Diario de León

«Tardará, pero es una zona de futuro»

El Crucero vive el día después esperando que la crisis acabe y el sector inmobiliario sea su gran motor

Numerosos leoneses se trasladaron ayer hasta el entorno de la nueva estación para seguir las obras.

Numerosos leoneses se trasladaron ayer hasta el entorno de la nueva estación para seguir las obras.

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manuel c. cachafeiro | león
León

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Muchos vecinos del Crucero aún miraban ayer a un lado y otro de las vías al atravesar el paso a nivel. Todavía hay quien no se cree que esa barrera ferroviaria que ha convivido más de un siglo con la vida cotidiana del barrio sea ya historia. «No me lo creo; casi voy a echarlo de menos», comentaba Miguel, de 78 años de edad, que con un grupo de amigos pasaba la mañana al sol en la avenida Doctor Fleming, tan bulliciosa como un sábado cualquiera. La expectación también llegaba a la nueva estación.

Milagro, nostalgia, ya era hora, por fin, no me lo creo... eran los comentarios en el día 1 de la nueva era del barrio del Crucero. La anterior terminó el pasado viernes después de 148 años, desde que en 1863 se inaugurara la estación de León que levantó la barrera del tren.

No sólo se han llevado las barreras. También el viejo cartel que avisaba de que la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles no se hacía responsable de lo que pudiera ocurrir si alguien pasaba las vías con las barreras bajadas, ¡según una real orden de 1898!

Y es que el fin del paso a nivel, la mayor reivindicación de León durante décadas, tiene para el Crucero un sabor agridulce. Los vecinos se alegran, pero les hubiera gustado que hubiese llegado un poco antes, cuando la fiebre inmobiliaria levantaba casas por todas partes. Construir a menos de diez minutos de Ordoño hubiera sido de lo más atractivo tanto para promotores como para compradores. «La construcción en el Crucero y el barrio de la Vega está por los suelos. Ha tenido un bajón terrible. La gente no tiene dinero», explica Elisabeth, dueña de una de las pocas inmobiliarias de la zona. Su negocio está muy cerca del paso a nivel, en la confluencia de las calles Astorga y Doctor Fleming. Hoy, añade con cierta resignación, sólo se firman alquileres y la mayoría no superan los 350 euros al mes. «Hay que tener en cuenta que muchas viviendas son antiguas y no cuentan con ascensor. No es una zona atractiva». Y un dato más revelador. De momento, el futuro Palacio de Congresos no está sirviendo para reactivar el mercado, aunque sea un proyecto ya en obras y con el presupuesto garantizado. «Yo tengo pisos en frente del Palacio de Congresos a 50.000 euros, y no se venden», dice.

Antes de que se iniciara la crisis, en 2007, algunos inversores compraron casas antiguas en la zona a buen precio. «Venían con dinero en mano y con todo tipo de facilidades», recuerda Francisco, propietario de una vivienda unifamiliar en la calle Sahagún. Hoy, según se anuncia en el escaparate de la misma inmobiliaria, una casa de tres pisos sin inquilinos no supera los 198.000 euros, aunque esté a 500 metros de Ordoño en línea recta y dentro de un mes se vaya a abrir la calle que acabará con la barrera de las vías.

Pese a la parálisis actual, en los buenos años de la construcción se levantaron en la zona pisos de lujo y viviendas de diseño que conviven con los viejos edificios ferroviarios. «Tardará, pero yo creo que llegará. No hay otra zona de León a 10 minutos de Ordoño y eso es futuro», señala el presidente de la asociación de comerciantes, Dalmacio Castro.

Castro optimista, aunque reconoce que «llega en el peor momento». La zona de Doctor Fleming, sobre todo, ha sufrido como ninguna otra el azote del mal momento económico. «Casi es un milagro. Por fin ha llegado y yo espero que el barrio se vaya modernizando», comenta.

Esa situación crítica es más que evidente a un lado y otro de las vías. Tiendas de toda la vida cerradas, bares que hicieron historia como el Norte con la trapa bajada... Apenas resisten una ferretería y otro bar junto a los nuevos negocios de todo a cien, tiendas de chinos y compra-venta de oro, los únicos que han abierto en los últimos años.

Todos han sufrido la barrera del tren. Hasta los papones de la cofradía del Perdón, que tenían que pasar las vías con sus pasos y tronos camino del centro desde su iglesia de La Vega. Durante años, recuerda Roberto Fernández, tuvieron que esperar cuando se bajaban las barreras. Las fotos de esos momentos son hoy parte de la historia de la Semana Santa leonesa.

El secretario provincial de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández, comenta que muchos vecinos del Crucero decían que iban a León cuando pasaban las vías. «Era tal la separación física del barrio que muchos pensaban que no vivían ni en la ciudad». El movimiento vecinal, del que Ignacio Fernández formó parte en los años 70 y 80, fue más reivindicativo en el Crucero que en otros barrios por varias razones. «Era, y es un barrio de gente trabajadora, pero sobre todo era un barrio con más problemas. El paso a nivel es el ejemplo más palpable». Hoy, a ese aluvión de las gentes del campo a la ciudad se ha sumado otro nuevo fenómeno: El Crucero es una de las zonas de León donde conviven más culturas de inmigrantes.

Nada será igual. La Mikado, símbolo de la herencia ferroviaria de León, echó el cierre a la barrera que subía y bajaba varias veces al día. «Es el único tren que tenía que seguir pasando, pero no la dejan», comenta otro vecino.

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