Diario de León

El PP explotará su denuncia de los pactos con Bildu apuntando a los indecisos del PSOE

Atribuye la disonancia de Ayuso a Vox e intenta que no desvíe del marco más «incómodo» para los socialistas

El presidente de la Junta de Andalucía junto a Alberto Núñez Feijóo. JOSÉ MANUEL VIDAL

El presidente de la Junta de Andalucía junto a Alberto Núñez Feijóo. JOSÉ MANUEL VIDAL

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El PP se afana en que el ‘caso Bildu’ —la inesperada tormenta que ha sacudido de arriba a abajo la campaña por la inclusión de 44 exetarras en las listas de la coalición abertzale— siga siendo el ‘caso Sánchez’ por sus pactos con los independentistas vascos y no acabe transformándose en una baza para el PSOE por la disparidad de criterios entre Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso a cuenta de la ilegalización de los de Arnaldo Otegi.

Una proscripción que solo requieren la presidenta madrileña y Vox, que la dirección de los populares ha visto inviable desde el principio con las exigencias que plantea la Ley de Partidos en la mano y que ha recibido ya una respuesta negativa de la Fiscalía. Génova está persuadida de que la estrategia eficaz y ganadora no pasa por enredarse en lo que no es posible y sí por incidir en lo que creen que puede mermar las opciones electorales de Pedro Sánchez: la denuncia de sus pactos con la coalición de Otegi.

Prudencia de Feijóo

El entorno de Feijóo se cuida muy mucho de ensanchar la brecha que ha vuelto a abrir Ayuso con sus posiciones propias, en este caso sobre la ilegalización de Bildu: atribuye la disparidad de criterios a la pugna final que ella libra con Vox para hacerse con la mayoría absoluta que acaricia en la Asamblea regional y sostiene que la presidenta madrileña está en su derecho a lanzar el mensaje que considere más adecuado «para su electorado». «Feijóo y Ayuso están contra Bildu», intentan zanjar en Génova, donde ironizan con que el empeño de la izquierda por subrayar las diferencias contribuye, sin quererlo, a reforzar el perfil «moderado» del líder de los populares. Pero en lo que se centra la dirección, en una jornada en la que todo miembro del partido asaltado por un micrófono tuvo que responder a la controversia con Ayuso, es en reconducir el debate hacia el «marco incómodo» en que se ha instalado la carrera hacia las urnas para los socialistas a cuenta de Bildu.

Sin comerlo ni beberlo, el PP se ha encontrado en esta campaña con un imprevisto —los exetarras en las planchas abertzales— que le permite agitar la bandera contra los pactos de un Sánchez que ha convertido a los independentistas en «determinantes en el país al que aborrecen», según clamó Feijóo en un mitin en Galicia. Su equipo está persuadido de que golpear sobre esa denuncia —que aglutina, dice, al electorado propio, al de Vox y al de Ciudadanos y que revuelve al de «centroizquierda»— alfombra de espinas el camino hacia el 28-M para los socialistas. Porque desincentiva a los votantes «constitucionalistas» y retrae a aquellos indecisos del PSOE que se estarían pensando mantener o no el sentido de su voto.

El pasado y las víctimas

Fue ese mensaje, la crítica frontal a que el presidente no piense «romper» con Bildu, el que abanderó Feijóo mientras Ayuso no cedía en su tesis de que debe promoverse desde el Estado la ilegalización de la coalición de Otegi. En un entrevista en RNE sí quiso negar que esté entablando «un pulso» con su jefe de filas — «Es con Bildu» y «no por venganza sino por justicia», aseveró— y, después, advirtió contra quienes hurgan en las discrepancias en el PP para distraer de «la tensión y el bochorno» de los acuerdos con los independentistas. Pero también reiteró lo que piensa de Otegi y los suyos y echó mano de las encuestas para subrayar que no insta su ilegalización porque necesite arañar votos a Vox.

Ayuso justificó su postura en una cuestión de valores: recordó que se afilió al PP tras conocer de primera mano las amenazas que sufría María San Gil al frente del partido en el País Vasco; el mismo compromiso por el que cierra ahora la lista por Bilbao, donde acudirá hoy a un acto en plena polémica. Polémica en la que abundó al replicar a los reproches por «banalizar» el terrorismo que le ha lanzado Consuelo Ordóñez achacándolos a «los problemas» de la presidenta de Covite con el PP. Se da la circunstancia de que Ordóñez es la hermana del concejal popular asesinado por ETA en 1995 mientras comía en un bar de San Sebastián junto a San Gil, entonces su secretaria y que entró en política en repulsa por el crimen que había presenciado.

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