Diario de León

Rajoy y Mas constatan que siguen a años luz

El presidente del Gobierno y el de la Generalitat comparten almuerzo con el primer ministro francés, Manuel Valls, después de siete meses sin verse personalmente .

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cristian reino | barcelona
León

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Una cosa es la cordialidad institucional y otra muy diferente, la sintonía política. El presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy, y el jefe del Ejecutivo catalán, Artur Mas, rompieron ayer el hielo en el castillo de Peralada, en Gerona, después de siete meses sin verse cara a cara. Un periodo, en el que se ha celebrado la votación del 9-N, la Fiscalía se querelló contra el gobernante nacionalista y Mas anunció elecciones plebiscitarias adelantadas. Ambos compartieron mesa y mantel con el primer ministro francés, Manuel Valls, así como con el comisario europeo de Energía, Miguel Arias Cañete, en el marco de la inauguración de la interconexión eléctrica entre Francia y España.

Pero más allá de los saludos protocolarios, el encuentro constató la distancia sideral que separa a los inquilinos de La Moncloa y del Palau de la Generalitat. Escenificó también que a lo largo de este año, con un cargado calendario electroral, se antoja casi imposible que pueda haber acercamiento entre los dos. La cita dejó algunas imágenes de cordialidad entre Rajoy y Mas, pero los puentes de diálogo continúan dinamitados, pues cada uno mantiene su rumbo, irreconciliable respecto al otro, como pudo comprobarse en los discursos que pronunciaron horas antes de su encuentro en Peralada.

Durante la inauguración de la línea de alta tensión, en territorio francés y muy cerca de la frontera española, Rajoy lanzó un mensaje, cuyos destinatarios eran Mas y el independentismo: «Es la hora de derribar fronteras y no de erigirlas». El presidente del Gobierno mantuvo que «el ideal europeo es agregar y no segregar». Casi a la misma hora, Mas, desde Barcelona, señaló que Cataluña es lo que es y ha sido capaz de mantener una identidad a lo largo de los años y tiene una «continuidad histórica», a pesar de los intentos de «agresión» y de «romperle las piernas».

El presidente catalán evitó asistir a la inauguración oficial de la infraestructura eléctrica, cerca de Perpiñán, y solo acudió a la comida oficial celebrada horas después.

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