Diario de León

La difícil independencia catalana

La reforma constitucional o un referéndum pactado con el Gobierno son las únicas vías. Los soberanistas sueñan con el día después de la ruptura, pero no saben cómo hacerlo.

Artur Mas ha llamado a su partido a cerrar filas en torno al objetivo del Estado propio.

Artur Mas ha llamado a su partido a cerrar filas en torno al objetivo del Estado propio.

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cristian reino | barcelona
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Cataluña independiente. Los catalanes que quieren viajar a España necesitan pasaporte, y los españoles que hacen el camino inverso tienen que hacer lo mismo. Además unos y otros deben cambiar de moneda. Un escenario que ha pasado de ser inimaginable a estar encima de la mesa.

Y es que nunca antes en la historia reciente de Cataluña una manifestación como la que el martes reunió a millón y medio de personas en Barcelona produjo semejante impacto político. Fue un punto de inflexión, un antes y un después en las relaciones entre Cataluña y el resto de España.

Durante los días que han seguido al tsunami independentista de Barcelona, en Cataluña se han sucedido los debates sobre el día después de la independencia. ¿Quién pagará las pensiones?,¿Seguirá el Barça en la liga española y continuará enfrentándose al Real Madrid?¿La independencia expulsará a Cataluña de la UE? ¿Qué moneda sustituirá al euro? ¿Volverá la peseta? La mayoría de las preguntas, parafraseando al presidente del Gobierno catalán, aún no tienen respuesta.

Hasta que se levanten las fronteras del Ebro, todavía serán necesarios unos cuantos y arduos procesos jurídicos. Y sobre todo políticos, ya que la Constitución no contempla ningún mecanismo que abra la puerta a la segregación de una comunidad. Por tanto, la independencia, de producirse, debería llegar a través de la negociación política. Para que Cataluña pueda emprender la senda de la separación, según Josep María Reniu, profesor de Derecho Constitucional y Ciencia Política de la UB, hay dos caminos.

Los caminos

Si hubiera buen entendimiento y buenas relaciones entre Cataluña y el Gobierno central, podría llegarse a un acuerdo político que permitiera un referéndum de autodeterminación, más o menos como la vía escocesa. A su juicio, sería la opción política más fácil. No así jurídicamente «porque ahí los constitucionalistas entrarían al trapo». Y una segunda manera, planteada «desde un punto de vista más estricto», según Reniu, debería tratar de arbitrar algún mecanismo de reforma constitucional para que se pudiera incorporar una fórmula para abandonar el estado español, como ocurre en Canadá con Quebec y la ley de claridad.Ibarretxe en 2005.

López Bofill apunta una tercera vía, la más radical y rupturista, que consistiría en la celebración de un referéndum soberanista al margen de la legalidad, que se culminaría con una declaración unilateral de independencia por parte del Parlamento de Cataluña. En principio, el Gobierno de Artur Mas no contempla está última vía. «No nos hemos vuelto locos, no nos hemos subido a ninguna colina», dijo en Madrid. El presidente de la Generalitat siempre ha dicho que sin una mayoría amplia no puede haber «plenitud nacional». Y hoy por hoy, a la vista de las encuestas, ese respaldo no se da.

La gran duda es saber con qué programa concurrirá CiU a las elecciones. Si lo hace con un ideario independentista, las tensiones entre CDC y Unió pueden ser históricas, por lo que no es descartable que la federación nacionalista, como siempre, juegue con los eufemismos y la ambigüedad.

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