Diario de León

El rey invita a cortar la corrupción de raíz y a mantener la unidad de España

Felipe VI no menciona a la infanta Cristina pero pide que no haya tratos de favor.

El rey comparece desde el Palacio de La Zarzuela en su pimer mensaje navidadeño.

El rey comparece desde el Palacio de La Zarzuela en su pimer mensaje navidadeño.

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paula de las heras | madrid
León

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Felipe VI no pudo abstraerse en su primer discurso de Navidad, centrado en la lucha contra el paro y la corrupción, la garantía del estado de bienestar y el reto soberanista catalán, de la situación judicial en la que se encuentra su hermana Cristina, procesada por el juez José Castro como cooperadora necesaria del fraude fiscal cometido por su marido, Iñaki Urdangarin. Evitó mencionarla de manera explícita, pero, en un tono similar al que ya empleó don Juan Carlos en 2011, cuando dijo que «la justicia es igual para todos», el Rey pidió confianza en el sistema pero también «una profunda regeneración de nuestra vida colectiva» y la implicación de todos para «cortar la corrupción de raíz y sin contemplaciones», porque hizo suya la «indignación» y «desencanto» que muestran los ciudadanos.

«Es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas; eso es una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de Derecho. Como es verdad también que la gran mayoría de los servidores públicos desempeñan sus tareas con honradez y voluntad de servir a los intereses generales -subrayó-, pero es necesario, también y sobre todo, evitar que esas conductas echen raíces en nuestra sociedad y se puedan reproducir en el futuro».

«Los ciudadanos —añadió— necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el mundo», ha reclamado.

El de la corrupción fue, pues, el primer eje de su discurso, el único, junto al de proclamación y al de la entrega de los premios Príncipe de Asturias, que se escribe en Zarzuela y supervisa el Gobierno y no al contrario. Pero el rey también habló de economía en una línea optimista, no distante de la del Ejecutivo, aunque con matices. «Los índices de desempleo son todavía inaceptables y frustran las expectativas de nuestros jóvenes y de muchos más hombres y mujeres que llevan tiempo en el paro. Es cierto que nuestras empresas son punteras en muchos sectores en todo el mundo; pero también lo es que nuestra economía no ha sido capaz, todavía, de resolver de manera definitiva este desequilibrio fundamental», reconoció.

Aún así, subrayó que las magnitudes macroeconómicas mejoran y que se recupera el crecimiento y la creación de empleo, datos, dijo, que suponen «una base nueva para la esperanza en que en el futuro, puedan generarse de forma sostenible muchos más empleos y, especialmente, empleos de calidad». Reclamó al Gobierno y a los agentes sociales que trabajen unidos «anteponiendo sólo el interés de la ciudadanía». «Porque la economía -apuntó- debe estar siempre al servicio de las personas». En esa línea, pidió proteger a las personas «más desfavorecidas» y llamó a «seguir garantizando nuestro estado de bienestar». Pero su discurso ha sido menos social que el de su padre en 2013.

Abordó sin tapujos el problema político producido por el auge del independentismo en Cataluña. Don Felipe subrayó que esa comunidad ha contribuido siempre a la estabilidad política de «toda España» y a su progreso económico pero también apeló con insistencia a la Constitución de 1978 y al cumplimiento de las leyes.

«Es evidente que todos nos necesitamos. Formamos parte de un tronco común del que somos complementarios los unos de los otros pero imprescindibles para el progreso de cada uno en particular y de todos en conjunto», destacó.

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