Diario de León

Constitucionalistas ven en la alta participación un atajo a la secesión

PP, C’S y PSC tratan de movilizar a quienes no votan para dar la sorpresa.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas.

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Colpisa | Barcelona

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Los partidos constitucionalistas de Cataluña, PP, Ciudadanos y PSC, se resisten a dar por perdido el partido del 27-S, en el que la lista independentista ‘Juntos por el sí’, de la que forman parte Artur Mas y Oriol Junqueras, parte como clara favorita. Los contrarios a la independencia insisten en sus llamamientos para lograr una participación histórica en las autonómicas, lo que podría abrir las puertas a una «sorpresa» electoral, según pronostica el candidato del PP, Xavier García-Albiol.

La esperanza de estas formaciones pasa por ser capaces de movilizar a los centenares de miles de catalanes que solo votan en las generales, pero se quedan en casa en las autonómicas, pensando que esos comicios no van con ellos.

Desde 1977, el retrato electoral de Cataluña siempre ha tenido dos caras: la de las generales, que ha primado a los partidos estatales, y la de las autonómicas, que ha mimado a las formaciones nacionalistas, especialmente a CiU. Esta doble personalidad se traduce en altos niveles de participación en los comicios al Congreso (entre el 66% y el 80%) y mucho menor en las catalanas (entre el 54% y el 67%). De ahí que no sorprenda que las dos únicas referencias que ha hecho Mariano Rajoy a las elecciones catalanas desde que el pasado 3 de agosto Artur Mas firmó el decreto de convocatoria hayan sido para llamar a la participación masiva de los catalanes. «Son unas elecciones importantes y hay que votar», dijo el presidente del Gobierno el pasado 4 de agosto. La intención de los dos pesos pesados de la política española, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, de volcarse en la campaña de las catalanas también responde a la lógica de buscar el máximo de movilización.

Sin pronóstico

Diferentes formaciones requeridas se resisten a hacer un pronóstico de cuál puede ser la abstención en el 27-S, porque la situación es muy cambiante en el panorama político catalán. En cualquier caso, las cifras —«las cuentas de la lechera», como ironiza un dirigente de Ciudadanos consultado— pueden ayudar a clarificar el escenario que se plantea para dentro de mes y medio.

Salvo fugas de última hora, el independentismo cuenta de entrada con 1,8 millones de votos bastante fieles. Se trata de un grupo de población hipermovilizado, que acudió a votar por la independencia en el simulacro del 9-N y que ha participado en las ‘diadas’ de 2012, 2013 y 2014. Con un censo ya fijado de 5,5 millones para el 27-S y una participación del 60% —que es la media de las diez citas autonómicas anteriores—, esos 1,8 millones supondrían más de la mitad de los votos emitidos (54%), por tanto, mayoría absoluta clara -cerca de 80 diputados sobre 135- y triunfo incontestable para el independentismo (‘Juntos por el sí’ y CUP). El proceso seguiría hacia delante.

El pronóstico se repite si hay aumento de votantes, pero es escaso. En 2012 las catalanas registraron una participación récord para unas autonómicas en Cataluña, el 67%. CiU, ERC y CUP sumaron 1,7 millones de votos (el 47% de los emitidos) y entre las tres obtuvieron 74 diputados, seis más de la mayoría absoluta.

La duda —y ahí descansa la esperanza de los constitucionalistas— es qué ocurriría si la participación se sitúa el 27-S en niveles de las generales, por ejemplo como el 80% de 1982, el año de la primera victoria socialista, en consonancia con la trascendencia que todas las formaciones dan a los comicios.

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