Diario de León

«La temperatura metereológica es una increíble maquinaria de guerra» Sargento mayor Earnest Mtkin

Poderío militar

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En la primera noche de la guerra, los ingenieros de la Primera División tumbaron con grúas las alambradas y los montículos de protección construidos por los iraquíes en la frontera con Kuwait, con el fin de abrir paso a los marines del Quinto Regimiento de Combate que comenzaron la invasión terrestre. De ellos, los primeros en pisar Irak lo hicieron a bordo de los denominados LAV, una especie de tanque sobre ruedas que reúne las condiciones ideales para tareas de reconocimiento por su velocidad y gran capacidad de maniobra. La operación sirve para ilustrar una realidad irrebatible y un hecho igualmente irrefutable. La realidad es que el viejo arte de la guerra, el de los guerrilleros, el acoso y las incursiones rápidas, todavía es capaz de dificultar el avance de las poderosas tropas estadounidenses. La facilidad con que las grúas y los LAV iniciaron la invasión se ha perdido metro a metro en las carreteras que conducen a Bagdad. El hecho irrefutable está en que la maquinaria bélica ya no es lo que era. El famoso general Patton hubiera necesitado probablemente un curso de reciclaje para afrontar una campaña como la de Irak. Ahora existe un recurso, un tanque, un arma de última generación perfectamente adecuada para cada terreno y cada situación: es la guerra ultratecnológica, donde EE.UU. tiene el papel de líder y muestra una auténtica panoplia de armas de las que se habla más en términos clínicos -bombardeos quirúrgicos- que bélicos. De la confianza en el moderno material de guerra sabe mucho el coronel Robert Kanpp. En la actualidad al frente del batallón de la comandancia general de la Primera División de Marine, fue comandante de una compañía de LAV entre 1987 y 1989. Al suyo lo llamó High Lander, en honor a las islas escocesas en las que nació su ahijado, «la tierra de los guerreros más bravos», subraya. «Son unos vehículos estupendos cuando tienes que mandar a tus hombres a una zona en la que no sabes exactamente qué puedes encontrar», explica. «Alcanzan fácilmente las sesenta millas por hora, y eso les permite retirarse con rapidez si es necesario. Tienen mucha fuerza y son muy ágiles». No ofrecen la protección de un tanque, aunque el tipo de blindaje que lo recubre es capaz de detener un misil, «dependiendo del tipo», aclara el coronel Knapp. El LAV tiene, además, otros recursos ocultos. Por ejemplo, es capaz de seguir rodando con llantas planas e incluso a tres ruedas, si se traslada una de las traseras a la parte delantera. Si algún defecto hay que encontrarle, es la cantidad de combustible que consume y el enorme apoyo logístico que requiere para cuestiones de mantenimiento. En cuanto a armamento, se adapta a tres tipos de combate según incorpore una ametralladora, un mortero o un lanzador de misiles. En aquella primera noche clave de la invasión, los hombres del Quinto Regimiento de Combate avanzaron hacia el territorio iraquí en los poderosos M1-A1 Abraam, «hay otro tanque en el campo de batalla que le puede hacer frente», asevera Knapp. Frente a los T-54/55 de fabricación soviética que tiene el Ejército de Irak, «no hay combate». El sargento mayor Earnest Mtkin lo sabe de buena tinta. Durante la Guerra del Golfo de 1991 fue comandante de un batallón de blindados cuando todavía los marines no habían incorporado el nuevo Abraham, sino que luchaban en los antiguos M-61, hoy totalmente desterrados. «Ya contra éstos, los tanques iraquíes no tenían nada que hacer», recuerda. Los nuevos pesan 69 toneladas, 6 más que los M-61, y sin embargo alcanzan 50 millas por hora, en comparación a las 35 de velocidad máxima que tenían los M-60. «Nuestros tanques -alardea Mtkin- tienen garantizado el 99% de probabilidad de acertar el objetivo en una sola ronda en un radio de 3.000 metros, poseen un sistema óptico de visión nocturna, otro de visión térmica, sensores que miden la distancia, la temperatura meteorológica es una increíble maquinaria de guerra».

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