Enfermos de miedo

Miedo. No hay otra palabra para explicar el cuadro clínico actual de la mayoría de los pacientes del hospital materno-infantil San Rafael, uno de los pocos privados que siguen abiertos en Bagdad. Abortos espontáneos en el primer trimestre de gestación, partos adelantados o precoces, cuadros de histeria en las parturientas y los niños; diarreas, vómitos, desmayos, fobias agudas... todo de puro miedo. La hermana Maryanne Pierre, administradora del centro sanitario, explica que día y noche no faltan los ingresos derivados de la situación de guerra. «Pero no se trata de víctimas directas de los bombardeos, pues ésas van a los hospitales del Gobierno, sino de pacientes nuestros o vecinos del barrio que de repente no pueden más y entran en crisis». Sin límite de edad o condición, desde un bebé imposible de calmar, a un adulto con una crisis cardiaca, producto también del horror, o una media de cuatro amenazas de aborto diarias. El equipo médico también suele atender un goteo diario de cuatro o cinco niños con heridas de metralla en las extremidades, consecuencia directa de los bombardeos. «En San Rafael tenemos un ala dedicada sólo a la salud materno-infantil, y el resto a cirugía general, ortopedia y oftalmología», apunta la hermana Maryanne. «Lógicamente, también nos toca atender casos urgentes de ataques cardiacos, que se han recrudecido mucho desde el inicio de la guerra». Pero el equipo médico, capaz por ejemplo de atender un infarto o un ictus, ha de lidiar las urgencias psicológicas a pelo, sin la ayuda de un psicólogo, y sólo mediante la administración de cantidades industriales de valium y por medio de palabras de consuelo y afecto. «No nos sobra el dinero, y no tenemos para contratar a un psicólogo, así que lo solucionamos todo con ansiolíticos y hablando a los pacientes que presentan más trastornos psicosomáticos producidos por el pánico. Les hablamos hasta que se van calmando, poco a poco», confiesa la hermana Maryanne, de las Hermanas de la Caridad Dominicanas de la Presentación de la Santa Virgen, una orden presente en Irak desde 1873. El barrio donde se levanta el hospital, Karrada, es de clase media pero con zonas yuxtapuestas de opulencia y miseria, de ahí que la atención médica a la mayoría de los pacientes sea prácticamente gratuita. Curiosamente, las primeras ONG aconfesionales comienzan a llegar ahora, a cuentagotas, al país. Cáritas, pese a la escasa preeminencia de la Iglesia Católica en Irak, nunca lo ha abandonado. Monseñor Filoni, representante de la Santa Sede en Bagdad, confirma que el trabajo prosigue y que tanto el hospital San Rafael como la casa de acogida para niños disminuidos de la Madre Teresa de Calcuta resisten la acometida como pueden para no dejar en la estacada a los más débiles, las víctimas olvidadas de esta guerra.