El grafiti se cuela en los museos
Nada tiene que ver con las pintadas que rayan las paredes de la ciudad. El grafiti es arte y como tal ya se exhibe en las galerías
ICAL
El grafiti es un arte que se reinventa y ya se ha colado en los museos y en las galerías. Deja los muros de las calles para exhibirse puertas adentro. La palabra hace referencia al movimiento que envuelve la utilización de la pintura del aerosol. Nada tiene que ver con las pintadas que destrozan las paredes de la ciudad. El grafiti como arte nace en Filadelfia en los años 60, a finales de los años setenta se extiende en Nueva York cuando Demitrius, un joven griego de Manhattan, firmaba como «Taki 1981». Este tag (firma) empezó a repartirse por todas las calles de la ciudad. Su fama animó a más jóvenes a imitarlo y desarrollar sus propios tags, elevándolo a la categoría de arte. Pero hay estudiosos que lo sitúan todavía más atrás, y algunos opinan que las cuevas de Altamira son el primer exponente del grafismo. Hay muchos jóvenes que por falta de experiencia y conocimiento destrozan las paredes, lo que da una mala imagen a los auténticos grafiteros, que pretenden hacer arte. El Museo de Arte Contemporáneo de León (MUSAC) se sumó este año a la difusión de la cultura hip hop con la organización de una jornada con baile break-dance , exhibición de grafittis, diyéis y conciertos. Pero los pioneros en llevar el grafiti de la calle a las galerías fueron los fundadores de espacios como Fashion Moda, en el Bronx, y Fun Gallery, en el barrio East Village, a finales de los años 70. Estos galeristas exhibieron a artistas de la calle que comenzaron a trabajar en lienzos y papeles para dar longevidad a su obra. Uno de los primeros coleccionistas de grafiti fue el marchante de arte Sidney Janis, entre cuya lista de artistas representados se encontraban Alberto Giacometti, Piet Mondrian y Jackson Pollock.