Diario de León

Roshan Hamal Khan

La bandera de Al Qaeda en León

Máxima vigilancia en la cárcel de Mansilla para evitar el proselitismo entre los islamistas radicales. Hay una veintena de presos árabes con «seguimiento especial» más dos terroristas con un severo régimen penitenciario: uno por robar chalés para financiar a Al Qaeda y otro por planear un atentado en Barcelona.

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marco romero | león
León

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«Hay una rutina de control muy estricta: se vigila con quién hablan, cómo y por dónde se mueven y muchas otras cosas que no se deben contar», comentan de manera velada desde la prisión de Mansilla de las Mulas. En este centro penitenciario hay una veintena de presos musulmanes con tendencias yihadistas a los que se realiza un «seguimiento especial» para evitar la radicalización islamista dentro de la prisión, ya que, según la misma fuente, todos ellos se encuentran en módulos ordinarios y hacen una vida penitenciaria normalizada. Excepto dos, que están encuadrados en el régimen penitenciario más severo. Se trata del argelino Fhathi Abdallah, detenido en el año 2005 por varios asaltos en chalés de la Costa del Sol que financiaron asesinatos de Al Qaeda en el norte de África, y del hindú Roshan Hamal Khan, detenido en el 2008 en Barcelona junto al grupo de pakistaníes que planeaba un atentado en el metro de Barcelona.

Una vez en prisión, ellos no son el problema, sino los internos radicales con regímenes penitenciarios más flexibles. «Está controlado», comenta el director del centro, José Manuel Cendón, pero remarcando las comillas. «La prisión es caldo de cultivo para los procesos de radicalización de los internos de origen árabe, ya que muchos de ellos vienen de la marginalidad. Pero, desde luego, se está vigilando a fondo», subraya. Lo cierto es que tras el 11-M se comenzó a desarrollar una política de control y prevención frente a la posible formación de grupos dentro de la cárcel que pudieran servir de reclutamiento o de apoyo a grupos vinculados con estos movimientos. «En cuanto se detecta el mínimo indicio se separa a los internos y se les cambia de módulo, principalmente si sospechas que hay un cabecilla», explica Cendón.

No a otro Topas

Se trata de evitar, por ejemplo, la red de captación que se destapó en la cárcel de Topas (Salamanca) a principios de la pasada década y que tuvo como consecuencia una operación iniciada en el año 2004 en la que fueron procesadas 20 personas que habían sido adoctrinadas dentro de la prisión. La Audiencia Nacional dio por acreditado que dichos acusados formaron un grupo islámico radical adoctrinado en la ideología yihadista preconizada por el Frente Islámico Internacional, que lideraba el desaparecido Osama bin Laden. El grupo, integrado por argelinos, marroquíes y mauritanos, se formó después de que varios de ellos coincidieran como presos comunes en la cárcel de Topas. El adoctrinamiento se extendió a reclusos de otras prisiones e incluyó contacto epistolar con militantes del GIA (Grupo Islámico Argelino), responsables de delitos terroristas. Tiempo después, el Tribunal Supremo sólo ratificó la condena a seis de ellos, absolviendo a los otros 14. Pese a ello, aquella actuación fue una llamada de atención sobre el grave peligro de radicalización que tienen estos reclusos en un ambiente de fuerte tendencia al proselitismo.

Es precisamente en Topas donde este periódico ha encontrado el primer dato relevante sobre Fathi Abdallah, uno de los dos prisioneros de Mansilla de las Mulas condenado por colaborar con organizaciones islámicas radicales. Fathi, argelino de origen, entró en la cárcel una decena de veces entre 1990 y el 2003, siempre en relación a delitos comunes cometidos en Málaga, Fuengirola, Torremolinos y Granada. Cumplió parte de su condena en Topas, donde fue aleccionado por Abdelhakim Fekkar alias Hakim o Abu Lina, un ex obrero de la construcción condenado por el asesinato frustrado de su jefe y que dentro de la cárcel actuaba como imán. Lograron crear un grupo radical que les obligaba a apoyar la guerra santa o yihad .

Joyas para asesinar

Ya fuera de prisión, Fathi Abdallah y el resto de salafistas se asentaron en diversas localidades de la Costa del Sol. Allí habría nacido la banda de atracadores bautizada como el Grupo de la Verdad. Asaltaron chalés y viviendas de lujo. Una investigación policial vincula la venta de las joyas y relojes con la financiación de decenas de asesinatos de Al Qaeda en Argelia y Mauritania. Fathi Abdallah se habría convertido en este tiempo en el líder de la célula salafista de la Costa del Sol, el jefe del grupo de apoyo financiero en España. Fue detenido en diciembre del 2005 en Málaga, acusado de proporcionar miles de euros a los terroristas de Hakim gracias a los robos de mansiones. Una de las primeras viviendas que robaron en Cádiz fue la del torero Jesulín de Ubrique, a la que después siguieron muchas otras en toda la costa mediterránea. La recarga de varios teléfonos móviles con una tarjeta robada fue el detonante para las detenciones practicadas por la Guardia Civil.

No se conoce mucho más sobre el argelino Fathi Abdallah. Las intervenciones telefónicas realizadas por los agentes destaparon en su momento la relación extracarcelaria de Fathi con su contacto Abdelhakim Fekkar, imán en Topas y supuesto integrante del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) en Argelia. Durante estas conversaciones, el antiguo imán habría confesado su participación en acciones terroristas, mientras que Fathi, el reo que permanece actualmente en la prisión de Mansilla de las Mulas, dejaba ver sus prejuicios, en concreto con la homosexualidad. «[En el sermón del viernes] se habló de señales previas al fin del mundo, siendo una de ellas la propagación de la homosexualidad», comentó el argelino a su correligionario cuando le explicaba los comentarios realizados por el imán en la mezquita tras la aprobación de la ley de matrimonios homosexuales en España.

El sueño del argelino

El periodista José María Irujo, autor de libros especializados en la yihad como El agujero , ha desvelado uno de los sueños del reo de Mansilla. El 1 de julio del 2005, Fathi explicaba por teléfono al ex imán Abu Lina algo que le perturbaba por las noches: «Soñé que salían tres guardias civiles, me ponían la luz verde y empezaban a hablar conmigo. Se habían enterado de que circulaba con un coche que está a nombre de uno de Barcelona. Hablé adecuadamente y después se fueron». Fathi Abdallah fue detenido en diciembre del 2005 en el marco de la Operación Green, desarrollada en España, Francia y Suiza. A pesar de haber entrado diez ocasiones por delitos menores, el argelino jamás fue deportado por parte de Interior.

Con menos pena

El segundo interno de Mansilla de las Mulas condenado por su colaboración con el terrorismo yihadista es el hindú Roshan Jamal Khan, originario de Bombay. Su caso resulta confuso, pero la conclusión es que fue inicialmente condenado a ocho años y medio de prisión por formar parte del grupo que planeó un 11-M en Barcelona, condena que finalmente fue reducida a seis años porque no se pudo probar el intento de atentado, tan sólo su colaboración con la organización terrorista Al Qaeda. Fue detenido durante la celebración de una reunión en una mezquita de la calle Maçanet de Barcelona, donde fueron intervenidos explosivos, y, al menos en una ocasión, participó junto con Maroof Ahmed y Mohamed Ayub en reuniones con expertos en explosivos.

Tal y como figura en su sentencia, dictada por un tribunal de la Audiencia Nacional presidido por el juez Javier Gómez Bermúdez, entre finales del 2007 y principios del 2008 un grupo de personas de origen pakistaní e hindú se fue radicalizando en su ideología hasta el punto de decidir seguir los postulados de la violencia y en el empleo de la yihad , preconizados por el líder talibán Baitullah Mehsud. Tras contactar con dirigentes de este grupo vinculado a Al Qaeda y localizado en Pakistán, tomaron la decisión de llevar a cabo una acción violenta, empleando material explosivo en el metro de Barcelona con el fin de provocar un elevado número de víctimas. Una operación de los servicios de inteligencia españoles habría paralizado el atentado terrorista. Entre los indicios que después se aportaron al juez está una bolsa que el grupo salafista tiró a la basura, en la que había todo tipo de restos de componentes para confeccionar artefactos explosivos, caso de alambres, pilas, temporizadores, pólvora de bengalas, trozos de cable y 783 perdigones para armas de aire comprimido. La lectura del sumario salpica de una manera casi tangencial al hindú Roshan Jamal Khan. Tanto que su abogado, el popular Jacobo Teijelo, asegura que los informes periciales demuestran que «de aquel material sólo podrían salir luces y colores».

Movimiento por un reo

Desde diciembre del 2009, cuando fue condenado, la familia de Roshan Jamal Khan se ha movilizado a varios niveles para conseguir su excarcelación. En Internet ha creado un blog, en el que han colgado los principales documentos judiciales que le atañen, incluidas las sentencias condenatorias. También introducen documentos que pretenden convencer de que este hindú, padre de seis hijos de entre once y 20 años, llegó a España para dedicarse al comercio de aceite. Su llamamiento llegó hasta Amnistía Internacional, pero la organización ha decidido no involucrarse. Quién sí lo hizo fue el actual ministro hindú de Asuntos Exteriores, que en su momento estuvo en comunicación con el Gobierno español. Roshan Jamal Khan continúa en la prisión de León. También ha habido recientes movimientos de la prensa hindú para remover una posible revisión del caso. «Pero es complicado, teniendo en cuenta que a estos presos les niegan todo tipo de permisos o beneficios penitenciarios», indicó Teijelo, abogado defensor de Abu Dadah, también reo en su día en la prisión de León y condenado por ser el cerebro de Al Qaeda en España.

Su ubicación dentro del centro penitenciario, como la de Fathi Abdallah, se encuentra en un módulo especial con celdas individuales y un patio propio. Es el rincón más duro de Villahierro. Así describe esta zona un trabajador del centro.

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