Diario de León

| Reportaje | Los mayores héroes |

«Para cuidar a mi Irene no necesito título, sólo amor»

Con 77 años y una enfermedad muscular que limita su movilidad Demetrio es el principal cuidador de su esposa, que sufre alzhéimer desde hace diez años y necesita ayuda para todo

León

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Irene, carita de Serafín, la llama su marido, empezó a olvidarse de las cosas hace diez años, primero dejaba las compras donde no las encontraba, dio en echar dos o tres veces sal en las sopitas de ajo que cocinaba cada día para Demetrio, luego «se puso inquieta y quería marchar todo el tiempo; decía que iba a ver a su madre a pesar de que ésta había muerto hace años». En una ocasión se alejó tanto que se perdió en el monte de Trobajo del Camino. En un año «fuimos lo menos diez veces a un médico de La Coruña que decían que era muy bueno, pero dejamos de ir porque se rompió la cadera y con la operación se le agravó más la mente». Todavía caminó un tiempo, pero una nueva caída la dejó postrada. Ahora pasa de la silla a la cama y de la cama a la silla con una grúa adaptada en la habitación que consiguió a través de la Asociación de Familiares y Enfermos de León. Él mismo diseñó la que utiliza en el cuarto de baño para el aseo personal de Irene. Demetrio fue ebanista toda su vida y prácticamente los años de su jubilación los ha dedicado al cuidado de su mujer. «Para esto no hace falta ser un gran especialista, ni títulos, para cuidar a mi Irene sólo necesito amor». Él tiene 77 años y ella 73. Arrastra los pies debido al debilitamiento que sufren sus músculos, pero caminar en el rellano de dos a tres kilómetros diarios, asegura. No podría empujar muchos metros la silla de su mujer para sacarla a la calle, pero si pudiera le sería imposible sortear los seis peldaños que separan el portal de la vía pública. La comunidad de vecinos no se puso de acuerdo para hacer una rampa. «En verano la sentamos en la terraza», aclara. Irene mira a la extraña y hace una mueca con su cara. Son sus únicos gestos. Demetrio no está solo. Su pensión y la ayuda de su único hijo, que come y duerme en casa, le permiten contar con ayuda a domicilio de la asociación dos horas por la mañana, para levantar a Irene, darle el desayuno y llevarla al cuarto de baño. Y está Vicenta, que trabaja en casa y organiza la cocina desde las 12.30 hasta las seis de la tarde. Lograr que Irene coma unas cucharadas de puré supone hasta dos horas de dedicación a la hora de la comida. Por la noche, Demetrio le da un vaso de zumo y una sopa «y a la cama». «Tengo un hijo -añade- que está dispuesto a hacer lo que sea por su madre, hasta cambiarle el pañal». Pero reconoce que su situación sería muy distinta de no contar con recursos económicos y pide que los gobernantes se ocupen de compensar con un suelo público a las personas que cuidan a sus mayores en función de los ingresos que tengan. «Hay quien me dice: tú tienes el cielo ganado por lo que quieres a tu mujer y yo digo que no porque todo se lo debo a ella. Si volviera a nacer, volvería a casarme con ella aún sabiendo que nos iba a pasar esto». El 6 de octubre, Irene y Demetrio cumplieron sus bodas de oro. Un sacerdote ofició una misa ante la familia y el esposo ante la mirada, a veces perdida y a veces atenta de su mujer, repitió la promesa de hace cincuenta años: «La quiero en la salud y en la enfermedad». ALZHÉIMER La Asociación de Familiares y Enfermos de Alzhéimer de León atiende a diario en León a 110 personas en centros de día y ayuda a domicilio, además de otro centenar en centros de respiro y diurnos Cistierna, La Bañeza, Santa Mª del Páramo, Villablino, Astorga, Ponferrada y Santa Marina del Rey.

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