Diario de León

Responsable de descendientes de J. Palacios, creador del tinto Corullón

«En el vino si quieres producir bien, hay que producir poco por cepa»

Una explotación de 16 hectáreas de viñedo en las escarpadas laderas de Corullón y una pequeña bodega en Villafranca colocan al vino del Bierzo en lo más selecto del mercado

Ricardo Pérez, posando en su bodega villafranquina

Ricardo Pérez, posando en su bodega villafranquina

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Roberto Arias - ponferrada
Ponferrada

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Ricardo Pérez Palacios, pese a su juventud, es considerado ya como uno de los patricios del mundo del vino en España, y uno de los revulsivos de lujo de la D.O. Bierzo gracias a su tinto Corullón 2001, a 70 euros la botella. La muestra de que las cepas viejas del Bierzo pueden dar a luz más que vinos jóvenes. De la mano de Álvaro Palacios, su tío, encabeza la revolución de la exclusividad en las bodegas bercianas. -Usted, como su tío Álvaro, descienden de una de las grandes familias del vino de Rioja, los Palacio Remondo, ¿cómo llega al Bierzo y qué es lo que le impulsa a emprender este proyecto? - Nuestra familia tenía la bodega en La Rioja, y hubo una época que mi tío quería independizarse. Fue hace o catorce o quince años, vino por aquí, por el Bierzo, y le vendía barricas a Prada, a Luna... Así es como se financió el proyecto del Priorato. Pero esta zona ya le gustó mucho. Entonces no sé por donde andaría yo, pero como siempre me he llevado muy bien con Álvaro pues decidí seguir un poco sus pasos y dejar una empresa tan grande como la que creó mi abuelo. A mí me gusta trabajar la agricultura ecológica, tranquilo, hacer las cosas bien, y un día de viaje hacia Galicia paré en Villafranca a tomar un café, empecé a dar vueltas por las viñas, me encantó, y seguí viniendo los fines de semana, a visitar bodegas con Manolo Otero, con Paco Entrena... Conocí a Raúl, de Castro Ventosa, y así empezó todo. - ¿Y como lleva que los expertos le encumbren como uno de los nuevos señores, junto a su tío, del vino en España? -No me gusta mucho, pero hay que reconocer que también hace falta. Lo que menos me gusta es un poco el sensacionalismo en torno al mundo del vino. Al final, lo único que importa es hacer las cosas bien, y eso es imposible si todos los días recibiera veinte visitas a la bodega. No hay ni un día del año que alguien no quiera visitar la bodega, pero no quiero cometer ese error. En Priorato se creó un mito, que es L'Ermita, y a mi me gustaría seguir manteniendo la calma. -Sin embargo, los 70 euros de su Corullón en los mejores establecimientos le confieren un aire de exclusividad que invita al examen. ¿Está en sintonía precio y calidad o es fruto del marketing? -Es complicado decirlo. ¿El precio, qué es el precio? Nosotros tenemos 16 hectáreas de viñedo en Corullón y producimos muy poco. Este año hemos cogido poco e incluso hemos tenido que comprar uva a viticultores de Corullón a los que controlamos. Tenemos trabajando a 15 personas, y aunque nos aprovechamos de la comercialización de Álvaro, que conoce muy bien el mercado, las cuentas son sencillas: Quince personas para 16 hectáreas es casi una persona por hectárea. En la Rioja, en la bodega de Alfaro hay 150 hectáreas y en el campo hay tres personas trabajando, aunque en la bodega haya más. Está todo mecanizado... Aquí sólo se puede arar con una mula, no se puede meter el tractor. -En definitiva, ¿cómo ha alcanzado esa cotización su Corullón? - El mercado es así, y nosotros no lo vendemos a 70 euros. Hay poco vino, y de alguna manera su cotización se dispara. Por ejemplo del vino de fincas que estamos haciendo, como La Faraona, sólo hay 600 botellas. En todo caso, queremos equilibrarlo un poco. Que el Corullón se venda a 35 euros, aunque luego sabemos que alcanzará a 45 o 50. Eso sólo se puede hacer sacando algo más de vino al mercado. -Le gusta trabajar tranquilo, la biodinámica. ¿Cuáles son sus secretos en la viña y en la bodega? -Secretos no hay. Lo que está claro que en el vino, si quieres producir bien, tienes que producir poco por cepa. Lo de la mula, por ejemplo, sólo es un sistema de trabajo como el tractor. Aunque lo de la mula es muy bonito. -Pero también apuesta por un cultivo especial. ¿No? -Sí. Nosotros estamos trabajando en agricultura ecológica y en biodinámica. La ecológica la conoce más la gente y en el fondo es trabajar como hace 40 años, cuando no existían herbicidas o fungicidas. Sólo usamos productos químicos naturales como azufre o cobre, y preparados de plantas, sílice, minerales, cola de caballo... Hierbas aromáticas y plantas medicinales. Son cepas viejas y cuidamos la identidad de la zona y la mencía. Es lo que había, y es lo que hay. -¿Cuáles son sus proyectos? - Vamos a incrementar el número de botellas. Dejamos de producir la marca Bierzo, y lo que era Bierzo y Corullón ahora será Corullón. El 2002 aún está en barrica. Pero del 2001 había 38.000 botellas y en el 2002 habrá 45.000. En el 2003, que será el tope, llegaremos a 50.000. -Así bajará el precio y será algo más asequible -Queremos que se sitúe a cinco mil o seis mil pesetas la botella, pero no a los 94 euros que vi el otro día el vino en la carta de un restaurante en Galicia. -También quieren seguir con los vinos de finca. -La gran apuesta va a seguir siendo Corullón. Lo otro va a ser para probar. Al principio diferenciamos lo que era Bierzo y lo que era Corullón. Ahora nos vamos a centrar en Corullón y a enseñar qué diferentes parajes hay en Corullón... San Martín, Moncerbal. Porque las 16 hectáreas las tenemos repartidas en 90 parcelas. Estas las trabajamos en agricultura biodinámica, teniendo en cuenta las lunas, sus cambios... -Ha sido testigo de la eclosión de la Denominación Bierzo. Incluso ha dicho que tenía fama de vino imbebible. ¿Cuál es su óptica de la evolución del sector? -Cuando llegué les faltaba un puntito para romper. Tenían miedo, no querían arriesgarse a hacer vinos con más inversión, con barricas buenas. Como había un poco la creencia general de que la mencía no valía para envejecer, pues había miedo. Entonces, sin querer pecar de prepotencia, cuando vieron que venía gente de fuera de alguna manera se convencieron de que se podían hacer buenos vinos. No vinos jóvenes. La mencía es muy frutal, muy redonda para los vinos jóvenes. Si quieres dar la cara por ahí con prestigio, hay que ir con vinos más elaborados. Entonces la zona necesitaba que alguien sacara esos vinos, y creo que cuando llegamos fue cuando la gente se decidió. Si lo hacen éstos, los Palacios, igual se puede hacer. Y surgieron Pittacum, o Castro Ventosa, con los que trabajábamos nosotros... -¿Se puede decir que los vinos del Bierzo son ya competitivos, o sólo hay excepciones? - No se puede cantar victoria ya. Esta es mi quinta cosecha y he sacado tres vinos. Pero ésto no se construye en cuatro días. - ¿Qué es lo que les falta? - Que salgan cosechas como la del 2001 para que envejezcan bien. Pero también un poco, dar una imagen de zona unida. Eso no significa que todas las bodegas sean más o menos amigas, sino que los vinos tengan una línea general. Mejores o peores, no van a ser iguales, pero que la gente cuando beba un vino del Bierzo sepa lo que va a beber. Hay que trabajar eso, y es más fácil que en otras zonas porque las relaciones de los bodegueros son buenas. La gente debe concienciarse de que hay que trabajar bien el campo y dar un producto adecuado. - ¿Y eso no lo está haciendo ya el Consejo Regulador? -Mi opinión es que en el Consejo Regulador hay unos bodegueros que lo controlan, y creo que los bodegueros no deberían... A mi juicio el presidente del Consejo debería ser alguien de fuera que conociera mucho el vino. Lo que hacen, en todo caso, está bien, pero debería estar mucho mejor. Tendrían que certificar la calidad y el origen, pero no andar tanto vendiendo vinos ahí. Una cosa es que ayuden a que las bodegas estén presentes en ferias y certámenes, pero ellos venden demasiado el Consejo. Lo importante es vender el vino y ofrecer cada uno su imagen, aunque luego esa imagen debe estar relacionada. - ¿Sería capaz de destacar en su opinión algún vino de la comarca por su calidad? - De ninguna manera. Están todos bien. Sólo puedo hablar maravillas de Castro Ventosa, porque hemos trabajado con ellos un año y lo hacen muy bien. Como por ejemplo el Valtuille. Cuando vine fue porque me gustaban los vinos jóvenes de aquí y les veía potencial. Ahora hay vinos muy buenos. - Tal vez se estén abriendo demasiadas bodegas, como pasa en Ribera o en La Rioja. -Eso no puede ser bueno. Las cepas no son lo mismo que los ladrillos. El agricultor o el bodeguero trabaja con una materia que esta viva. Es bueno que haya inversión, pero que no se desmadre.

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