Diario de León

Votación en el Congreso

Sánchez salva la prórroga de la alarma a costa de debilitar el bloque que le dio el Gobierno

Los socios advierten al Gobierno de que su pacto con Ciudadanos pone en peligro el futuro de la legislatura

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Ramón Gorriarán (Colpisa)

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A Pedro Sánchez le puede salir muy cara la factura por aprobar la quinta prórroga del estado de alarma. Todos los socios de la investidura, salvo el PNV, le avisaron de que ha puesto en jaque el futuro de la legislatura al pactar con Ciudadanos. El presidente del Gobierno vino a decir que no es para tanto porque el acuerdo con los liberales se ha circunscrito a la votación de la ampliación hasta el 7 de junio del confinamiento y no implica un cambio de rumbo.

Sánchez comprobó ayer en el Congreso que la mayoría de la investidura se ha cuarteado. No es que haya sido un bloque monolítico detrás del Gobierno, pero constituye un colchón parlamentario que ahora puede desaparecer. Sobre todo por el distanciamiento de Esquerra, cuyos 13 diputados son vitales para los socialistas. Incluso el PNV, que ayer no hizo mención al nuevo compañero de viaje de Sánchez, podría alejarse por su manifiesta incompatibilidad con los de Inés Arrimadas.

La operación puede ser ruinosa porque Ciudadanos advirtió sin disimulos que «no es socio» del Gobierno y que si ha apoyado la prórroga del estado de alarma ha sido por «responsabilidad». Lo de contigo pan y cebolla, al menos con Sánchez, no está en la cabeza de los liberales. Su portavoz, Edmundo Bal, por si quedaban dudas, incidió en que ni daban un cheque en blanco ni el Gobierno podía esperar su fiel colaboración mientras mantenga su alianza con «separatistas y comunistas».

Sánchez intentó hasta el final, las negociaciones se prolongaron hasta la madrugada, rizar el rizo con un acuerdo con Ciudadanos para que votara a favor y otro con Esquerra para que se abstuviera. Pero los republicanos dieron un portazo a la maniobra porque se sintieron preteridos. «Estamos llevándonos por delante, quizá de forma irremediable, el espíritu de la investidura», avisó el portavoz de Esquerra, Gabriel Rufián. Pero no fue el único en lanzar ese mensaje. Iñigo Errejón, de Más País, avisó a Sánchez de que «empieza a desvanecerse el bloque de la investidura, y lo va a necesitar» porque «con el cambio de socios no va a ir muy lejos». La portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, apuntó que la disyuntiva es «o la mayoría de la investidura o la derecha. Si apuesta por la primera, tendrá camino que recorrer. Si apuesta por la derecha perderá apoyos y tendrá un camino corto».

Sánchez se revolvió y aseguró que mantiene «vigentes los compromisos de la investidura» y se comprometió a tener un trato preferente hacia las fuerzas políticos que le auparon a la Presidencia del Gobierno. Hizo suyas las palabras del portavoz de Ciudadanos, que dejó sentado que no eran «socios del Gobierno». Pero de nada sirvió, Esquerra ahondó las críticas a los socialistas por haber cambiado de aliado y auguró un horizonte turbio para la estabilidad gubernamental. Sánchez, además de negar la mayor, rechazó con vehemencia que corra peligro la legislatura. «Nos quedan cuatro años por delante», replicó a Rufián en el tenso cara a cara que mantuvieron.

UN CALVARIO CADA SESIÓN

El Gobierno y Esquerra fueron incapaces de llegar a un punto de encuentro para poner fecha a la reanudación de la mesa de diálogo entre la Moncloa y la Generalitat, los republicanos plantearon volver a reunirse en julio. Tampoco se pusieron de acuerdo en la creación de un subsidio para las familias que deben dejar a sus hijos en casa cuando los padres van a trabajar, una medida aplicada en Italia.

El PSOE tiene que decidir «a quién quiere como socio» porque no es posible estar con Ciudadanos y con Esquerra, puntualizaron desde el partido que lidera Oriol Junqueras. El presidente volvió a insistir en que el entendimiento con los liberales es coyuntural, pero sus garantías se quedaron lejos de calmar los recelos republicanos. Esquerra no cree nada de lo que dice Sánchez.

Un calvario El líder del PP vio en este desencuentro una ocasión propicia para echar leña en la hoguera de los aliados y vaticinó que ante el giro de Sánchez la legislatura «pende de un hilo». Pablo Casado afirmó que el Gobierno «va de victoria en victoria pírrica hasta el fracaso final», y auguró que a partir de ahora cada votación en el Congreso va a ser «un suplicio» para el Ejecutivo de coalición «y lo que reste de legislatura será un calvario».

Los antecedentes juegan a favor de las advertencias de Rufián y los pronósticos de Casado. Los socialistas tuvieron que recurrir a Esquerra la semana pasada para aprobar un decreto ley sobre medidas para aliviar la situación de los juzgados ante la negativa de los liberales a respaldarlo, y se van a encontrar ante tesituras similares a corto plazo. Por no hablar de los Presupuestos.

CS ya ha anticipado que ve «muy difícil» compartir unas cuentas con Unidas Podemos, y sin el apoyo bien sea de los republicanos o bien sea de los de Inés Arrimadas es imposible aprobarlas. En el grupo socialista creen, sin embargo, que es posible mantener la estrategia de la geometría variable para acordar proyectos legislativos con unos u otros. En el Gobierno, en cambio, son menos optimistas, sobre todo Iglesias y los ministros de Unidas Podemos, incómodos con la colaboración de Cs aunque la agradezcan de puertas para afuera. La alianza estratégica, afirman en el entorno del vicepresidente segundo, es la de la investidura y la moción de censura. Sánchez no está lejos de esa postura, pero acuciado por la necesidad de aprobar la prórroga del estado de alarma se echó en brazos de Ciudadanos.

«Nadie -afirmó- puede derrochar lo que hemos conseguido» en estas diez semanas de confinamiento. Sería, añadió, «una irresponsabilidad extraordinaria».

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