Diario de León
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León

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|||| No sé cuánto le habrán pagado a Isabel Preysler por esa entrevista a George Clooney, que esta semana publica la revista ¡Hola!, pero sea cual sea la cantidad percibida seguro que no es suficiente. Porque Isabel Preysler como entrevistadora es algo realmente impagable. ¡Y que nadie me hable de intrusismo! Si hace años que existe la Barbie reportera (y nos parece lo más natural), ¿por qué no puede ejercer ese oficio una señora con tan dilatada experiencia como Isabel Preysler? Al margen de esos sesudos, a la par que interminables, interrogantes que ella le formula a Clooney sobre cine, política internacional y acciones humanitarias, lo que de verdad me conmueve son aquellas observaciones en las que a la sagaz reportera le traiciona el subconsciente... Como esa pregunta -por llamarla de algún modo- en la que le comenta al entrevistado que el chocolate a la taza que se sirve en Madrid es tan espeso que... «metes el churro y se queda de pie» (literal). Y es que hay que ser una mujer de mucho mundo y mucho cuajo para tener a George Clooney delante y hablarle de cómo se queda de tieso el churro español cuando penetra en el chocolate... A este oscarizado actor se le podrán hacer entrevistas mejores, no digo que no. Pero las preguntas de la Preysler -¿Cuántas casas tienes, George? ¿Eres un manitas? ¿Pones tú las ventanas y las puertas, o se lo dejas a los profesionales?-, ésas no podría hacerlas nadie sino ella. Sólo cabría reprocharle a Isabel Preysler que no haya rematado esa pieza única y ya histórica del periodismo mundial despidiéndose de sus rendidos lectores, entre los debo reconocer que yo ya me encuentro, y del propio entrevistado con un justifícadísimo -con veinte páginas de entrevista debieron darles las uvas-, y oportunísimo: «Buenas noches, y buena suerte».

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