Diario de León
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León

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La décimo séptima edición de las Mille Miglia se disputaría un 23 de abril de 1950, bajo una infernal climatología y con 375 participantes en la salida de Brescia. Todo un récord de participación -no sería el único- que no hizo sino acrecentar la confusión en unas verificaciones que se dilatarían hasta dos jornadas y media y que llevarían a los organizadores a «dejar por imposible» a buena parte de pilotos y máquinas. También por enésima vez, la -entonces- carrera más famosa del mundo, conocía un cambio de recorrido: Brescia, Pescara, Verona, Padua, Ferrara, Rávena, Pesaro, Ancôme. Se atravesaba la península italiana por Popoli, L¿Acquila y Terni para, dando vista a Roma, rodar por la Vía Aurelia hasta Livorno. De Pisa a Bolonia, pasando por Florencia, y para retomar de nuevo Brescia por Piacenza y Cremona... 1.600 kilómetros, en fin, rodando contra el crono por sinuosas carreteras abiertas al tráfico, entre una ingente masa de enardecidos tiffosi . Cuatro Alfa Romeo y seis Ferrari, junto a otras joyas de la época (cinco Jaguar XK120 de 6 cilindros, otros tantos Healey, padre e hijo incluidos...) se disputaban la categoría de las llamadas «grandes cilindradas». Con, nada menos, que Juan Manuel Fangio, copilotado por Zanardi, al volante de un experimentale Alfa 2500 6C; aunque El Chueco debería haber pilotado una unidad mucho más experimentale :el 3 litros de 190 CV que, en última instancia y por motivos más político-sindicales que puramente deportivos, se confiaba a Sanesi y Bianchi. Al final de aquellas «1000 terribles millas» (como las calificaron los titulares de la época) el Ferrari 195 S de Giannino Marzotto (carrozado en berlineta Le Mans por Touring) se alzaría con la victoria, por delante de la barqueta Ferrari de Dorino Serafín y con Fangio y su Alfa en una remarcable tercera posición, habida cuenta las diferencias entre los modenenses y los milaneses. La fotografía muestra el Alfa Romeo experimentale de Fangio y Zanardi.

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