Diario de León
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León

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|||| Una imagen muy de la época en los añorados sesenta: los Fiat 600 Abarth 1.000 TC ruedan hacia la victoria en las «4 Horas de Monza» (1966). La foto muestra un nutrido pelotón abordando la mítica parabólica -”hoy en desuso-” del mágico trazado italiano.

También los Seat 600 de la mano de la familia Juncosa, cosecharían numerosos triunfos en el automovilismo deportivo español de aquellos años. Con motivo del Salón de Barcelona de 1965, Jaime Juncosa (padre) obtendría la representación para España de los productos Abarth. Con el correr de los años, sus dos hijos, Jaime (el técnico) y Manuel (el piloto), acabarían por hacer del taller familiar de la barcelonesa calle Mallorca un lugar de peregrinación para quienes, como el que suscribe (aficionado compulsivo e incipiente «piloto»), solicitaban allí productos de la marca. Toda una «locura», deportiva y crematística, para la recortada bolsa de un chavalín de provincias . Hasta una codiciada pegatina del escorpión... se convertía en aventura.

El tandem Juncosa-Artemi, al volante del biplaza Abarth OT 1.300 y OT 2.000 (aquel famoso «periscopio» por la toma de aire sobre el techo) hacía las delicias de los aficionados que, por entones, seguíamos los primeros Rallye Ciudad de Oviedo (hoy devenido en Príncipe de Asturias) por mucho que, eso también, Manel Juncosa y su copiloto Artemi tuvieran que acabar más de una Manzaneda... empujándolo.

Por cierto, ¿quién no recuerda las célebres cajas «Juncolotti» que los Juncosa copiaron, y perfeccionaron, de Abarth? Que se lo pregunten a Jose Graña...

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