Diario de León

león lucha por la minería. nueva jornada en el pozo

Los contrastes del carbón

El corresponsal del «Berliner Zeintug» visita a los encerrados y coincide con ex mineros que emigraron de Extremadura.

Juan Pedro Araújo y José Nevado, observan como llevan el rancho a los encerrados.

Juan Pedro Araújo y José Nevado, observan como llevan el rancho a los encerrados.

Ponferrada

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Dejaron Valencia de Alcántara, en la provincia de Cáceres, hace cincuenta años. Trabajaron en la mina, uno de ellos estuvo un tiempo en una fábrica de Roca en Madrid antes de volver. Y ayer, hermano mayor y suegro de uno de los siete mineros encerrados en Santa Cruz, compartían asiento, cachaba en mano, en una banca de madera.

Juan Pedro Araújo, hermano del encerrado en el pozo José Araújo, y José Nevado, el suegro, esperaban a la sombra. Esperaban sabiendo que ni José, ni sus seis compañeros saldrían ayer de la mina. Difícil que lo hagan hoy, que se cumplen 37 días, o mañana o pasado. Pero el momento llegará, quizá después de batir algún récord como los 45 días del pozo Calderón, hace ahora 20 años y coincidiendo con la primera Marcha Negra hacia Madrid.

«Ya reventará por algún lado», decía Juan Pedro, que trabajó en la desaparecida Antracitas de Gaiztarro entre 1971 y 1998, primero como ayudante minero, después como maquinista de tracción y finalmente como entibador. A su hermano y a los seis encerrados les pide «que aguanten, hasta arreglar esto, porque no hay otra solución».

Juan Pedro llegó a la cuenca minera del Sil siguiendo la estela de otros paisanos de Valencia de Alcántara como José Nevado, que no ha perdido el acento extremeño. «Esto era una cadena, ya tenía una hermana que vivía en Villamartín y acabamos viniendo tres hermanos».

Y los dos, Juan Pedro y José, se giran mientras de la boca de la mina emerge un tren con una vagoneta donde viajan el periodista alemán Martin Dahms, vestido de minero inmaculado, y su ayudante española Rosa Moral. Dahms, corresponsal en Madrid del Berliner Zeitung y de otros cuatro periódicos del grupo Berliner Verlag, lleva 18 años trabajando como periodista en España y acaba de bajar a la mina para hablar con los encerrados. No es el primer corresponsal extranjero que lo hace. Pero llama la atención su acento alemán, el país que abandera las políticas de austeridad en Europa.

Dahms cree que hasta ahora, el conflicto minero está pasando más inadvertido de lo que le gustaría a los mineros, diluido en la crisis general, pero empieza a creer que puede ser «un símbolo de lo que está pasando en España». Y opina del conflicto. «La minería no es una industria sostenible durante mucho tiempo, pero existía un plan de reconversión cuando ha venido el trallazo». Y reconoce que su presencia en Santa Cruz para informar a los lectores alemanes de lo que pasa con el carbón español obedece a las fotos de mineros disparando cohetes a los antidisturbios, que han tenido una difusión internacional. En el pozo le han dicho que de otra forma, nadie les haría caso.

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