Cuando votar es un lío

En León capital se dieron muchas peculiaridades durante toda la jornada. Un hombre de 91 años acudió al colegio de El Cid con una fotocopia del carné de identidad -estaba caducado desde 1982- empeñado en ejercer su derecho. Mesa de 37 años. En la mesa tres del distrito 9, situada en el Centro Don Bosco, la presidenta y uno de los vocales sumaban entre los dos 37 años; era su primera vez como electores, y ya con responsabilidades. «He estado en todas las elecciones en una mesa, y esta es la mejor con diferencia en amistad, belleza y orden», comentaba el apoderado del PSOE. La que votó otra vez. En La Bañeza, una vecina votó. En la mesa tacharon el nombre de su hermana. Cuando su hermana fue a votar no la dejaron. La segunda llamó a la primera, que votó por segunda vez con las papeletas de la hermana. También en esta población, hubo confusión con dos mujeres que se llamaban igual, tenían apellidos distintos y habían nacido en el mismo año. La presidenta nula. En uno de los colegios de la capital la presidenta de la mesa llamó la atención a un votante, advirtiéndole de que no había introducido papeletas en el sobre, después de palparlo. Quería ser secreto. Incapacitados en Sahagún. La votación fue interrumpida en una mesa electoral en Sahagún durante veinte minutos por orden del Juez de la Junta Electoral de Zona, tras denunciar el interventor del PSOE que «representantes de la residencia de ancianos habían llevado a votar a varias personas incapacitadas legalmente». Urnas móviles. El presidente de la mesa de la Escuela de Minas tuvo que salir en varias ocasiones del colegio con la urna en las manos para facilitar el voto a los ancianos de una residencia cercana. Niño elector. En La Palomera, un niño quiso votar. Fue tal su insistencia que el padre se tuvo que llevar a casa sobres y papeletas para que el pequeño se saliera con la suya. Extranjeros. Varios colegios de León consultados confirmaron que una gran parte de los extrajeros censados votaron a primera hora del día, con elevados índices de participación. Doble voto en Benavides. Un elector que había votado previamente por Correo quiso hacerlo de nuevo en las urnas. No hubo forma. Nacionalidades difíciles. Un matrimonio con doble nacionalidad, francoespañola, no pudieron votar porque no se encontraban en el censo. Fue en Huerga de Garaballes. La modelo y su perro. Una conocida modelo de la ciudad se encaprichó en introducir a su perro dentro de la cabina de las papeletas, aunque no estaba permitido. Al final lo hizo. En esa misma mesa, en Eras de Renueva, problemas con la señalización del colegio retrasó durante 40 minutos su apertura. Pasión por su médico. Un anciano de la capital tardó más de 20 minutos en buscar el nombre de su médica en las listas para votarla como gratificación a sus atenciones. Los mismos datos. En Astorga ocurrió lo mismo que en La Bañeza: un caso de dos mujeres con iguales datos personales. En el Colegio de Puerta de Rey un señor decidió no votar porque se empeñaba en introducir él mismo la papeleta en la urna. Guardias civiles distintos. En Astorga los guardias civiles votaron de uniforme. En Navafría también, pero tuvieron que acudir con sus propios vehículos. Sintel hasta en la urna. Un ex trabajador de Sintel acudió con una foto de la manifestación del primero de mayo, en la que el líder de CC.OO. fue agredido. También llevaba una con el lema «No a la guerra», que tuvo que quitar. Conflictiva montaña. El colegio electoral de Alcedo de Alba ameneció con las cerraduras taponadas, el coche de la número cinco de IU también apareció con pintadas y en La Pola de Gordón el PSOE denunció un escrito «injurioso y calumnioso» colocado por IU en la iglesia. Las pastas de Villaquilambre. El candidato de UPL a la Alcaldía y alcalde en la última legislatura, Lázaro García Bayón, repartió pastas. El hecho fue denunciado.