Diario de León

La moda de los quads, en declive

Las ventas de este tipo de vehículos en el primer semestre suponen dos terceras partes de lo vendido en el mismo periodo de 2005. El «boom» se deshincha

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LEIRE BARRERA | texto
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Según datos oficiales, la caída de ventas de «quads» ha sido del 36,3 por ciento durante el primer semestre. Pese a esta baja, los ecologistas insisten en que el importante parque ya existente genera riesgos medioambientales y de seguridad. El mercado de las cuatrimotos se puso de moda sobre todo entre 2003 y 2005, que fue cuando las cifras de ventas se duplicaron y estas motos todoterreno de cuatro ruedas empezaron a transitar cada vez más por los caminos de ciudades y pueblos españoles. En la actualidad, el parque español de estos vehículos está en unas 75.000 unidades. La falta de una ley específica que las regule, la mala imagen que se les ha ido asociando desde el principio por el creciente índice de accidentalidad que presentan, y el hecho de haber estado sujetas a una moda pasajera, son factores que la industria y los expertos señalan como causa del descenso de ventas y de popularidad. Fuentes de la industria de fabricación explicaron que «el cariz poco claro y cada vez más restrictivo de la legislación autonómica relativa al uso de quads» y la incertidumbre sobre el tipo de impuestos que gravan estos vehículos, han hecho también una gran contribución a la caída de las matriculaciones. Los grupos ecologistas también se quejan de la legislación, pero lo hacen de una forma diferente: denuncian que la ya existente ley no se respeta y que falta una específica que restrinja y regule mejor el uso de este tipo de vehículos. Para la organización Ecologistas en Acción, el problema radica en que, aunque «la mayor parte de los usos de los quad por caminos están prohibidos por ley, en la práctica, la variedad de legislaciones y la falta de interés de las autoridades hace que no se cumpla nada». «La falta de vigilancia posibilita el uso de quads en sitios en los que no está permitido», denuncia Francisco Segura, responsable del área de Transportes de la organización, quien añade que la «permisividad ha sido brutal, ya que muchas veces las denuncias de los agentes forestales no se llegan ni por asomo a tramitar». Para Esteban Cabal, portavoz de la Mesa de Unidad de Los Verdes, es necesario «un mayor control por parte de la policía local de estos vehículos» para comprobar su legalidad. Junto a estas cuestiones, los ecologistas también denuncian el impacto que las cuatrimotos tienen en el medioambiente, ya que, señalan, erosionan el terreno, producen emisiones importantes de polvo, causan una fuerte contaminación acústica y suponen un peligro para los usuarios de los caminos y para la fauna, por la excesiva velocidad a la que a menudo circulan, entre otros inconvenientes para la naturaleza. A su juicio, lo «razonable» sería que los quad de vigilancia o de tareas de rescate o incendio tuvieran un permiso especial y que fueran los únicos que pudieran transitar por determinados caminos, y que los demás fueran por circuitos cerrados. La accidentalidad de las cuatrimotos tampoco ha contribuido a mejorar la imagen de estos vehículos, ya que, a falta de datos oficiales específicos, algunos organismos como el Hospital de Parapléjicos de Toledo ya lleva un par de años alertando sobre el creciente número de estos sucesos. En este centro, en 2006, siete jóvenes acabaron en silla de ruedas como consecuencia de accidentes en quad. El Comisariado Europeo del Automóvil explica que dos de los principales problemas del uso de los cuatrimotos son los giros en las curvas y la toma de pendientes: un vuelco de este tipo de vehículos de forma frontal-lateral hace que el cuerpo humano quede debajo del quad, lo que afecta a la espalda, puesto que a veces soporta pesos de hasta 400 kilos. La Dirección General de Tráfico no cuenta con cifras concretas sobre los accidentes de quads, ya que, según explicaron a Efe, unos agentes los contabilizan como moto, otros como turismo, pero nunca como cuatrimoto. Este es, por tanto, otro aspecto que la industria, los ecologistas y los propios usuarios esperan que llegue a controlarse mediante la mejora de la legislación para permitir un uso adecuado de unos vehículos que, aunque en baja de popularidad, siguen siendo eje de un mercado importante.

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