Diario de León

JUICIO DEL 'PROCÉS'

Los acusados toman la palabra

Los doce juzgados por el ‘procés’ y sus abogados tendrán dos días para convencer de que no hubo violencia La estrategia de los líderes independentistas: el derecho a decidir no es delito.

Oriol Junqueras sale del Congreso tras recoger su acta. J. J. GUILLÉN

Oriol Junqueras sale del Congreso tras recoger su acta. J. J. GUILLÉN

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M SÁIZ-PARDo / M. BALÍN | MADRID
León

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Que nadie espere las sorpresas de última hora habituales en los largos procesos penales, con pactos contrarreloj con la Fiscalía o arrepentimientos en busca de rebajas de condena. En las últimas 48 horas del juicio del ‘procés’ (este martes y miércoles) en las que hablarán los abogados de todos los imputados y tendrán la última palabra los doce líderes independentistas no va haber nada parecido a un ‘mea culpa’, avisan los letrados. Tras cuatro meses de vista oral, las posiciones procesales de los acusados se mantienen intactas. Ninguno de ellos tiene previsto reconocer que aquel otoño de 2017 pudo incurrir en delito alguno. Mucho menos en delitos tan graves como rebelión o la sedición.

Las estrategias de defensa en este tramo final no van a ser idénticas, porque hay algunos matices entre los abogados de los imputados que están dispuestos a luchar hasta el último momento por una rebaja en la condena (como, entre otros, los de Carme Forcadell o Joaquím Forn) o los que insisten en mantener un discurso más político a cuenta de mantenerse en el punto de mira (como Oriol Junqueras o los ‘Jordis’). Pero todos ellos defenderán su inocencia bajo una misma tesis: la de que «votar nunca puede ser delito» y, por ende, poner los medios, facilitar u organizar un referéndum, aunque sea de independencia, no puede tener ningún reproche penal.

La mayoría de las defensas no tiene previsto negar la participación de sus clientes en los hechos porque éstos son incontrovertidos. Se van a centrar en rebatir la interpretación que de esos acontecimientos hizo la pasada semana la Fiscalía, que habló de «golpe de Estado», con «violencia» pero sin armas ni militares.

Los abogados argüirán que el ‘procés’ —y particularmente la votación del 1-O— fue, al máximo, un acto de desobediencia civil, en el que la única violencia fue la ejercida por la Policía y la Guardia Civil enviada a impedir la consulta. Todos las defensas, eso sí, van a soslayar el hecho de que los imputados que entonces eran miembros del Govern o del Parlament desoyeron las innumerables advertencias del Constitucional de que la tramitación de las leyes de desconexión, el referéndum y la DUI eran contrarios a la carta magna y violaban varios preceptos del Código Penal.

1. Oriol Junqueras: El asceta del independentismo que pasó inerte. El «motor» del «golpe del Estado» en ausencia de Carles Puigdemomt, según concluyó la Fiscalía, ha pasado los cuatro meses de juicio como una suerte de monje asceta. Recluido en una esquina de la sala, sentado en una silla detrás su abogado, el presidente de ERC ha seguido las sesiones como si los graves hechos que se examinan no fueran con él. Ni los 25 años de prisión que pide el Ministerio Público, ni las menciones personales que han salido en la vista oral, han afectado lo más mínimo a su espiritual forma de afrontar el juicio, como un ser inerte. Esa conducta «respetuosa, pacífica y cívica» que invocó en su declaración de febrero para negar la rebelión — «He dicho mil veces que amo a España (...) pero somos independentistas», dijo—, configuran la percepción de que esta causa para Junqueras no ha sido un fin sino un medio para continuar en la lucha por sus ideas. Y este papel lo ha cumplido a rajatabla. Centrado en su cuaderno, en escribir la estrategia política de ERC. En suma, en proseguir su hoja de ruta completamente ajeno al desarrollo del juicio. Carme Forcadell: La negacionista a la que le cayeron los años de golpe La presidenta del Parlament hasta la aplicación del artículo 155 ha sido, sin ningún género de dudas, la acusada que más ha sufrido físicamente, al menos, las secuelas de los casi 15 meses en prisión preventiva.

2. Forcadell: cumplió el pasado 29 de mayo 64 años, la mayor de los 12 juzgados, y su condición corporal se ha visto visiblemente mermada desde que comenzará el juicio en febrero. Estuvo io especialmente nerviosa con la declaración del que fuera letrado mayor del Parlament, Antoni Bayona, testigo de referencia sobre el papel de la acusada en la configuración del armazón legislativo del ‘procés’. La Fiscalía le pide 17 años de prisión.

3. Jordi Sànchez: el agitador que no perdió detalle en toda la vista. El exlíder de la ANC, además de convertirse desde el banquillo en cabeza de lista de Junts per Catalunya en el Congreso, se ha ido descubriendo como una de las piezas claves del ‘procés’, sobre todo por su capacidad para controlar (o agitar, según convenía) a las masas. La revelación del jefe de los antidisturbios de los Mossos de que Sànchez el día del ‘asedio’ a la Consejería de Economía llegó a jactarse de que podía dirigir el despliegue policial con sendas llamadas al mismísimo Carles Puigdemont y al entonces consejero de Interior, Joaquim Forn, le supuso un duro y sobre todo inesperado varapalo, hasta el punto de que durante algunos días pareció desaparecer del juicio.

4. Jordi Cuixart: Ni un solo segundo ha dejado de sonreír. Ni siquiera cuando le estaban acusando de haber movilizado a la masa para una rebelión contra el Estado se le borró esa mueca que, a veces, era inquietante. Ha sido también el único de los procesados en prisión que no ha querido abandonar el banquillo. Con cierto alborozo, defendió en su declaración que el 1-O fue «el ejercicio más grande de desobediencia civil que ha habido en Europa». Sus abogados, también de Omnium, han sido algunos de los que más han enervado al presidente por presentar testigos «opinativos» ante el tribunal.

5. Jordi Turull: La montaña rusa y los pitillos del receso «Los ciudadanos de Cataluña no son ovejas, no son gente que está militarizada. La gente tiene criterio. Estamos en el siglo XXI». Esta reflexión de Turull en su declaración define, en cierto modo, la manera que ha tenido de afrontar el juicio. Con la rabia propia de quien ve una injusticia, el que fuera candidato a presidir la Generalitat ha pasado las sesiones como una montaña rusa: a ratos atento, otros leyendo y en los recesos fumando sin cesar.

6. Raul Romeva: Todo líder espiritual tiene una mano derecha que la aconseja. Romeva ha vivido la vista pegado a Junqueras, su jefe político. En la primera fila del banquillo durante las primeras sesiones y detrás de su abogado el resto. Ha pasado bastante desapercibido, pero a diferencia de la mayoría de sus compañeros presos ha seguido, al menos con la vista, el desarrollo del juicio. Parco en palabras, considera la vista como un medio para el independentismo.

7. Joaquim Forn: Representa como ninguno el sufrimiento de los acusados. Al menos eso es lo que ha mostrado su cara. Su nombre ha sido uno de los más señalados por Fiscalía y testigos de referencia. Solo estuvo tres meses en la consejería de Interior y se juega 16 años de prisión. Apostó por separarse de sus colegas de ERC para buscar una defensa jurídica para su causa. Muy puntilloso con su abogado Javier Melero, no ha perdido ojo a la vista.

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