El chivatazo de un guardia civil estuvo a punto de dar al traste con la operación
La operación Púnica anduvo muy cerca de frustrarse la pasada primavera por el chivatazo de un guardia civil. Según han revelado mandos de la investigación, poco después de que, el pasado febrero, Anticorrupción informara al instituto armado de que la Fiscalía de Laussane les había comunicado que Francisco Granados y David Marjaliza tenían cuentas en Suiza y que iban a ser investigados por blanqueo, un guardia civil se apresuró a avisar al ex consejero madrileño de las pesquisas abiertas en Laussane y de que la Fiscalía española había ordenado a la Unidad Central Operativa seguir la pista de los negocios del ex político y el empresario por toda España.
El agente, que ya ha sido imputado por revelación de secretos, fue descubierto gracias a la infinidad de pinchazos telefónicos que el juez Eloy Velasco ordenó a la mayoría de los sospechosos a partir del pasado junio.
Varios de los ahora detenidos en aquellas escuchas expresaron sus temores sobre las investigaciones en marcha y revelaron que el origen de sus miedos venía del chivatazo del guardia civil al ex vicepresidente de Madrid. Hay una curiosa coincidencia temporal: el soplo se produjo en las mismas fechas en las que Granados anunció su salida de la política y renunció a sus escaños en el Senado y en la Asamblea de Madrid.
Los funcionarios, entre otros muchos domicilios, oficinas e instituciones registraron ayer las casas de los detenidos, los ayuntamientos de Parla, Collado, Torrejón de Velasco, Casarrubuelos, Serranillos o Móstoles.