escarnios

Ahora ya lo sé. Victorino Alonso quiere ser mago. Por eso intenta hacer aparecer y desaparecer a sus mineros como los conejos o las palomas en la chistera de un prestidigitador. Exhibió a su ejército carbonero ante la embestida de Soria y ahora retuerce el pescuezo a las piezas. Es un truco sucio que los verdaderos ilusionistas ya no usan. Pero sí el hombre que convirtió una moto en un imperio. No fue por arte de magia. Ni la chistera, ni la varita mágica hacen tales multiplicaciones. Fue agraciado con la adjudicación de la MSP por parte de Caja España, o sea, de Ángel Villalba y el PSOE y recibido buenas ayudas del Estado, incluidos fondos Miner para crear nuevas empresas, en tiempos de Felipe González, de José María Aznar y de José Luis Rodríguez Zapatero.

Los mineros son invisibles después de dejarse la piel y los pies en la carretera. Su lucha, la huelga que libran en el Bierzo y Laciana, se esconde detrás de un pasamontañas, aunque ya no les persigue la Guardia Civil. Ahora son el blanco de las escopetas de la casa. El sufrimiento se rumia en las familias, a las que la sociedad niega el derecho a quejarse porque hay mucha gente padeciendo. Valiente argumento.

Ni corazón

Hay quien goza con el sufrimiento y el escarnio. Un año más faltó la cordura humana y la compasión por el animal en Tordesillas. Se ensañaron con el toro en nombre de la tradición. Valiente salvajada.

Nos acosa la tautología, la tauromaquia en la tele pública y cunde el escarnio a la ciudadanía. El Gobierno gobierna, dice la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. La cuestión es ¿para quién? o ¿contra quién? Toma decisiones, apostilla Rajoy. La presidenta de la Diputación, Isabel Carrasco, antes de irse de vacaciones a Marbella firmó un papel que ha dejado sin residencia a menores de la provincia escolarizados en el colegio de Educación Especial Sagrado Corazón. Dicen que no tiene corazón. A mí no me importa. Pero la gente tiene derechos y dignidad. Isabel Carrasco y el consejero de Educación, Juan José Mateos, se los han pisado. Ya dije que la carretera a Valladolid sólo sirve para llevar y traer papeles. Pasó el verano y nadie se molestó en hacer un viaje de León a Valladolid o viceversa para resolver el problema. Ni se llamaron por teléfono. Ni se escribieron un tuit. Tanta tecnología, para nada. ¡Ah! Están esperando a que la carretera se haga autovía. Estamos avíadas .

Ni cerebro

La Diputación tiene competencias impropias y la Junta un morro que se lo pisa. ¿Los gobernantes? Indeseables, francamente. ¿La oposición? lenta, muy lenta... Oxidada. No sabe si va o si viene. El cántabro Rubalcaba parece gallego. Tan pronto está subiendo las escaleras presto a fimar un pacto de Estado con Rajoy, como manda a Elena Valenciano bajar a la calle a animar un poco el cotarro. Eso no es serio, señores y señoras.

Al PP le falta corazón y al PSOE cerebro. En León ha repudiado con malos modos al histórico Matías Llorente, cuyo cargo en la Diputación representa la alianza con un sindicato agrario consolidado y respetado en el mundo rural, Ugal-Upa. Aparte de los aterrizajes forzosos, a Tino Rodríguez se le da bien restar. Veremos lo que cosecha.

El mal se extiende

Total, que lo que hace 50 años captó y denunció Ramón Carnicer en su viaje a La Cabrera sigue vigente. En lugar de atajarse, el mal que describe en Donde las Hurdes se llaman Cabrera se ha extendido al resto de la provincia: «A las grandes compañías que lanzan desde el Sil sus gigantescos caballetes metálicos como un ejército de torres Eiffel no les importa que los cabreireses tengan o no tengan luz, actitud coincidente con la de los organismos administrativos que velan por la región». No era un mago. Tan sólo un escritor, un viajero que contó lo que vio.