Diario de León

De Afganistán al Sahel

El final de la misión de las Fuerzas Armadas más compleja y arriesgada abre la puerta a otro modelo de operaciones en el exterior en lugares amenazados por el terrorismo.

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mateo balín | (colpisa) madrid

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La salida del grueso del contingente militar español desplazado en Afganistán y el final de la misión de seguridad, como se ha desarrollado hasta ahora, han marcado un hito este año para las Fuerzas Armadas. Tras doce años de la operación más dura, compleja y arriesgada, que ha dejado por el camino la muerte de un centenar de soldados y unos resultados inciertos pese a los cientos de millones invertidos en cooperación al desarrollo, el Ejército cerró en septiembre una etapa histórica en el país asiático.

El calendario de retirada comenzó en febrero con la paulatina salida del equipo de reconstrucción provincial de Qala-i-Nao, donde llegaron a estar acuartelados 1.500 efectivos. En septiembre la base española fue cedida al Ejército Nacional afgano y, de forma paralela, comenzó el reto logístico de replegar todo el material militar llevado allí durante doce años.

La nueva fase de transición dejará un reducido contingente en Herat y Kabul de medio millar de uniformados, con tareas centradas en la formación y el asesoramiento cívico-militar pero sin el riesgo de las operaciones de seguridad. Todo ello con un presupuesto menor, alejado del millón de euros diarios que llegó a costar esta misión.

Rumbo a Malí

Pero la salida de Afganistán también supone el broche de un modelo de operaciones de carácter ofensivo, con cientos de soldados sobre el terreno que asumen labores de seguridad arriesgadas y costosas.

Ahora, las misiones tiene un enfoque integral, impulsadas por organismos supranacionales (UE, Otan) y cercanas a nuestras fronteras. El objetivo es la fuerza rápida de despliegue en aquellos países fallidos amenazados por el terrorismo, por ejemplo. Y en una segunda fase las tareas de formación y capacitación de sus tropas. Este es el caso de la presencia de España en Malí o la nueva etapa de la operación Atalanta contra la piratería en el golfo de Adén.

El 18 de febrero, la UE aprobó el desembarco en el Sahel durante 15 meses y el Gobierno acordó el envío de más de medio centenar de efectivos a la misión EUTM-Malí. Posteriormente, en junio, se amplió a otro medio centenar entre instructores, personal de apoyo y fuerza de protección.

En la misión de Líbano, y pese a la guerra en la vecina Siria, los planes de la ONU pasan por reducir de forma drástica la presencia de cascos azules en la frontera con Israel, donde se mantienen desde 2006. En el caso del Ejército español, en mayo se produjo un repliegue que ha dejado el contingente en menos de 700 militares, cuando llegó a disponer del doble.

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