Diario de León

Los pioneros de la radio en León

Radio León celebra sus primeros setenta y cinco años de existencia y los profesionales que marcaron su historia cuentan cómo ha sido su aventura en las ondas

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|||| Victoriano Crémer, el centenario leonés más ilustrado, es una de las pocas personas que pueden recordar los comienzos de Radio en León . Pero el ilustre escritor, periodista y radiofonista, emula las inmortales palabras de Cervantes, «el nacimiento de la radio tuvo lugar en un tiempo del que no quiero acordarme», y no hay quien extraiga los recuerdos de su prodigiosa memoria.

A fuerza de porfiar, Crémer pone en marcha la maquinaria de su cerebro privilegiado y comenta: «En León la radio empezó como un juego. Un juego en el que una partida de señores con el sano deseo de agradar y, a la vez, de adquirir prestigio, cogió gusto a hablar por el micrófono. Y esa afición se tradujo en la creación de unos grupos en los que nos reuníamos las fuerzas vivas de la cultura de la ciudad. Las cosas que se comentaban a través de las ondas carecían de cualquier sentido político, eran argumentos simplemente culturales. Los radiofonistas pioneros teníamos el afán de sobresalir hablando de poesía, de literatura-¦

No es muy radiofónico que digamos desempolvar archivos y escudriñar documentos, pero digamos que hay noticia escrita de que la licencia para la apertura de Radio León , EAJ 63, se otorgó en una circular del Gobierno firmada el 2 de diciembre de 1933, y refrendada en el decreto publicado el 26 de Julio de 1934, en el que se recogían la situación y las características de las estaciones de la red nacional de radiodifusión del Estado. El día de su publicación operaban en España 67 estaciones radiodifusoras de onda media, de las que 59 pertenecían al grupo de locales, 7 estaban sujetas al Reglamento de 1924y 1 era objeto de régimen especial. La concesión de Radio León fue hecha a don Ramón Beberide, para emitir en el dial de 201,1 metros, en O.L., con una potencia de 0,2 kilovatios.

En el principio era Crémer, y Crémer se hizo comentarista radiofónico

La implicación de Crémer con la Telefonía sin hilos, nombre con el que se conoció a la radio en los primeros tiempos, se acentuó en los angustiosos momentos de la Guerra Civil. «Yo -”nos dice-” me impliqué en la radio como una forma de tapar mi pasado. Yo había estado en San Marcos, en la cárcel, en casa Dios, y eso no se borraba de la memoria de algunos. Aunque acabé haciendo la guerra en el bando nacional y combatí en la batalla del Ebro, la historia ahí seguía. Me interesaba colaborar en la radio porque eso me tendía, cuando menos, un velo protector frente a las acechanzas de la gente de derechas, de la policía y de los soplones, que solamente estaban buscando víctimas. Yo creo que en aquella guerra lo único que se buscaba era obtener víctimas de un lado y de otro. De modo y manera que yo procuré guardar el cuerpo, ya que el alma no era cosa mía. Claro que esto me costó muchísimo sacrificios. En uno de esos rifirrafes salió en mi defensa una hermana de Martín Villa, el que llegara a tener cartera en varios ministerios. Se llamaba María Teresa y era locutora de La Voz de León. Ella fue la única que dio la cara por mí. Era una chica muy inteligente, muy fina, muy bien preparada, pero que tuvo la mala suerte de tener una salud frágil, y murió muy joven. Mis intervenciones públicas en la radio y los periódicos me convirtieron en un personaje intocable, porque la gente se suponía: Este debe tener unas agarraderas -¦»

La voz peculiar de don Victoriano pronto se hizo insustituible en la radio leonesa. Su programa Luces de la ciudad, fue durante mucho tiempo imprescindible en el devenir de la ciudad. «Yo en la radio -“explica el veterano profesional- hacía de todo. Aparte de una serie de secciones diarias a las que me había comprometido, hacía todo lo que se le ocurría al jefe felizmente reinante, desde crónicas de futbol a críticas de cine y toda clase de programas. A pesar de mi buena disposición me pagaban de una forma indecorosa, con una mala propina. Quizá por eso acabé adscribiéndome a los periódicos».

A pesar de los años transcurridos Crémer no ha olvidado sus programas radiofónicos. «Con el correr del tiempo me convertí en un verdadero profesional de la radio, y comencé a tener varios programas propios, Luces de la ciudad, El aplauso del día, Página de arte y literatura-¦ Esta situación duró más o menos veinte años, pero en un momento determinado los Beberide, dueños de esta emisora y otra en Lugo, se hicieron cargo personalmente de la dirección. Un buen día le dije al mandamás, Jefe, que mire usted, ha muerto Alberto García, se han ido otros profesionales-¦ y habrá que cubrir esas vacantes. Yo llevo aquí veinte años y creo que ha llegado el momento de que revisemos mi situación laboral. La contestación suya fue la de todos los patronos que desconocen cómo se manejan las empresas. Pues mire usted, no. He pensado que el que va dirigir la radio soy yo, y no necesito a nadie. Yo le contesté: Quédese usted con su radio, que en mis hambres mando yo. Y me marché.

Crémer seguiría con sus charlas en las ondas en la Voz de León , pero recuerda con añoranza sus tiempos en la emisora decana. «Me encanta el manejo de la radio. Creo que en mis buenos tiempos la radio estaba en situación muy favorable para la realización de programas culturales y de participación de los oyentes. En aquellos momentos difíciles la radio no tenía influencia política-¦ pero no me dejaron hacerla como yo quería, y como no me dejaron hacerla, me marché. Empecé a colaborar en Radio León antes de que acabara la guerra. Y buena parte del tiempo que estuve ante sus micrófonos, las emisiones tenían el ritmo que yo marcaba, y las ideas que a mí se me ocurrían en razón de que pudiera hacerlas yo. Una vez que me fui-¦ se cabo la era Crémer en Radio León. Me gusta más la radio que el periódico, porque ante el micrófono tengo la impresión de que le estoy dictando el artículo directamente a los oyentes. Además yo adquirí pronto tablas. Aprendí a dar un tono concreto a mis charlas, con unas características peculiares, y eso satisfacía la curiosidad de la gente. Esa curiosidad era de tal naturaleza que cuando se anunciaba todos los días a las tres de la tarde, Luces de la ciudad, por Victoriano Crémer, se paralizaba la ciudad. Quiere decirse que entonces tenía tal influencia la radio que constituía algo inherente a la vida social de aquel momento».

Recuerda el maestro como adquirió su primer receptor de radio. «Se lo compré a Alberto Gallegos, que era el técnico, o mejor dicho, el inventor de la emisora, el que conseguía que lo que decíamos saliera a las ondas. Este hombre tenía un taller en la Avenida de Roma, y era muy majo, creo que apreciaba. Un día me dijo ¿Por qué no compras un aparato de radio? Y le contesté que no podía, que me pagaban una miseria, que no tenía ni para zapatillas. Me dijo, No te preocupes, pasa por la tienda, coge un aparato y me lo pagas como puedas. Elegí un aparato pequeñito, porque era el más barato. Lo compre, más que por mí, por mi mujer, que pasaba muchas horas sola en casa. La radio le haría compañía y, además, podía escucharme a mí, ya que no me veía demasiado, yo siempre andaba de un lado para otro, especialmente en Radio León ».

Crémer rememora, con envidiable modestia, el momento en el que le concedieron el Ondas, el galardón más apreciado de la radiodifusión española. «Yo tengo el premio ese-¦no sé cómo se llama-¦ el Ondas . Me otorgaron uno de los primeros que se concedieron, me gusta porque es una escultura preciosa. Me lo dieron, no por mis programas, sino por mi labor cultural. Y es que yo hacía una labor importante en este sentido. Un día a la semana realizaba Página de arte y literatura y muchos otros programas culturales, precisamente en un tiempo en el que la cultura estaba un tanto relegada. No fui a recogerlo, pero lo mandaron y lo conservo. Con esta concesión Radio León adquirió cierto prestigio, porque era una de las pocas emisoras provinciales, que tenía uno de estos galardones. La gente se pegaba por él».

Así es la pequeña historia de la radio a través de sus personajes, de los pioneros de la radiodifusión leonesa, de aquellos que aún pueden recordar su paso por aquella primitiva emisora que cada día asombraba a los leoneses que la escuchaban desde sus pequeños receptores de galena o desde los carísimos superheterodinos.

Una locutora de casta

En los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo era muy normal que el nombre de las mujeres se adornara con el diminutico ita, como veremos a lo largo de estas líneas. Antoñita Nieto fue un nombre famoso en Radio León durante varias décadas, y tuvo un original ingreso en la emisora. «A mí me gustó la radio -“comenta- desde siempre, desde cuando era muy pequeña. Entonces cogía una caja de zapatos, que hacía de transmisor, me metía debajo de las faldas de la camillas del salón de la casa de mis padres, y decía ¡ Aquí, Radio León, Ondas Azules! Y hacía los ruidos y como si el dial corriera-¦ Tendría entonces cinco años. Pasó el tiempo y me fui a una academia de corte y confección para que me enseñaran a coser, que era lo que hacía la mayoría de las chicas de entonces. Pero un día, escuchando la radio de la vecina, porque en mi casa aún no contábamos con un receptor, me enteré de que Radio León hacía un concurso para cubrir una plaza de locutora y me dije ¡Esta es la mía!».

La emisora estaba entonces en la calle Legión VII, en la Casa de Roldán, en el cuarto piso. «Al concurso -“cuenta- nos presentamos veinte aspirantes, diez chicos y diez chicas. Don Elías, que entonces era el director y Alberto García Ordoñez, que era el administrador, nos hicieron leer e improvisar y nos grabaron un fragmento de la intervención de cada uno para emitirlo y que los oyentes votaran por los que más les gustaran. Nos asignaron nombres supuestos para que no hubiese trampas, yo era Flor Roja. Cuando me escuché a través de la radio no me conocía, me parecía una voz muy diferente a la mía. Luego me enteré de eso es lo que le sucede a todo el mundo cuando se escucha por primera vez. A los tres días vinieron a casa para decirme que pasase a hablar con el director. Cuando llegué me hicieron sentarme ya ante la mesa del locutorio para leer una información. Así empecé en la radio. Lo primero que me advirtieron fue que dinero no iba a cobrar mucho-¦ así comenzó un periplo de treinta y tres años en la radio».

Antoñita hizo a lo largo de su carrera toda clase de programas y leyó miles y miles de anuncios de las guías comerciales. Ella recuerda aquellos slogan, Camisas como las de Sabugo, jamás en León las hubo, Que bonitos que baratos vende Prieto los Zapatos-¦ «De entre los muchos programas que hice a lo largo de este tiempo hubo uno del que tengo un gran recuerdo, lo dirigía Victoriano Crémer, se titulaba Emisión España. Se radiaba de una a dos de la madrugada, ya desde los estudios de Villafranca. Hablábamos de todas las cosas importantes que habían sucedido en el día, de viajes y de temas culturales».

Las emisoras locales, hasta bien entrados los años sesenta, no hacían una programación continuada. «Comenzaba -”dice Antoñita-” a las nueve de la mañana, y se cerraba después del noticiario de Radio Nacional de las dos y media. Volvíamos a abrir a las nueve de la noche y cerrábamos a las doce o la una de la madrugada. En el comienzo dábamos las campanadas de la hora, que patrocinaba la Relojería Iris .

De rapsoda a locutor solamente hay un paso

Horacio Andrés, en plena posguerra, en los años cuarenta, se convirtió en un rapsoda de prestigio. Por eso una o dos veces por semana le llamaban de Radio León para que fuera a recitar poesías ante los micrófonos, de ahí a convertirse en colaborador, sólo hubo un paso. El siguiente le llevó al cuadro de actores de la emisora y el tercero al locutorio. «Yo estuve -“recuerda- veinte años en Radio León, comencé en 1944. Hice muchas colaboraciones en el cuadro artístico y también trabajé como locutor. Realicé innumerables programas cara al público en el teatrillo que había en la emisora cuando pasamos a la calle de Villafranca. En ellos presenté a grandes artistas y entrevisté a todos los actores y actrices famosos que pasaban por el Teatro Principal, el Alfageme, y el Emperador. Me gustaba especialmente hacer programas para los niños, en ellos siempre regalábamos los paquetones de caramelos de la Confitería Polo . En el cuadro artístico de la emisora, y en el teatro, hicimos muchas adaptaciones de cuentos para los niños, por ejemplo recuerdo El mago tristón o La mágica y el mago , que se escenificaron el Cine Condado, que estaba al lado de la emisora, y que yo mismo adapté.

El famoso cuadro de actores

Hasta que las emisoras locales se incorporaron a las grandes cadenas, la programación se hacía completamente en las distintas emisoras que, en algunos casos llegaron a tener una programación de 14 o 16 horas. Muchos de los programas que se hacían eran adaptaciones literarias o dramatizaciones de muy diferente entidad.

Para ello era necesario disponer de un elenco de voces de todos los registros que, de alguna manera, complementaran la actividad de los locutores de plantilla. Por eso en todas las emisoras se creaban cuadros artísticos, en los que participan los aficionados el teatro de la localidad.

Radio León tuvo un cuadro de actores fabuloso que no solamente actuaba ante los micrófonos de la emisora, sino que también realizaba actuaciones en diferentes teatros de la ciudad y la provincia.

Elena Valbuena, Elenita en aquella época, rememora sus comienzos en Radio León . «Me llevó al cuadro de actores una amiga que ya estaba en él, Josefina Nistal. Allí hice multitud de obras a partir de año 1954. En realidad hacíamos cada semana la lectura teatral de una obra, siempre con la presencia de público en el estudio, que acudía a pesar de que las realizábamos en directo a partir de las once de la noche. Aún hoy me encuentro por la calle con personas que las recuerdan con cariño. También hicimos muchas obras en los escenarios de los teatros de la capital, El Emperador , El Principal , el Condado , y en otros lugares de la provincia, normalmente siempre con fines benéficos, especialmente para la Campaña de Caridad del padre Javier de Valladolid, que también se hacía a través de Radio León ».

Recuerda Elena los nombres más populares de aquella compañía radiofónica. «El director era Ignacio Arteagabeitia, que también actuaba. En hombres figuraban Horacio Andrés, Víctor Ángel Losada, que con el tiempo llegó al cine y realizó alguna película, José Víctor Díez, Máximo Bayón, que también era locutor y José Luis Bermejo. En mujeres recuerdo a la mencionada Josefina Nistal, a la gran estrella que era Encarnita de Juan, a Charito Gutiérrez-¦ Lo pasé muy bien y la experiencia me sirvió para llegar a ser locutora durante muchos años en otra emisora, en la Voz de León ».

Los milagros de la técnica

Carlos Sanz Muñoz, es el más veterano de los controles, sincronizadores o técnicos de la radio leonesa, que de todas estas maneras y alguna más se nombra a los especialistas del sonido. «Yo -”nos cuenta-” entré en Radio León en el año 1952, poco antes de que trasladaran los estudios a la calle de Villafranca. La emisora tenía sus antenas en el tejado de la Casa de Roldán. Se estaban aprovechando las dos torretas que allí habían dejado instaladas los alemanes durante la guerra. El transmisor estaba instalado en la cocina del piso que ocupábamos en la cuarta planta. La dotación técnica de la emisora estaba compuesta por varios micrófonos y dos giradiscos, para discos de piedra, de los de 78 revoluciones por minuto, lo que obligaba a realizar las emisiones en riguroso directo. Después llegaron los primeros magnetófonos, que funcionaban con un hilo metálico y que fueron los precursores de los de cinta que han durado, en distintas versiones, hasta nuestros días. Los grabadores de hilo eran muy complicados de manejar porque el hilo se enredaba y se rompía-¦ no se hacía vida de ellos, pero fueron un gran avance, sobre todo para la publicidad».

Carlos llegó a la radio a través de un amigo, una cosa habitual de la época. «Yo trabajaba en la Farmacia Merino, y era amigo de Manolo, el hermano de Alberto García Ordoñez. Me propuso trabajar en un taller de reparación de receptores de radio que iba a abrir. Yo, naturalmente no tenía ni idea, pero hice un curso por correspondencia en Radio Maymó. Me fui al servicio militar y allí seguí estudiando los secretos de la técnica radiofónica. Manolo trabajaba ya en la emisora y yo le ayudaba unas horas en el taller. Un buen día me dijo: Me ha comentado mi hermano que van a ampliar la plantilla, ¿por qué no te presentas para control? Yo en la farmacia no veía un gran futuro, así que me presenté y conseguí un puesto en la radio, profesión que ya no abandoné hasta mi jubilación. En Radio Leó n estuve dieciocho años y después trabajé en la Voz de León , que con el tiempo pasó a ser Radio Nacional ».

Recuerda Carlos al paso de Legión VII a los nuevos estudios de Villafranca, en octubre de 1953. «Una vez que se cerraron las emisiones, a las doce de la noche, cogimos un carretillo, Manolo García Ordoñez y yo, y trasladamos de varios viajes todas las lámparas y los transformadores del equipo emisor a su nueva ubicación. Allí nos esperaba Alberto Gallegos, que ibas montando poco a poco todo para que por la mañana pudiéramos salir al aire-¦ ¡y pudimos! Fue un milagro».

El fin de la época clásica

Félix Chamorro es un nómada de la radio, ha trabajado en todas las emisoras de la capital y, también, ha tenido un importante papel en el mundo de la publicidad. A él podemos considerarlo como el último de los clásicos. En contra de lo que era habitual, Chamorro comenzó en la Voz de León para, en el año 1962 pasar a Radio León . «Yo comencé -”dice-” en la Voz de León . Allí estuve dos años y luego, mientras hacía la mili, Alberto García Ordoñez me rescató para ir a Radio León . Con la locutora que más trabajé fue Antoñita Nieto. Yo hacía el turno de mañana, recuerdo programas como Variedades en la matinal , un espacio de participación que era muy semejante a lo que he continuado haciendo hasta el momento de mi jubilación. En los finales de los sesenta, recordemos el Mayo del 68, hice también un programa bastante polémico que se titulada La juventud tiene razón. Cuando llegué a Radio León, Horacio Andrés dejó de hacer las emisiones cara al público, y yo seguí con las que estaban entonces en antena. El programa del que tengo mejor recuerdo es Olimpiadas Musicales, cuya final fue durante las fiestas de San Juan y San Pedro en el recinto del Parque Infantil. Se vendieron tantas entradas que la gente estaba subida en los árboles. De jurado estuvieron, entre otros, Miguel Ríos y Manuel Martínez Henares, y actuaron Ángeles del Infierno, Regino Alonso, María-¦».

Chamorro ha comenzado a disfrutar hace solamente unos meses de las ventajas de la jubilación, pero tiene un largo pasado. «Yo pasé en Radio León casi siete años, aunque luego volví y, hasta hace un año más o menos, he estado realizando La banda dominguera , los fines de semana. En el año 1971 dejé la radio por la publicidad, aunque siempre he realizado programas, tanto en Radio León como en la Voz de León , Radiocadena y Radio Popular . Yo inventé, hace casi cuarenta años el Club musical , con una asociación de mujeres que aún funciona y tiene actividades todas las semanas, tienen charlas todos los lunes en el Hostal de San Marcos.

El veterano profesional tiene un recuerdo para el que fuera su continuador en la sintonía de Radio León, el desaparecido Gelete. «Un día mi mujer, Marisa, que también trabajó como locutora una temporada en Radio León , me dijo que había un chico que quería cantar y le apuntamos para que cantara en los concursos, Se llamaba Gelete, y cantaba rematadamente mal. Pero empezó a colaborar conmigo y acabó convirtiéndose en una gran estrella de la radio, el alumno superó con creces al maestro. Destacó sobre todo en los programas de participación que tenían como protagonistas a las amas de casa, a las señoras.

Los socios cooperadores y la publicidad

En el nacimiento de las emisoras se planteaban varios problemas, el acceso a la técnica, la necesidad de inventar una profesión que no tenía precedentes, y, especialmente, la financiación de las emisoras. Pronto comenzó la publicidad, pero también un original modo de financiación, los socios cooperadores. La gente que escuchaba la radio colaboraba con una aportación mensual en metálico para que las emisiones pudieran llevarse a cabo. A cambio la emisora organizaba una serie de contraprestaciones que compensaban la módica cuota.

Para hablar de estos temas nadie mejor que Chelo, Consuelo Redondo Anaya, el auténtico alma de las oficinas de Radio León desde septiembre de 1951. «Creo que en este momento soy la más antigua de cuantos profesionales hemos trabajado en la radio leonesa. Los socios tenían cine dos días a la semana, unos discos dedicados gratis al mes, también se emitían de forma gratuita las pérdidas y otros avisos, una esquela, y organizábamos excursiones. La más importante era la que realizábamos cada año a Gijón durante las fiestas de la Virgen de Begoña, la hacíamos en colaboración de la Renfe y conseguíamos llenar un tren todos los años».

Radio León llegó a tener un sus momentos de máximo esplendor más de 6.500 socios titulares, lo que suponía, teniendo en cuenta que cada familia tenía una media de cuatro miembros, recordemos que Franco premiaba la natalidad y la Iglesia quería familias numerosas, un total de casi 26.000 personas. Teniendo en cuenta que la ciudad contaba con poco más de de 35.000 habitantes, está claro que León colaboraba al máximo con la emisora decana.

Estos son algunos de los pioneros en la ya larga historia de Radio León, nos han quedado en el tintero, porque ya se fueron, las memorias de otros importantes radiofonistas, como Máximo Bayón, un locutor que dejó los micrófonos para casarse con una de las componentes del grupo musical Las Hermanas Benítez, una de las grandes atracciones que pasaron por la sala de fiestas Club Radio, un escenario que tuvo un enorme éxito y que inventó Alberto García Ordoñez. Magín Revillo, un informador que durante muchos años llevó los programas informativos de la emisora, en los que colaboró también de forma destacada el periodista Joaquín Nieves, uno de los gacetilleros más veteranos del periodismo leonés. O el narrador deportivo Santiago Prieto, que retransmitió el ascenso de la Cultural a Primera División.

Setenta y cinco años son muchos años y, como dice Crémer, «Al comienzo éramos un grupo de amigos que pretendíamos llevar la cultura a las ondas», después hubo de todo, quizás otro día se lo contemos.

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