Piezas que hacen León

El Museo de León dejará de ser el «magnífico desconocido» al apropiarse de una de las esquinas más atractivas de la ciudad, el imán que constituye la plaza de Santo Domingo, para atraer al público leonés y a los visitantes. De las 350 piezas que se exhiben actualmente en San Marcos, desde la rica colección epigráfica a los fondos etnográficos, se pasará a cerca de 3.000, incluidas las últimas adquisiciones del museo que, por razones de espacio y seguridad, sólo se han podido ver en muestras temporales. Es el caso de la lorica segmentata, una coraza romana, encontrada hecha un amasijo en las excavaciones de Santa Marina en 1998-99. A pesar de estas adversas condiciones, uno de los fragmentos se considera el conjunto «más completo y mejor conservado de los encontrados hasta ahora en la Península Ibérica», según el estudio del ex restaurador del museo, Enrique Echevarría. Entre las piezas de época romana destaca también el Edicto de Augusto, un bronce hallado en las inmediaciones de Bembibre con normas que afectan a los pueblos conquistados y que concede prebendas a los súbditos más dóciles. La pugna de varios museos por esta pieza -lo querían Ponferrada y Bembibre- hizo que se realizaran tres copias y es probable que León tampoco muestre el original. Otra de las novedades que presentará el museo es una colección del Bronce Medio que acaba de ingresar en sus fondos, 79 años después de su hallazgo en Valdevimbre. Pero las primeras joyas del museo, en orden cronológico, son las cuarcitas, cantos rodados afilados por percusión, que los primeros pobladores de León utilizaron como armas y como utensilios de trabajo en su lucha por la vida. Son el testimonio de que el ser humano habita o las tierras superiores del valle del Duero desde hace ya 300.000 años, cuando el homo sapiens deambulaba en busca de comida y cobijo. El bifaz de cuarcita «Valyeyo», de Castrocalbón, es una de las muestras que posee la colección provincial. Se trata de un hacha de mano del Paleolítico Inferior, el Achelense. Hay que dar un salto de miles de años para encontrarse con las aleaciones metálicas -cobre y estaño-del Bronce Antiguo en la provincia. De la época que media entre el 1800 y el 1500 a. C. es el puñal o espada corta de Sabero que también se encuentra entre los fondos del Museo de León. De la Edad del Hierro destaca un collar rígido de oro hallado en Villazala y fíbula zoomorfa de jinete y caballo de bronce, que procede de las proximidades de la ciudad. De la antigua Vadinia se conservan bellos epitafios en piedras decoradas con hojas de yedra y árboles, como la hallada en La Remolina, Villayandre. Los yacimientos de Lancia y las excavaciones arqueológicas de León y Astorga han enriquecido en la última década los fondos del museo, aunque en la capital maragata algunas de las piezas más señeras se contemplan en el Museo Romano de Astorga. De la época visigoda destaca un jarrito litúrgico de bronce del siglo IX, de origen desconocida. El Cristo de Carrizo, del siglo XI, de marfil, es sin duda la pieza más difundida del museo que recoge también pequeñas joyas arquitectónicas como el capital con figuras de ocho apóstoles del monasterio de San Benito de Sahagún. Un retablo de San Marcelo, en madera policromada, es uno de los ejemplos emblemáticos del siglo XIV en la colección del Museo de León. De finales del siglo XV es otra de las cien mejores piezas del Museo de León: un tablero de juegos en madera taraceada con incrustaciones de hueso que figura entre las primeras adquisiciones del museo y sin duda hizo las delicias de las largas tardes de invierno a los habitantes del palacio del Conde, de donde procede. Una escultura de alabastro del siglo XVII, virgen con el niño, y el zarcillo de ajófar y la jarra vidriada y pintada del XIX son un mínimo resumen de las últimas épocas del museo. La colección definitiva contará con alguna pieza del XX, de artistas jóvenes leoneses que se inspiraron en el museo.