Diario de León

| Perfil | Isabel Carrasco Lorenzo |

Con las garras limadas

Isabel Carrasco comenzó su carrera política en 1987 al lado de Aznar sin carné político, pero ha descubierto en el poder una vocación más útil que su puesto de inspectora de Hacienda

León

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A Isabel Carrasco Lorenzo (Santibáñez del Bernesga, 1956) le chiflan los modelos y complementos estampados con dibujos de piel de tigre. Pero no es este el motivo por el que desde que en 1987 saltó a la escena política como primera delegada de la Junta en León, se ha ganado a pulso -con un puñetazo sobre la mesa si hace falta- una imagen de tigresa que le cuesta quitarse de encima, por más que la edad haya limado sus garras y los golpes bajos de la política le revelaran la importancia del silencio en la selva del poder. Cuando empezó era inspectora de Hacienda -sacó la oposición con 23 años- sin carné político. Funcionaria del grupo A exactamente, requisito que puso el entonces presidente de la Junta, José María Aznar para acceder al puesto de delegado territorial y que rompieron «cuando el pacto con el CDS», recuerda ella. Ahora le gustan más los vaqueros que las faldas y a veces renuncia a llevar vestidos porque «los que me gustan son muy exóticos». Tan coqueta como fiera; tan visceral como tenaz y tan amiga con sus amigos como enemiga de sus enemigos. Es la primera mujer que dirigió la Junta en León y la primera que llevará las riendas del Partido Popular, pero con estilo típicamente masculino y rodeada de hombres clave. A algunos no les ha ido mal a su lado: Antonio Silván, Fernández Carriedo, dos consejeros, Fernando Mallo, director general, estuvieron en su nómina de colaboradores. Ser fuerte, es, vista por ella misma, su cualidad más valiosa. Han pasado dieciocho meses desde que dejó el sillón de la Consejería de Economía y Hacienda (1995-2003) y los ha dormido «muy tranquila y muy orgullosa», con la frustración, tal vez no llega a tanto, de de no haber logrado la fusión de las cajas de Castilla y León, pero vuelve a sentir los pálpitos de la política. «Espérate a marzo», le dijeron desde Madrid cuando quedó fuera de juego en el Gobierno de Herrera. «Las cosas salieron mal en marzo» y ahora acepta de buen grado domar el Partido Popular en León. Diez mil afiliados entre los que -asegura- «sólo una minoría se dedica a hacer, reiteradamente, lo que no tiene que hacer», en vez de «respetar las decisiones mayoritarias». El espíritu de Riello está detrás de esta sentencia. Su plan es meter en cintura al partido a base de trabajo, «redoblando esfuerzos» -la cualidad que nadie le niega- «y acercarse a la sociedad, a los colectivos, a los barrios, a las asociaciones». ¿Les suena?. Tiene perfil alto para poner firme a más de un alcalde respondón, pero le han advertido que esas cosas se hacen mejor desde un sillón de consejera que como presidenta del Partido Popular en León. Con esa gente, Isabel, le han dicho, hay que tener mano izquierda; que los alcaldes y los presidentes comarcales son la base del partido. Es decir del poder. Así ha ido sumando aliados en este nuevo viaje. Aunque no parece que se aburra en el Senado, a donde llegó en el 2003 designada por la comunidad autónoma de Castilla y León. Hace ver que su agenda está repleta hasta Nochebuena y aprovecha la primera de cambio para meterse con Solbes. «Él se inventó la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos y ahora van y la quitan...» Nada que ver, por mucho que pinte el panorama, con la Navidad en la que Montoro, Herrera y ella hablaban por teléfono a tres bandas para cerrar el acuerdo sobre las transferencias de Sanidad. Por más tecnicismos presupuestarios que saque a colación, su cabeza no está en el Senado, donde es portavoz adjunta del grupo parlamentario popular. Está en la planta cuarta del edificio Europa desde el que se divisa esa ciudad nueva, a trozos vanguardista, llamada Eras de Renueva. En sus tiempos de «superdelegada» se fajó con el mismo Morano, entonces alcalde de León, por este polígono cuya paralización lastraba el crecimiento de la ciudad. Y venció. Fue una de las primeras en levantarle la voz. Ayer, ambos se sentaban en la misma mesa, con Eduardo Fernández, Luis Aznar y Javier Lasarte, entre otros, para ultimar los nombres y apellidos de la ejecutiva y los nombres y apellidos de quienes la apoyan. También estaba por allí el presidente saliente, haciendo bromas: «¿te queda un puesto para mí?». Parapetada detrás de una mesa, con chicles, tabaco y el teléfono móvil al alcance de la mano. Sobre el escritorio un pequeño papel con muchos nombres. «Nunca he ganado más como consejera de la Junta de lo que ganaría en Hacienda» ISABEL CARRASCO, candidata a presidir el PP de León

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