Diario de León

El ascenso de Elvira Rodríguez le premia por la conquista del «déficit cero»

De las cuentas a la política

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Las cuentas son lo suyo. Elvira Rodríguez, madrileña de 53 años, casada y madre de cuatro hijos, desde este lunes nueva ministra de Medio Ambiente, es licenciada en Económicas por la Complutense e interventora del Estado, profesión que imprime carácter, desde hace treinta años. No consta, sin embargo, que tenga experiencia o interés manifiesto en los asuntos medioambientales. El ascenso le premia por la conquista del «déficit cero». Es la segunda mujer, después de Isabel Tocino, que se hace cargo de este departamento. En mayo de 1996, en el primer Gobierno del PP, Rodrigo Rato, que tenía gran confianza en ella, encomendó a Elvira Rodríguez un cargo técnico delicado, la dirección general de Presupuestos. No era entonces militante del partido, y si accedió a los consejos de Telefónica y Tabacalera -bajo las presidencias de Villalonga y Alierta-, lo hizo en representación de los intereses del Estado, en dos compañías que enfilaban el último tramo de su privatización. Rodríguez se había especializado en el control y la fiscalización del gasto, tanto en la intervención de la Seguridad Social como en la subdirección del Tribunal de Cuentas, donde dirigió los trabajos de la Cuenta General del Estado. Cristóbal Montoro contó con Elvira Rodríguez como una pieza clave de su departamento cuando, en la segunda legislatura del PP, Aznar decidió la separación de los ministerios de Economía y Hacienda. Así, en mayo de 2000, mientras Enrique Giménez-Reyna se hizo cargo del área de Hacienda, Elvira Rodríguez se aplicó a la compleja tarea de conseguir el «déficit cero». Los duros tiempos del «escándalo Gescartera» que provocó la accidentada salida de Giménez-Reyna, le afectaron poco. Elvira Rodríguez seguía administrando las cuentas del Estado «como las de mi propia casa, donde no siempre es fácil llegar a fin de mes», según le gusta comparar, y con la vista puesta en el equilibrio entre ingresos y gastos. Su carrera política data de fecha reciente, aunque con una progresión nada común. A los pocos meses de militancia en el Partido Popular se incorporó como vocal del Comité Ejecutivo en un congreso en el que se le encomendó la defensa de una ponencia sobre «la nueva sociedad del pleno empleo y las oportunidades». Rodríguez es hija de maestra y funcionario, y se crió como la mayor de cinco hermanos en una familia donde era lo normal ver a las mujeres trabajando. Asegura que no es feminista, ni partidaria de las cuotas, mientras proclama, lisa y llanamente, que aspira a erradicar toda discriminación. Por eso ha puesto especial énfasis, estos últimos tiempos, en la defensa de las ayudas fiscales a las familias y asegura que, si estuviera en su mano, fomentaría la jornada intensiva y el reparto de las tareas domésticas.

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