Diario de León

La caza furtiva y el deterioro del hábitat completan el cerco al resto, como osos, urogallos, avez rapaces y lobos

La importación de especies extranjeras amenaza a la mitad de la fauna leonesa

La riqueza de ríos y bosques ha sido diezmada desde granjas y piscifactorías

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Antonio Núñez - león
León

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«Tendidos eléctricos, pistas forestales y parques eólicos ponen en riesgo a especies señeras, como el oso o el urogallo» FRANCISCO PURROY catedrático de Zoología de la Universidad de León La importación de especies piscícolas y terrestres foráneas, con la correspondiente competencia y, sobretodo, el contagio de enfermedades para las que no estaba preparada o inmunizada la fauna local es la causa de que haya desaparecido desde los años setenta casi un tercio de la riqueza de la provincia en aves, peces y mámiferos silvestres. Un total de nueve especies, antaño prolíficas en cualquier espacio rural leonés, encuentran ahora serias dificultades para sobrevivir, por enfermedades transmitidas por animales importados desde países lejanos, como el cangrejo (afanomitoxis americana), la trucha (saprolegnia de la variedad «arco iris» de California, en el extremo oeste de Estados Unidos), nutrias, visones y hurones autóctonos (granjas de visón también americano reimplantadas en Segovia), o rapaces desaparecidas por falta de recursos naturales en su cadena alimenticia (mixomatosis del conejo llegada desde Australia, vía Francia). Según el catedrático de Zoología de la Universidad de León, Francisco Purroy, puede estimarte en torno al 35% la riqueza faunistica perdida por la provincia durante las tres últimas décadas, aunque no siempre se ha debido a la la influencia de especies o patologías animales importadas: el oso o el urogallo, por ejemplo, con poco más de una docena y doscientos ejemplares, respectivamente, han sido acorralados, sobretodo, por el hombre y la degradación del medio natural, lo mismo que el lobo, del que se estima que no hay más allá de 90 parejas distribuidas por toda la provincia. A la falta de recursos naturales para sobrevivir y al furtivismo se unen en estos casos el riesgo de enfermedades y taras derivadas de la endogamia o excesivo parentesco entre las poblaciones de cada especie. Pequeños en peligro Fuera de los grandes o más raros animales en peligro de extinción, la atención de los zoólogos tiende a centrarse ahora en las especies que hasta hace poco no presentaban problemas y que han entrado en riesgo de desaparición o, al menos, han visto diezmadas sus poblaciones hasta límites preocupantes o de riesgo. Es el caso, por ejemplo, del cangrejo autóctono, que, según Purroy ya sólo puede encontrarse «en algunos nacederos de arroyos», cuando antes estaba extendido por todos los ríos de la provincia y su abundancia era tal que los lugareños lo pescaban sólo para darle gusto al arroz dominguero y en los bares lo servían como la tapa más barata. El destino del cangrejo quedó marcado, así como su práctica desaparición, cuando a un estudioso de la especie se le ocurrió montar en la provincia de Soria un criadero de «cangrejo señal» americano, que importó, de paso, la afanomicosis: una enfermedad producida por hongos frente a la cual el de aquí era letalmente vulnerable. Ni siquiera se trataba de un criadero con fines comerciales, sino sólo de un centro de experimentación, que resultó fatal. Según Purroy, la única posibilidad de salvar a los últimos ejemplares de cangrejo autóctono es «aislarlos en los pocos sitios que les quedan, porque no tienen más hueco fuera de ellos». La trucha invendible En situación menos extrema, pero con un claro retroceso poblacional respecto a hace apenas dos décadas, se encuentra la trucha común, a su vez diezmada en lo que antaño eran 3.000 kilómetros de ríos provinciales como hábitat propio debido a la fuga de unos pocos ejemplares de trucha amEricana «arco iris», originaria de California, en una piscifactoría de Boñar. La saprolegnia una enfermedad contagiosa en épocas de freza o reproducción de los animales terminó contagiando a todos los ríos trucheros, obligando a prohibir la comercialización de peces, incluídos restaurantes, aunque no su pesca y consumo particular, todavía hoy, aunque en esta medida ha influido también la creciente presión de los pescadores y la contaminación de los cauces fluviales. Otras especies amenazadas son nutrias, visones y hurones, que deben soportar ahora a un competidor extremadamente agresivo: el visón americano escapado también de una granja peletera de Segovia y que está colonizando y desplazando a la fauna autóctona más parecida. En el caso de las nutrias se calcula, según Purroy, que la población provincial puede oscilar ahora en torno a 140 ejemplares, mayoritariamente ubicados en la ribera del Esla y algunos otros ríos, «sobre todo en sus tramos medios y bajos», donde paradójicamente vuelve a encontrar abundancia de alimento en forma de cangrejo rojo americano, una especie forastera que ha desplazado a las autóctonas, convirtiéndose casi en una plaga.

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