Diario de León

OPINIÓN Carlos Carnicero

Aznar, final de ciclo

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José María Aznar va a enfrentar el final de su mandato como presidente del Gobierno con demasiados escenarios comprometedores. La batalla interna, que con tanto ahínco ha tratado de evitar, ha irrumpido con la virulencia inexcusable que requieren las confrontaciones por el poder y los términos finales de la reyerta aumentarán en los próximos meses, conforme se acerque el momento de la sucesión. Algo a lo que no están acostumbradas las bisagras obedientes del partido en el poder. La segunda crisis ya se ha dibujado con los sucesos de Galicia. La disciplina y la sumisión sólo funcionan en política desde el terror o desde los intereses. En cuanto se ha visto amenazado el reparto del poder en la autonomía que parecía más segura, los más fieles a Manuel Fraga se han desatado en rebeldía. Un fenómeno que se extenderá por toda España cuando se perciba con claridad que el poder ya no puede garantizar poltronas para tanta gente. A pesar del control mediático ejercido con eficacia por el gobierno del Partido Popular, la rebelión de los «periodistas del régimen» ha anunciado ya grandes confrontaciones. Muchos de ellos no han tenido reparo en formular públicamente sus reclamaciones pendientes por los servicios prestados y la intuición sobre la pérdida del poder garantizará, también, que muchos de ellos abandonen el barco del Partido Popular en la medida en que las vías de agua pronostiquen el naufragio. El resto no es nada fácil. La guerra con Irak está dejando al descubierto la ausencia de una política exterior distinta de la incondicionalidad y la sumisión a Estados Unidos, justo en el momento en que se han disparado los reparos internacional contra la política agresiva de George W. Bush. Los efluvios de aquel ficticio «España va bien» ya no pueden facilitar un colchón para un «centrismo» diluido en comportamientos cada vez más autoritarios, con ausencia de cualquier coherencia con los principios de regeneración ética que se anunciaron desde la oposición. El final de ciclo de Aznar se adivina convulso. Sus modos duros y autoritarios con su propio entorno, con el mundo empresarial y, sobre todo, con todos los espectros de la oposición, vaticinan episodios de gran confrontación, porque este país está educado, por el propio Aznar, en el ajuste de cuentas con los árboles caídos.

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