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«Demasiado complicado para ETA»

El Gobierno defendió la hipótesis etarra hasta la aparición de la camioneta. Los expertos europeos en terrorismo la ponían en duda por la dificultad del atentado

Miembros de la banda terrorista ETA en una comparecencia

Miembros de la banda terrorista ETA en una comparecencia

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David Beriain - redacción | la coruña
León

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Tras el horror, tras la sangre, tras el dolor surgía, inexorable, la pregunta: ¿Quién ha sido? La cautela inicial de las primeras horas dio paso a la acusación directa. Había sido ETA. El análisis de los explosivos así lo indicaba: titadyne mezclado con nitroglicerina, la dinamita industrial robada por ETA en Francia. El objetivo, los trenes, tampoco era ajeno a la banda terrorista. En el número 100 de su boletín interno, conocido como Zutabe, incluía como objetivos «los medios de transporte españoles y las vías de tren, trenes, autopistas, puentes y aeropuertos». De hecho lo intentaron. El pasado diciembre colocaron varios artefactos en las vías férreas y una mochila con explosivos en el tren Intercity Irún Madrid. En el atentado de ayer, sin embargo, había rasgos que no sonaban al terrorismo practicado por ETA. Quizás fuera por la magnitud o por el ensañamiento. Bien es cierto que la dirección de la banda venía hablando desde hacía cuatro años de «poner cien muertos sobre la mesa para obligar al Gobierno a negociar» y que había hecho sus intentos, como la llamada «caravana de la muerte», dos furgonetas cargadas con 1.488 kilos de cloratita interceptados en 1.999 cuando se dirigían a Madrid para volar la Torre Picasso; o la última en Cuenca, cuando la Guardia Civil detuvo otra furgoneta con 537 kilos que iban a explotar en la Avenida de América. Pero ni siquiera estos antecedentes hacían prever una masacre semejante. Cuando Arnaldo Otegui negó, contra todo pronóstico y antecedente, que ETA estuviera detrás del atentado, las dudas se dispararon. Demasiado profesional El atentado de ayer fue llevado a cabo por un comando de entre 8 y 15 personas, según los expertos en terrorismo consultados por La Voz. Demandaba además una dosis de coordinación y destreza técnica poco habituales en los últimos años en la banda terrorista. «Este atentado ha tenido una complicación enorme. Me cuesta creer que dada la situación tan precaria de ETA, con el seguimiento al que son sometidos sus miembros y su entorno, tenga capacidad para colocar a ese número de activistas en Madrid, llevar los explosivos, colocarles los detonadores y realizar toda la operación sin que fueran detectados por la Guardia Civil». Estas palabras corresponden a Claude Moniquet, miembro de ESISC, un observatorio mundial del terrorismo con asiento en suelo francés que lleva más de dos años ofreciendo asesoría y análisis sobre estos temas, principalmente sobre terrorismo islámico. Según el experto francés, la búsqueda deliberada de sangre y la elección del lugar y el momento para causar de la mayor cantidad de muertos no eran propios de ETA. Otro expertos, como el británico Richard Evans, no veían incompatible la magnitud de la masacre con la trayectoria de ETA. «Todo puede ser, pero si se trata de ETA es un cambio total de sus tácticas. ETA busca objetivos simbólicos. Nunca hizo atentados con objetivos múltiples, que es una de las señas del terrorismo islámico, como el atentado contra civiles. Además, ETA siempre advierte a las autoridades cuando pone una bomba de gran capacidad que no está destinada a matar a una persona en concreto», comentaba Moniquet hacia media tarde, cuando el Gobierno se mostraba más firme en su hipótesis. «Creemos que ha sido un grupo islámico. Hay que recordar que España ha tenido un fuerte asentamiento de islamistas, que las últimas reuniones de preparación del 11-S tuvieron lugar aquí, y que como miembro de la coalición había sido amenazado por la organización de Osama Bin Laden», concluyó. En efecto Al Qaida emitió amenazas contra España en varias ocasiones. La última, el 18 de octubre a cargo del propio Bin Laden. En una cinta enviada a la cadena de televisión Al Yazira, amenazó con perpetrar ataques suicidas contra los países que participan en la ocupación de Irak, entre los que citó expresamente a España. Algunas naciones como Japón se tomaron en serio la amenaza. El Gobierno, sin embargo, prefirió quitarles hierro. Al día siguiente el ministro del Interior, Ángel Acebes, descartaba que España fuera objetivo de Al Qaida. «Los servicios de inteligencia no tienen ningún dato que señale a nuestro país como objetivo de terroristas islámicos», aseguró el ministro.

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