La visita de Jatamí

El presidente de Irán, Mohamed Jatamí, es un moderno, pero su modernez no le llega a saludar con un apretón de manos a una mujer o para cenar con alguien que acompaña las viandas con una copa de vino. Mohamed Jatamí, que viene de España el próximo martes en visita oficial, trae de cabeza a los encargados de prepararle el protocolo, pues las normas de conducta del teocrático régimen de su país muy estrictas y muy absurdas, y aunque Jatamí es, como queda dicho, un moderno, y si por él fuera probablemente no sería tan tiquismiquis ni tan cargante con sus anfitriones extranjeros, no quiere que por nada del mundo le pase en Madrid lo que le ocurrió hace un par de años en Roma, cuando en el curso de una cena oficial de gala fue fotografiado sentado junto a la hija del presidente del gobierno italiano (¡una mujer!) y ante una mesa, como es natural, llena de copas (¡de vino!). Cuando regresó a Irán, los ayatolah y los Guardianes de la Revolución casi se lo comen crudo con turbante y todo. Es cierto que la leyes de la hospitalidad, las escritas y las no escritas, aconsejan complacer en todo al invitado por muy peregrinos que sean sus hábitos de conducta, pero no lo es menos que cuando a esos hábitos colisionan abiertamente con los usos y las costumbres del anfitrión, y el huésped no puede comer de nada, ni beber de nada, ni compartir conversación ni mesa y mantel, ni saludar siquiera a las personas si son del sexo femenino, lo mejor es que el huésped no cometa la audacia de salir al plural y variopinto extranjero y se quede en casa, pues tan sometido está a las leyes de la hospitalidad y la cortesía el anfitrión como el huésped. ¿Se imaginan que Juan Carlos pidiera nada más llegar a Teherán un whisky? Pues eso. Dicho esto, que va dirigido más al régimen iraní que a la persona que lo representa, cabe añadir que jatamí, es pese a todo, un moderno que, lamentablemente, no puede ejercer un poco de tal ni en el extranjero.