Diario de León

El euroescepticismo y la indiferencia amenazan el sueño de la integración

Según el Eurobarómetro, solo un 23% de los . españoles confía en el Parlamento Europeo.

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Ander Azpiroz | Madrid
León

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Seis años de crisis se ha llevado por delante la confianza que los europeos mantenían en la Unión. Tanto, que las encuestas para las elecciones al Parlamento de Estrasburgo del próximo 25 de mayo vaticinan una abstención sin precedentes y la entrada en la cámara de un número récord de diputados euroescépticos.

Pese a ser históricamente uno de los países más favorables a la integración europea, España tampoco es ajena a la corriente de descontento con los 28. Los datos del último Eurobarómetro son concluyentes. Solo un 19% de los españoles confían en la labor del Banco Central Europeo. En octubre de 2008, justo antes de que la crisis golpeara con toda su fuerza, el porcentaje de los encuestados que valoraba positivamente al organismo supervisor ascendía al 50%.

El resto de instituciones comunitarias tampoco se salva del descrédito. La Comisión Europea solo está bien vista por un 23% de los españoles, por el 52% de hace seis años. En lo que respecta al Parlamento Europeo, el porcentaje actual es de un 23% de apoyos frente al 57% de 2008.

Para José María de Areilza, autor de Poder y Derecho en la Unión Europea (Civitas – Thomsom Reuters) y cátedra Jean Monet-Esade, «el proyecto europeo que se inició tras la Segunda Guerra Mundial cumplió sus objetivos a principios del siglo XXI. Se logró instaurar la paz y la prosperidad». Y tras el 2000, llegó el momento de afrontar nuevos retos para los que la UE ha dado muestras de no estar lo suficientemente preparada. Estas lagunas son las que han desembocado en, por un lado, el euroescepticismo y, por otro y más importante para De Areilza, la indiferencia del electorado. «Es muy preocupante que el ciudadano pase a percibir la Unión Europea como parte del paisaje», advierte el profesor de Esade.

El más importante de todos los desafíos a los que se enfrentan los 28 es la recesión económica, que durante un tiempo ha hecho tambalearse la moneda única. Citando al inversionista Warren Buffett, De Areilza recuerda que «solo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo». Eso es precisamente, añade, lo que le ha sucedido a Europa. No obstante, han sido estas mismas dificultades las que han hecho que Bruselas despierte de su letargo, aunque con retraso, y dé un nuevo impulso al proceso integrador, tanto a nivel económico como político.

Pero la actual desafección hacía Bruselas no solo responde a los efectos de la recesión. Junto a ella se han dado otros fracasos, como son la incapacidad para digerir una ampliación hacia el este que supuso la incorporación de 13 países del antiguo bloque comunista, el fracaso en aprobar una Constitución Europea o la ausencia de una acción exterior común.

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