Diario de León

LA REFORMA PSIQUIÁTRICA

Aquilino vence a Santa Isabel

La reforma psiquiátrica permite a 50 pacientes del centro leonés rehacer su vida en pisos tutelados

Aquilino del Valle con su psiquiatra, Roberto Martínez, y con la trabajadora social que coordina los pisos de Alfaem, Vanesa Granja, a la puerta de Santa Isabel

Aquilino del Valle con su psiquiatra, Roberto Martínez, y con la trabajadora social que coordina los pisos de Alfaem, Vanesa Granja, a la puerta de Santa Isabel

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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Aquilino se queda mudo cuando recuerda el día que llegó a Santa Isabel. Pone la mano en la garganta y luego dice: «Pensaba: de aquí no salgo». Pero salió. Después de once duros y largos años pudo dejar atrás el hospital psiquiátrico y empezar una nueva vida. La batalla que ha ganado es ajena a la pelea entre la Junta y la Diputación por las competencias, que se zanjó el 30 de julio en un pleno provincial.

En Santa Isabel se ha escrito, día a día, desde 1911 la historia de una reforma por la dignidad de las personas con enfermedad mental. Pero esa no figura en actas plenarias, sino en la vida de gente como Aquilino. «Te da un respeto, después vas conociendo a la gente, a las personas y tiene su valor. Cada uno tiene un punto de vista, una forma de vida», cuenta. Su médico «ha sido una pieza clave», apostilla Vanesa Granja, coordinadora de la red de viviendas de Alfaem para personas con enfermedad mental.

Roberto Martínez de Benito es uno de los psiquiatras que llegó a Santa Isabel en 1991, mientras se negociaba la transferencia del viejo manicomio a la Junta de Castilla y León. En estos 23 años se ha escrito, en silencio, historia en mayúsculas en la atención a la salud mental en León.

«Se ha sacado a los pacientes que no tenían una enfermedad psiquiátrica a residencias, en el caso de los mayores, y a centros específicos de retraso mental y se ha puesto en marcha una red alternativa de alojamiento en la que Alfaem y Servicios Sociales tienen un papel clave», apostilla el jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital de León, Javier Álvarez.

Actualmente hay 12 pisos en toda la provincia y está previsto abrir dos más antes de que finalice el año. Asimismo, en 2015 estará terminada, al fin, la residencia de Alfaem con 45 plazas para personas con enfermedad mental que, bien por edad, bien porque carecen de la autonomía necesaria para la convivencia en pisos esperan un nuevo hogar.

«Santa Isabel no tiene nada que ver con lo que era, aunque sigue estigmatizado. Había 500 pacientes sin más diferenciación que el pabellón de hombres y el de mujeres y contaban con tres psiquiatras», afirma Álvarez. Ahora son 106 personadas atendidas en cuatro unidades especializadas —dos de ellas de referencia regional— con cinco psiquiatras y cuatro psicólogos, dos terapeutas ocupacionales, tres trabajadores sociales y personal de enfermería.

Aparte de las personas que estaban ingresadas indebidamente en el psiquiátrico se ha conseguido dar alojamiento alternativo y, por tanto, «desinstitucionalizar» a otro medio centenar. Aquilino del Valle, de 38 años, es uno de los protagonistas de la ‘nueva psiquiatría’ que se practica en Santa Isabel.

Cuando ingresó todavía no se había creado la Unidad de Rehabilitación Psiquiátrica de Larga Estancia, de 2002. Su pronóstico iba para largo. «Hice terapia y luché hasta conseguir meterme en un piso. Mi meta era luchar y salir adelante, hacer vida normal. No me creo ni yo lo que he conseguido», afirma.

El 9 de marzo del 2010 es una fecha histórica en su memoria personal. Fue el día que entró en la vivienda de Alfaem en Carbajal de la Legua. Han pasado más de cuatro años «y no he vuelto a ingresar ni una sola vez».

Romper las cadenas

Hay un antes y un después. «Allí intentabas pasar el tiempo, aunque traté de disfrutarlo y no estar esclavo. La enfermedad es una esclavitud, es una putada», añade con una sinceridad conmovedora.

«Ahora llevo una vida totalmente diferente, que no la cambio: me levanto, desayuno, me ducho, hago las tareas de casa, voy a San Cayetano, me tomo un café, leo los periódicos, como una persona normal», explica. De Carbajal se trasladó a un piso más céntrico en la capital cuando se ofrecieron: «Tenemos la farmacia, el bar, el centro comercial, el ambulatorio... Todo al lado». El único inconveniente era tener que comer en San Cayetano, pues asiste al centro ocupacional La Senda de Alfaem.

Problema solucionado. Por 20 euros compró una bicicleta de segunda mano y en un pispás llega al centro ocupacional. Y piede comer en casa. Vive con otras tres personas. Son dos chicas y dos chicos y se turnan semanalmente para hacer comidas y tareas domésticas. «Lo que pasa es que pasé de pagar 53 a 150 euros», apostilla. Aunque inicialmente empezó aportando mensualmente casi 200 euros de sus escasos ingresos.

«No me arrepiento, ahora con la bici voy a mi ritmo», apostilla. Su aspiración es depender cuanto menos posible de los fármacos. Sabe muy bien, lo dice él, que «sin medicación, la esquizofrenia es una bomba». Pero hay esperanza de vivir con menos fármacos si no se reproducen los brotes. «Yo estuve sin medicar desde los 19 años, que vine de la mili y ya tenía la enfermedad, hasta los 27 y cuando entré en el hospital estaba fatal. Estuve ocho meses en la unidad de agudos y dos meses atado, mirando al techo sin poder pedir ni un agua...».

La reforma andaba a zancadas en el psiquiátrico y en la calle mientras la Junta y la Diputación se peleaban por las ‘competencias’. O más bien por deshacerse de ellas, en el caso de la institución provincial.

«El primer paso era intentar que la población interna pudiera acceder a volver a la comunidad y sacar a las personas con deficiencia mental o de geropsiquiatría», apunta Martínez de Benito. El psiquiátrico estaba desgajado del complejo hospitalario hasta que se crea Sacyl y se integra en la red de asistencia especializada. Tampoco había un trabajo de coordinación con los Servicios Sociales.

La Unidad de Rehabilitación fue desde el primer momento el «motor de cambio» del hospital. Allí se entrenan habilidades para volver a retomar la convivencia en la sociedad y cuando los pacientes salen de Santa Isabel pasan a ser vistos por los equipos de Salud Mental distribuidos por la ciudad.

Actualmente el Hospital Santa Isabel tiene una Unidad de Convalecencia Psiquiátrica, hasta cuatro meses, en la planta baja. En la primera planta se ubica la Unidad de Patología Dual (retraso mental y trastorno psiquiátrico) de ámbito regional y con 16 plazas. La Unidad de Rehabilitación de Media Estancia tiene 35 plazas y 27 pacientes en la actualidad y ocupa la segunda planta y, por último, en la tercera planta, se encuentra la Unidad de Larga Estancia, también de referencia para la toda la Comunidad Autónoma, cuenta con 50 plazas y 47 pacientes.

El 43% de las plazas del hospital están ocupadas por personas que precisan una estancia larga, pero se piensa que muchas de ellas estarían mejor en residencias y, en algún caso, en pisos tutelados. «Fue un logro pasar de 3-4 ocupantes por habitación a dos», comenta el médico.

En 2012, dentro de la Unidad de Rehabilitación de Larga Estancia, se crea una comunidad terapéutica cuya filosofía de atención es que «la persona esté más involucrada en las decisiones sin quitar los cuidados hospitalarios», precisa Martínez de Benito.

Las miras están puestas en los pisos a punto de abrir y en las residencias. Cinia, en La Virgen del Camino, atiende a pacientes de toda la Comunidad y en el futuro la de Alfaem, en la última fase de construcción, se centrará en pacientes de León. Santa Isabel cuenta con un piso de transición dentro del hospital y dos pisos más en la ciudad de León. «Todas las personas que hacen el circuito por Santa Isabel antes de entrar en la vivienda se adaptan mejor», apunta Vanesa Granja. Médicos y pacientes preguntan por los pisos en Santa Isabel.

Algunos pacientes se acercan y saludan a Aquilino. «¿Qué tal, tío?», le dicen. «Bien», responde él. En el pasillo quedó su retrato como el de otros pacientes que han posado para los artistas que colaboraron con el centro en una actividad de arteterapia. Aquilino regresa cada mes, pero a la consulta con su psiquiatra que también está disponible para acudir al piso si lo precisa. «Aún no le he tenido que llamar», dice aliviado el hombre.

Su caso es paradigma de la nueva psiquiatría que trajo la reforma de Santa Isabel. «Nos hemos esforzado por estar en contacto con otras instituciones y servicios para hacer una psiquiatría comunitaria, de modo que Santa Isabel es uno de los psiquiátricos modélicos de la Comunidad», afirma Javier Álvarez resaltando el papel que ha ejercido el director, el psiquiatra Jesús Morchón.

Los pacientes vivían ajenos a la trifulca entre Junta y Diputación por las «competencias impropias» que resultaron no ser tales hasta el 30 de julio.

Ahora, igual que Aquilino con su bicicleta, la reforma psiquiátrica sigue andando y el futuro del hospital Santa Isabel está por escribir. Se impone la psiquiatría comunitaria. No todos pueden salir. «Hay gente que lleva allí 30 años. Ahora estoy libre y me dan ganas de estar allí y me doy un paseo, es agradable vivir en un piso con gente a la que tienes un respeto y así, cada día un poco, y otro poco. Me digo: A ti te voy a ganar yo, esquizofrenia», afirma este hombre que, más que la Diputación, le ha ganado la batalla a a Santa Isabel. ¡Enhorabuena!

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