Diario de León

«Wunderbar», amigo Zapatero

«Maravilloso, maravilloso...» repetía Schröder a Zapatero mientras disfrutaba de la belleza de las vidrieras de la Catedral y de su arquitectura gótica

León

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«Wunderbar, wunderbar...» -maravilloso, maravilloso- repetió Gerhard Schröder en su corta pero intensa visita a la Catedral de León. Admirado por el azul que penetra a través de los vitrales a la puesta del sol -ya le explicaron que por la mañana el rojo es el color que se fabrica en las vidrieras- el canciller alemán quiso dejar claro que no entraba de nuevas en el templo y espetó a la comitiva un dato contundente: «Tiene 1.800 metros cuadrados de vidrieras». El templo gótico gozaba todavía, al filo de las seis de la tarde, de los cálidos rayos de luz del otoño y antes de entrar las delegaciones alemana y española no pudieron evitar alzar la vista hacia el rosetón y las torres que flanquean el monumento. Zapatero se encargaría de resaltar la belleza, ya en el interior, del rosetón norte, pero fue uno de los ministros alemanes quien mostró interés por el santo que se alza debajo del altar, San Froilán, el patrón de la diócesis leonesa. En fin, pasaron delante de la tumba de Ordoño II y aún dio tiempo, en un escaso cuarto de hora, a admirar el retablo flamenco de una de las capillas. Hasta aquí todo era verticalidad, el eje del arte gótico en esa búsqueda de la divinidad a través del reconocimiento de las dimensiones humanas. A todo esto, la visita fue civil -no hubo canónigos expertos en el templo, sino un guía leonés con 30 años de experiencia- y restringida a las delegaciones de la cumbre y a las autoridades locales. En el exterior, con el gentío propio de la hora de salida de los colegios y el atractivo añadido del escenario del poder , la gente esperaba en la plaza de Regla. Rafael Gallego, el guía, no tuvo ocasión de contarle a Schröder que el primer contacto entre León y Alemania fue el de aquella Legio VII que salió a luchar contra los invasores bárbaros en la frontera germana. Un peregrino austríaco se admiraba de encontrarse a Schröder en León y descubrir que el presidente de España es de esta parada jacobea, mientras su compañera canadiense confirmaba que, efectivamente, Zapatero aún no es popular en Canadá. Salir y romper la multitud en aplausos fue todo uno. Los dos jefes se apartan un poco del resto de la comitiva y se hacen la foto de amigos delante de la Catedral, con la imagen de la Virgen Blanca al fondo. Quien más y quien menos, fuera del escenario marcado por el cordón de seguridad, tiene que echar una carrerita para buscar hueco en la calle Mariano Domínguez de Berrueta, hacia donde se ise dirigía la excursión hispano-alemana. En medio de tanta confusión, nadie sabe a ciencia cierta qué cosas de León le decía al primer teniente de alcalde, el leonesista Javier Chamorro, un jefe de seguridad de La Moncloa nacido en Genestosa que le agarraba del brazo. Pero es que ayer León no tocaba -en terminología aznarina- y aunque la sombra del pacto es alargada nadie soltó prenda. Ni el mismo alcalde. «Todos somos de León» Daban las seis en el reloj de la Catedral y en el Húmedo no se había decretado oficialmente la hora de los vinos, pero allí marchaba la comitiva con rumbo fijo. La Pitanza , el bar de Vicente Pascual en la calle Mariano D. Berrueta, había sido «inspeccionado» el día anterior y las delegaciones de protocolo y prensa acordaron amistosamente, entre tapa y tapa, que era el sitio idóneo para poner en práctica la hospitalidad leonesa con todos los ingredientes necesarios. «Nos lo dijeron ayer, pero había que mantenerlo en secreto», confesaba el mesonero después de la batalla. Entrar en el bar y sentirse todos de León fue todo uno porque desde un balcón del Seminario Mayor (aulas de la Escuela de Música Tradicional de León) la dulzaina de Tolo lo decretó entonando las notas de la conocida canción Todos somos de León ... y del Himno de León .

Del Bierzo y Gordoncillo

Corrieron los vinos bercianos y de la Tierra de León, Tilenus crianza y prieto picudo tinto de Gordoncillo, el Peregrino de Gordonzello, un poco de orujo y también algún blanco de Rueda, por si acaso. Y agua, muchas botellas de agua. Aunque los estómagos casi no habían tenido tiemop de concluir su trabajo después de la comida se dio buena cuenta, en la bodehga del mesón, de la cecina, el queso, el chorizo, el salchichón y la lengua curada. El puro de Schröder quedó, a medio fumar, sobre el cenicero del bar. El canciller quería fumarse un puro tranquilamente, pero la cecina pudo con su costumbre de fumador. El manjar leonés ya había causado furor el día anterior entre la delegación alemana -compraron sus viandas el día anterior para llevar buen recuerdo a casa- y ayer por la tarde volvió a arrancar a Schröder los wunderbar en homenaje a la fecundidad de la tierra de su amigo Zapatero. «A ellos les encantó el producto y para mí ha sido una satisfacción enorme», sentenció Vicente Pascual rodeado del reducido grupo de íntimos del presidente que estaban en el bar antes de que entraran los invitados. Jaime González y Fructuoso García, entre otros.

El «ranchfleisch» leonés

La cecina ya tiene traducción al alemán: ranchfleisch (carne ahumada) es el término más cercano, aunque no todo lo preciso que requiere la mentalidad teutona, así que hay que añadir kühe , vaca, o rinden , choto. El canciller y sus ministros se llevaron todo este complejo conjunto de términos en unos curiosos paquetetitos obsequio de Moncloa co botella de vino incluido. Lo mismo que cualquier leonés haría con un amigo que viene a visitarle desde tan lejos. Fue más de media hora de degustación y espera por un beso de Zapatero o, simplemente, por una mirada... La dulzaina no dejaba de ensayar y los no iniciados hasta pudieron distinguir las notas de la jota de Boñar... Para que se enteraran los alemanes de que no todas las gracias de León están en la capital. Aplausos, saludos y velocidad coronaron la salida triunfal después de los vinos y la entrada estrepitosa en los 21 coches y tres microbuses apropiados de la plaza Mayor. La ciudad rompió la rutina, pero a las siete de la tarde volvía a ser la misma, ya oscura, que tres días antes. El alcalde, Francisco Fernández, fue el centro de los focos por unos minutos aunque lo único serio que le pudo arrancar fue que «lo importante es que «León siga siendo la referencia a nivel de España y del mundo, que sea una ciudad conocida y despegue», sentenció. Y para que despegue mejor, digo yo, nada mejor que un aeropuerto galáctico. Aunque ayer no pudo ser (hubo que transbordar a los alemanes en Villanubla) el primer edil perseveró en reunirse esta semana con Aena. Schröder y Zapatero volaron juntos a Villanubla y desde allí tomaron rumbo a Hannover y La Moncloa. Auf wiedersehen . Con la misma intención ero la llegada a la Catedral y a la Ciudad Vieja -tal y como figuraba en el programa oficial de la cumbre- no fue cosa fácil. El paseo estaba previsto a las 17.35 horas, pero hacia las tres de la tarde se decidieron cambiar los planes y adelantar misteriosamente la visita a las 15.30 horas. Periodistas y comitiva municipal, personal de seguridad, perros policía,

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