El Supremo abre una causa contra Rita Barberá por blanqueo de capitales
C’s condiciona el apoyo al PP en una nueva investidura a que la valenciana renuncie.
Rita Barberá. EFE
nuria vega | colpisa
La decisión del Tribunal Supremo no sorprendió a nadie en el PP. La de Rita Barberá hace tiempo que para sus compañeros es la crónica de una imputación anunciada. Por eso, el paso previo, la apertura de la causa por presunto blanqueo de capitales en el Ayuntamiento valenciano, sólo confirmó a la cúpula del partido que la continuidad de la exalcaldesa en el Senado se hace del todo insostenible. Cuándo y cómo tendrá que renunciar es la única incógnita en una formación donde hace meses que cundió el hartazgo y cuya dirección enmudeció a la espera de que la senadora pusiera las cosas fáciles dando un paso atrás. El silencio se impuso poco antes de las doce y media de la mañana, y Barberá, que se subió al AVE rumbo a Madrid se bajó en el recorrido y volvió a Valenca, excusó su presencia en la constitución de las comisiones del Senado. Desde el PP valenciano se subrayó que el Supremo ha decidido asumir la causa, pero sin citar aún a la exalcaldesa como «imputada».
En privado, los populares conceden que la dirección busca fórmulas para facilitar ya la salida de Barberá, aunque señalan que, si se planta, el presidente tendrá que forzar la renuncia. «Estoy convencida de que (la senadora) hará lo que sea mejor para el PP y para defender su inocencia, en la cual yo creo», trató de apaciguar Cospedal. Del mismo modo, el expresidente valenciano, Alberto Fabra, confió en que la senadora sepa estar «a la altura».
Hace tiempo que se escuchan las voces internas que reclaman contundencia ante los presuntos casos de corrupción. Pero en este momento, los dirigentes populares han subido el volumen de su exigencia.
La imputación «formal» es la que se producirá, según Albert Rivera, en los próximos días. «Si el PP quiere a Ciudadanos para alguna investidura va a tener que hacer dimitir a Barberá», advirtió después de que el ministro de Justicia, Rafael Catalá, abogara por esperar. Mientras, Podemos llegó a pedir la «disolución del PP» y los socialistas dibujaron a Rajoy atado de pies y manos.