Diario de León

Sabinas que nacieron en la época de Jesucristo

Los longevos ejemplares de sabina alcanzan su máxima expresión en el Sabinar de Calatañazor que alberga una de las masas más importantes de este árbol en la Península. Las sabinas se caracterizan por la edad, el gran porte y talla que alcanzan

Publicado por
M. M. ALLER | texto
León

Creado:

Actualizado:

El Sabinar de Calatañazor ocupa una superficie de 30 hectáreas y lo localizamos al oeste de la provincia de Soria, en el Valle de la Sangre y a los pies del pueblo medieval de Calatañazor. En el año 2000 recibió la declaración de protección bajo la figura jurídica de Reserva Natural, dos años después de que se aprobara en 1998 el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales. Asentado sobre calizas del Cretácico, el paisaje se caracteriza por su topografía llana donde contrastan las tierras dedicadas al cereal con este sabinar arbóreo, continuo y denso, rodeado de los páramos que se extienden por el norte hasta la Sierra de Cabrejas y, por el sur, hasta la Sierra de Hinodejo. Situado a una altitud de 1.000 metros, algunos ejemplares superan los catorce metros de altura, más de tres de diámetro y cerca de 2.000 años de vida. Rodeado por una cerca, en el interior de una finca y perfectamente señalizado, el sabinar se encuentra a unos 2 kilómetros de Calatañazor, en la carretera que une este medieval pueblo con Muriel de la Fuente. Un árbol noble La sabina es un árbol noble, duro, de crecimiento lento y aspecto siempre envejecido. Es de las pocas especies capaces de prosperar en las tierras pobres de los páramos sorianos, burgaleses y segovianos. Donde otros árboles mueren de sed, de calor durante el verano o de frío en invierno, la sabina aguanta estoicamente pensando, tal vez, que las condiciones cambien. Su nombre científico, Juniperus thurifera, significa productor de incienso, lo que se debe al intenso aroma de su madera, fuertemente resinada. Si se quema, su agradable olor sirve de ambientador y según la sabiduría popular, como ahuyentador de insectos y, sobretodo, de serpientes. Su esencia, el sabinol, es uno de los componentes más eficaces dentro de la medicina tradicional, aunque en ciertas dosis resulta mortal. Las condiciones climáticas de la zona, con intensos y duraderos fríos invernales, heladas tardías, sequía estival y fuertes contrastes térmicos, unidas al desarrollo del suelo, resultan adversas para la vida de muchas especies vegetales. Para poder adaptarse a este medio es necesario poseer hojas que reduzcan la transpiración y raíces que sean capaces de profundizar en el suelo o cubrir una amplia zona para poder obtener el agua y los nutrientes necesarios. Estas condiciones las cumple la sabina albar, una reliquia del Terciario y árbol adaptado al frío, la falta de abrigo y la aridez, que ha dado lugar a ejemplares con especiales características debido al gran porte y talla que alcanzan de manera bastante homogénea sus ejemplares. En el matorral destacan las comunidades de sabina albar y enebro, estepa, lavándula, espliego, tomillo o cantueso. La estructura del bosque está influenciada por el tradicional pastoreo a que se ha visto sometido la zona siendo pocas las especies animales que puedan tener aquí su hábitat residiendo únicamente las de pequeño tamaño y territorio reducido (micromamíferos, aves paseriformes, insectos) que toleran la presencia del ganado y del ser humano. Las de mayor tamaño utilizan el espacio natural como zona esporádica de campeo (corzo, jabalí). Las viejas sabinas, en muchos casos de troncos huecos, albergan murciélagos, lirones, palomas, mochuelos, cárabos, abubillas, picos o trepadores. Utilizan el sabinar como zona de invernada zorcal alirrojo, verderón serrano o esmerejón, entre otros. Los páramos y estepas circundantes acogen a la escasa alondra de Dupont.

tracking