago Näsijärvi, de más de 60 kilómetros, y que ahora esta cubierto por una capa de hielo de medio metro de espesor. Kuru recuerda a aquella imaginaria aldea de Cicelly de la serie televisiva Doctor en Alaska , donde la vida parece transcurrir de modo diferente al resto del mundo. Como allí, aquí los alces también se cruzan en la carretera cuando menos te lo esperas, y es posible salir a la puerta de casa y encontrarte con un macho de urogallo en tu jardín, o con una ardilla subiendo por la leñera. Finlandia es una de las cuatro capitales nórdicas, y la segunda nación mas septentrional del mundo después de Islandia, con más de una tercera parte de su territorio por encima del Círculo Polar Ártico. Es el país mas forestal de Europa, con un 75% de su superficie considerada como tal, y con un total de casi 188.000 lagos, que junto a las turberas y tierras pantanosas completan el mosaico natural de Finlandia. Unos cinco millones de finlandeses se reparten este inmenso laberinto de bosques y lagos viviendo en 111 ciudades de reciente construccion (exceptuando 4 ó 5 capitales importantes de creación medieval), aunque muchos de ellos viven en pequeñas aldeas con no más de un puñado de casas diseminadas entre los claros de los bosques, especialmente en la zona mas meridional del país, la más habitada. La densidad de población es la mas baja del continente: sólo doce habitantes por kilómetro cuadrado. La naturaleza es generosa con este respetuoso pueblo de gentes rubias y ojos azules, y parece estar vigente aun aquí el ancestral pacto entre los hombres y los animales que permite a ambos convivir sin temores de ningun tipo, y por eso no es raro por ejemplo, que un reno o un gallo lira se cruce en cualquier carretera y decida tener «preferencia» sobre los pocos vehículos que circulan por ella. La imagen de un país congelado y oscuro que viene a la cabeza cuando oímos hablar de Finlandia es en parte real, ya que en invierno las temperaturas pueden descender por debajo de los 40 ó 50 grados bajo cero en las largas noches del kaamos (oscuridad) de Laponia. Pero en mayo toda la nieve desaparece, y los lagos vuelven a reflejar el verde de los bosques sobre sus limpias aguas azules. Las flores brotan en todos los lados y los amarillos campos de colza rodean las aldeas del sur del país. Todos sus habitantes, incluidos los animales, se disponen entonces a disfrutar de las agradables temperaturas del breve estío, cuando el mercurio sube hasta los 20 ó 25 grados y el sol no se pone bajo el horizonte. Celebran la llegada del «buen tiempo» con fiestas y hogueras, y acuden a sus cabañas de madera junto a los lagos, o se reúnen en las plazas de las ciudades organizando mercados tradicionales y festivales de música. A pesar de su geografía, el clima de Finlandia es considerablemente más bonacible que otros países de su misma latitud, debido a la influencia del Báltico y las aguas interiores, y a los vientos de poniente del Atlántico, que acercan las masas de aire templadas por la corriente del Golfo. Los finlandeses valoran el silencio y la belleza, son perseverante y firmes en sus promesas, y acuden frecuentemente a la sauna, donde descansan de los quehaceres cotidianos. Después, nada mejor que beber una cerveza y comer un tipo especial de salchicha conversando con los suyos. Eligen siempre la naturaleza para pasar sus vacaciones (existen más de 600.000 cabañas de madera repartidas en los bosques) y practican el deporte con asiduidad. Es un pueblo amante de la música y el arte, y toda ciudad importante tiene su propio teatro. Entre sus costumbres más curiosas está también la de tomar café a menudo, siendo el país que más consume esta bebida per cápita. Una nación pujante Económicamente, Finlandia es una de las naciones mas prósperas del mundo, con una economía basada en los recursos forestales, la metalurgia y las telecomunicaciones. Su avanzado sistema de educación (invariable desde hace casi tres décadas) y las completas y ventajosas prestaciones sociales para sus habitantes son la envidia de muchos estados. Tras haber estado bajo dominación sueca durante cinco siglos y pasar luego a ser Gran Ducado independiente del Impero Ruso en el siglo XIX, en 1917 y tras largas luchas e incluso una guerra civil, Finlandia consigue al fin su independencia, instituyéndose como una república parlamentaria cuyo presidente es elegido por votación popular cada seis años. Hace algunas semanas, los finlandeses renovaron para tal cargo su confianza en Tarja Halonen, del partido Socialdemócrata, que es la primera mujer que accede a la presidencia de este estado nórdico. El pueblo también elige a su primer ministro, que se encarga de la administración nacional, y cuyo mandato es de cuatro años. Desde 1995, Finlandia pertenece a la Union Europea, y su moneda oficial es el euro.

tracking