El Cumbre Vieja se convierte en el volcán más virulento de La Palma
«Fue creciendo la tierra visiblemente en forma de volcán, y se levantó en gran altura, como una gran montaña, y habiendo precedido muchos terremotos y temblores de tierra, vino a abrir una boca grande, echando por ella fuego espantoso y peñascos encendidos». Así relató en un manuscrito Fray Alonso de Espinosa la tremenda erupción desatada en el oeste de la isla de La Palma hace unos 440 años, casi un siglo después de su conquista por los Reyes Católicos.
El religioso, el 19 de mayo de 1585, fue testigo directo de la que hasta ahora era la erupción más virulenta y larga de la que se tiene constancia, que concluyó el 11 de agosto, tras 84 días de lava y explosiones, que formaron Los Campanarios, una cima con enormes pitones de roca correspondientes a las bocas del volcán.
Pero Cumbre Vieja, el volcán que no ha parado de arrojar lava, azufre, cenizas y gigantescos piroclastos desde el 19 septiembre pasado, arrebatará el próximo domingo su récord al Tajuya, que explotó y desplegó su destrucción muy próximo al cono actual. Pese a que los expertos comienzan a detectar cierto cansancio en la actividad del Cumbre Vieja no solo va ser más duradero sino también más dañino. Si la erupción de hace más de cuatro siglos arrasó unas 480 hectáreas de aldeas, ganado y cultivos, que cubrió de lava y rocas, la actual ya ha sepultado casi 2.000 hectáreas de viviendas, calles, carreteras, vides y plataneras.
En su camino para superar al Tajuya, el volcán ahora en erupción acabará también con el segundo puesto histórico que mantiene desde 1646 el volcán Martín. Después de 80 días de brusca actividad y enorme destrucción, el 18 de diciembre la boca del volcán amaneció «milagrosamente» repleta de copos y sin actividad alguna 24 horas después.