Diario de León

Periodista y alcalde | miguel castaño quiñones

El hombre ignorado

La ‘autopsia’ vital del republicano relata cómo un niño humilde se convierte en director y propietario de un influyente periódico

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

 

Si han salido a la luz nuevas aportaciones sobre la historia de la represión en León tiene mucho que ver con la investigación de tres años que ha llevado a cabo el autor en torno a la vida de Miguel Castaño, una figura, si no olvidada, al menos desconocida por la mayoría. Le recuerda una céntrica avenida en el callejero de la capital, pero detrás de este nombre y su carrera hay una intrahistoria conmovedora.

 

Miguel Castaño Quiñones procede de un ambiente muy humilde. Su madre servía en una casa de la ciudad y, en consecuencia, pasó toda su infancia con la abuela, quien se hizo cargo de su educación. Se desconoce la identidad del padre. Tuvo una vida llena de superaciones, hasta que en noviembre de 1936 se ejecutó su sentencia de muerte por razones políticas. A los dieciocho años empezó a trabajar en el periódico La Democracia , editado en León. Lo hacía como operario en la imprenta. Años más tarde sería su director y propietario. «Venía de la nada», subraya el autor del libro que pretende «situar a Miguel Castaño donde debería haber estado siempre», en palabras de Carlos J. Domínguez. Ese lugar es la memoria colectiva. Por eso este libro, y ahora, cuando se han cumplido recientemente los 75 años de la muerte del hombre que fue periodista y fue alcalde de la ciudad, un cargo al que llegó de una manera un tanto casual y después de que abandonasen el Ayuntamiento los anteriores alcalde y teniente de alcalde. La intensidad de su vida queda reflejada en los momentos de su muerte. Miguel Castaño, tras ser apresado y enjuiciado sin defensa posible, pasó varios meses encarcelado en una especie de corredor de la muerte, esperando la nulidad de su condena. Nunca ocurrió. A las cuatro de la madrugada del 21 de noviembre de 1936 fue reclamado por los vigilantes. El protocolo para este tipo de ejecuciones colectivas ya era rutinario, así que a eso de las cinco y media de la mañana, un camión maltrecho trasladaba a Castaño y a otros catorce hombres más hasta Puente Castro. El recorrido hasta el campo de fusilamiento se hace interminable. Un joven acompaña a estas víctimas desde que han salido de la prisión. Es Tristán Falcó y Álvarez de Toledo, su ejecutor, obligado a revisar cada paso de esta operación. A las siete de la mañana ordenó fuego. En ese momento terminaba la pesadilla republicana en León, pero empezaban una guerra civil de tres años y cuatro decenios de dictadura.

tracking